Podría ser una caricatura sobre la fiscalidad aplicable a los deportistas profesionales vascos, pero quien la pinta con palabras, el catedrático de Hacienda Pública de la Universidad del País Vasco Ignacio Zubiri, lo hace con una buena dosis de indignación, tras hacerse público que estos deportistas tributan solo por la mitad de los ingresos que reciben de sus clubes o empresas.
Los leones del Athletic o los jugadores de la Real Sociedad, pero también los futbolistas de la Segunda División, las plantillas del Bilbao Basket y del Baskonia de Vitoria, además de pelotaris y ciclistas del Euskaltel con residencia fiscal en Euskadi —no así los remeros—, se pueden acoger a un sistema que les permite llevarse la mitad de sus ingresos limpios.
“Es absurdo poner el foco en esto. Hasta hace dos años había un amplio consenso político y social al respecto”, resuelve Gorka Arrinda, máximo accionista del Bilbao Basket y propietario de uno de los despachos más potentes de representación de jugadores y entrenadores en España, aunque admite que “quizá habría que modificar los porcentajes”.
En este debate, los deportistas prefieren mantenerse al margen. Su principal preocupación es saber cuánto les queda limpio. Ellos negocian sus contratos en dinero neto, con lo que un eventual cambio en su tributación no les va a afectar. El dinero extra que logren las Haciendas vascas después de un lustro de caída anual de los ingresos tributarios repercutirá directamente en las arcas de sus clubes. “No tengo nada que decir de eso”, aclaraba el jugador del Athletic Club de Bilbao Oscar de Marcos esta semana. “Estamos a la espera”, interviene un portavoz de la presidencia del club.
Desde la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) aseguran que en el resto de España se hace de manera diferente. Aunque la tributación de los jugadores profesionales siempre ha estado en el centro del debate debido al cobro de los derechos de imagen a través de sociedades radicadas en países extranjeros —que en algunos casos han llegado a facturar hasta el 99% de los ingresos de los futbolistas—, “está normalizado para jugadores nacionales y extranjeros” desde hace una década, cita esta fuente.
La exención de la mitad de los ingresos basándose en que son rentas irregulares “es una regulación solo de las Haciendas vascas”, asegura. “Pero es que los salarios de los jugadores no son rentas irregulares”, explica Zubiri subiendo el tono. Las diputaciones vascas pactaron con los clubes hace más de dos décadas anclar la tributación de los deportistas profesionales en el capítulo de las rentas irregulares a cambio de eliminar la red de sociedades que creaban los asesores de los jugadores para tributar menos.
El artículo 19 de la norma del IRPF de Bizkaia —la de Álava es similar y la de Gipuzkoa lo era antes del cambio— define, al hablar de las rentas irregulares, que “el rendimiento íntegro del trabajo se obtendrá por la aplicación de los siguientes porcentajes: a) Cuando los rendimientos de trabajo tengan un periodo de generación superior a dos años y no se obtengan de forma periódica o recurrente, el 60%; este porcentaje será del 50% en el supuesto de que el periodo de generación sea superior a cinco años o se califiquen reglamentariamente como obtenidos de forma notoriamente irregular en el tiempo”.
El problema es que esta normativa estaba pensada para indemnizaciones laborales, por sepelio o traslados, o pagas especiales por 20 o 30 años de servicio en una empresa —se cobraban en un momento, pero habían sido generadas a lo largo de varios años—, pero no para los ingresos de los jugadores. Las diputaciones reglamentaron esa adaptación para poder aplicarla al caso, pero en un ejercicio de transparencia notable esos reglamentos “no se han publicado”, coinciden dos fuentes consultadas.
Es un caso perfecto de autoelusión fiscal.
Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda del País Vasco
“Es perfecto”, critica Zubiri, “es un caso perfecto de autoelusión fiscal, les dejamos que eludan la mitad de los impuestos para que no lo hagan de otra manera”, argumenta. Para Arrinda, sin embargo, hay que tener en cuenta otros parámetros. Si los jugadores ingresaran sus rentas totales divididas entre los 40 años de media de vida laboral de un trabajador normal, su tributación no sería la máxima que deberían pagar cada uno de los 8 o 10 años de su vida como deportista. “Yo sí creo que son rentas irregulares”, precisa el representante de jugadores. “¿Que el 50% de tributación parece poco?, pues cambiémoslo, pero hasta hace dos años a nadie le parecía poco”.
Hay otro problema, además de su opacidad. La regulación ad hoc de las diputaciones vascas para estos deportistas no contempla la posibilidad de que los beneficiarios de la normativa tengan que devolver las ventajas fiscales que obtuvieron durante su vida laboral si generan ingresos cuando esta se acaba.
“El tratar a contribuyentes similares de manera diferente o primar a unos colectivos en función de coyunturas tiene además una penalización por la UE”, asegura un ex diputado vasco de Hacienda que prefiere no identificarse. El caso de las vacaciones fiscales, en el que Competencia de la UE ha propuesto una serie de multas a las Haciendas vascas al considerar que determinadas exenciones y ventajas fiscales ofrecidas a las empresas en la década de los ochenta y noventa tenían la consideración de ayudas ilegales de Estado, “se puede aplicar a esta tributación de los deportistas. En el fondo suponen ayudas encubiertas a clubes que luchan en Europa por los mismo objetivos deportivos”, estima la misma fuente. Con el sistema de rentas irregulares, la tributación de los deportistas apenas supera el 23% o el 24% de todos sus ingresos. Si los jugadores negocian en neto, para seguir ganando lo mismo, pasar de un 24% de presión fiscal al doble supondría un gasto adicional de entre 11 y 12 millones a un club que gasta 50 millones en plantilla.