«La literatura como embajadora» Lola Arrieta

LOLADContinuando con el ciclo Mirando al Báltico y tras nuestro paseo por el San Petersburgo de Dostoyevski en Crimen y Castigo (1886), hoy nos acercamos a Estonia y lo hacemos de la mano de uno de sus escritores más valiosos, reconocidos y traducidos, Jaan Kross.

La literatura puede bien jugar un papel de embajadora, abriéndonos a un país, a su historia, a la vida de sus gentes. Y si lo hace bien, el novelista puede superar al historiógrafo o al cronista porque su papel no se limita a contarnos qué ocurrió sino que revitaliza el pasado, nos hace sentir los móviles sociales y humanos que han conducido a los hombres a pensar, sentir y actuar precisamente como lo han hecho… como señalaría Lukacs en su obra La novela histórica.

Este sería el caso de la novela que nos ocupa, La partida del profesor Martens, escrita en 1984 por Jaan Kross, cuyo protagonista, Friedrich Fromhold Martens, durante un viaje en tren de Parnu a San Petersburgo, narra en primera persona los momentos más significativos e íntimos de su vida que han ido unidos a hechos históricamente claves de la historia de Estonia, de Rusia y de la Europa de su tiempo.

El personaje literario Friedrich Martens, que sube al tren ya enfermo en la mañana del siete de junio de 1909, esta inspirado en un personaje histórico, Friedrich Fromhold Martens o Fyodor Fyodorovich Martens, en ruso, (1845-1909), importante diplomático y jurista especializado en derecho internacional, que trabajó toda su vida al servicio del Imperio zarista ruso. El Martens de Jaan Kross, como el Ivan Ilich de Tolstoi, presiente que su fin está cerca y hace una confesión vital, porque, al mirar atrás, no está satisfecho con su trayectoria, y, ahora, en el último momento, le gustaría poder empezar de nuevo, una vida basada en la autenticidad del amor, de la sencillez y, sobre, todo de la sinceridad.

El escritor estonio Jaan Kross sufrió a lo largo de su vida persecución y carcel, siendo arrestado por los nazis en 1944 y detenido y enviado al Gulag por las autoridades soviéticas en 1946. No fue hasta la década de los 90 cuando la obra de Kross, eterno candidato al Nobel, empezó a ser conocida y divulgada por el mundo gracias, entre otros factores, a las traducciones al inglés de Anselm Hollo, de Helga Viira al alemán, de Jean Luc Moreau al francés o de Joaquín Jordá al español. En 1992, la editorial Anagrama publicaba su, para algunos, mejor novela, El loco del zar y en 1996, La partida del profesor Martens. Los muchachos Wikman, Excavaciones, El círculo de Mesmer, Estimados viajeros o Vuelo estático figuran también entre sus obras más destacadas, en una producción literaria que abarca tanto la novela histórica como la memoria autobiográfica.

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El director estonio Zaza Urushadze dirigió en 2013 la película Tangerines (Mandarinas) que fue enseguida bien recibida siendo la primera película báltica nominada a los Oscar como mejor film de habla no inglesa en el 2014 y a los Globos de Oro del mismo año.

El protagonista, Ivo, es un estonio que, como tantos otros emigró años atrás a Georgia, a la región de Abjasia, lugar en la que se situa el film. En 1990, al estallar la guerra en esta provincia georgiana que busca su independencia, Ivo no se irá como sus compatriotas sino que se quedará con su amigo Margus, para ayudarle con la cosecha de mandarinas…

Película llevada adelante con pocos medios económicos, Mandarinas es un alegato contra todas las guerras y un canto a los mejores valores del ser humano que se ponen a prueba en situaciones tan límites como las de la experiencia de Ivo.

Mayo 2016

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