Itxas Gain encadenada y tapiada

10968466_437715219713010_2024291280340166706_nLas puertas cerradas y apresadas con unas gruesas cadenas de innoble material, parecen avergonzadas de impedir el paso. Una vivienda, una preciosa villa, magníficamente dotada de amplios y exóticos jardines, de magníficas vistas al marco incomparable, con varios pisos y un gran sótano o semisótano, ha pasado de ser un lugar abierto, de par en par, a toda la juventud del barrio, con múltiples actividades, realmente autogestionadas, adquirida, además, según el principio del derecho subjetivo a la vivienda que acaba de aprobar el parlamento vasco –y del que Eva hace un comentario en esta misma web- a un siniestro lugar cerrado a cal y canto, expresión típica que viene como anillo al dedo.

Los que okupaban pueden pensar, entre otras cosas, que los individuos y los grupos usan y gestionan los recursos que se necesitan, que el producto manufacturado lo ponen a  disposición de todos, dejando a cada uno la libertad de consumirlos como deseen, sea este un producto material o mental, emocional, subjetivo. El grupo social de Itxas Gain hacía de todo, comida, pintxo pote, conciertos, cursos, asambleas. Los que querían trabajaban sin ser forzados y repartían el fruto de su trabajo, sin mercantilizarlo.

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No robaban a nadie, no molestaban a nadie, nadie se quejaba, pero son lo contrario de nadie, el ser humano de nuevo tipo.

Piensan, entre otras cosas, en abolir la explotación.

Libertad de expresión sí, pero cuando la libertad se materializa en experiencias como la de Itxas Gain, los poderes actúan con violencia descarnada; clausuran la villa, la tapian por todos los lados –todos los huecos lacrados de un ladrillo espantoso- temerosos de que vuelvan los libertarios, atrancan las puertas, las sellan herméticamente y las tabican por todos los lados, con obscenidad manifiesta y gusto repelente.

Hoy la villa ofrecía un aspecto siniestro en medio de una mañana nublada, húmeda, encapotada

El que bajaba de Aiete, al llegar a Itxas Gain lo podía ver todavía más oscuro. Las autoridades, obtusas, prefieren una Itxas Gain cerrada a otra productiva de libertad y cultura, una Itxas Gain oculta al público, impenetrable

Los dueños de la finca siguen silenciosos, introvertidos, disimulados, taciturnos, misteriosos, nadie sabe qué van a hacer, esperar años como hacen otros especuladores, para que el artefacto se revalorice. Como dice Eva, veremos si a ellos se les aplica la ley aprobada ayer y se les da el tratamiento como dueños de vivienda vacía.

Mientras tanto la vida sigue corriendo por las venas de esa gente joven que, como ellos manifiestan, ahora están buscando otro lugar donde encontrar refugio y base para seguir viviendo y creando

3 comentarios en “Itxas Gain encadenada y tapiada”

  1. En Donostia muchos edificios públicos, locales y espacios están vacíos, en desuso o desaprovechados. A la vez, muchas personas no tienen acceso a una vivienda digna y muchos colectivos sociales y culturales necesitan lugares en los que impulsar su actividad.
    Un primer paso para que los ciudadanos empiecen a aprovechar los espacios infrautilizados, para organizar talleres o abrir sus propios negocios viene de la mano del urbanismo adaptativo o «del mientras tanto», una filosofía que consiste en dejar que vecinos y agrupaciones utilicen y den vida a dichos espacios hasta que la administración decida qué hacer con ellos.
    Este modelo de urbanismo ha llegado a San Sebastián, concretamente al barrio de Egia, de la mano de la oficina de innovación urbana Paisaje Transversal. Allí, los arquitectos han identificado y mapeado los espacios públicos y los locales en desuso para que sus colectivos, organizaciones y asociaciones de barrio puedan reflexionar sobre la utilización que se está haciendo de ellos.
    Lo han hecho en colaboración con los vecinos, «para que la gente aportase ideas y dijera qué quería que ocurriera con esos lugares», explica a Yorokobu Jon Aguirre Such, arquitecto de Paisaje Transversal.
    «Nos preguntamos de qué manera podíamos crear estrategias para activar los espacios, generar vida urbana y reactivar el comercio de la zona», afirma. Para ello, pensaron que lo más adecuado era crear una guía (Protocolos para la Activación de Espacios) que se adaptara a las necesidades del barrio y explicara al ciudadano de forma clara y breve lo que debe hacer para pedir y aprovechar esos lugares vacíos, sin perderse entre normativas y trámites burocráticos.
    Según el arquitecto, este tipo de urbanismo puede ser un apoyo para la ciudadanía, que está mostrando mucho interés en generar un nuevo vínculo «y una nueva relación con el espacio público». Cree que la gente reclama apropiarse cada vez más de ese espacio, recuperarlo como un lugar de ocio no consumista, como un lugar de relación, transformarlo y hacerse con él.

  2. Pingback: El optimismo de la gente | Aiete – Lantxabe – Katxola – Ayete

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