En el viaje a San Petersburgo nos acompañaron otras cien personas, en total 150 pasajeros se reunieron en la Casa de Cultura de Aiete
(O los diez mandamientos para una visita a San Petersburgo)
Decía así el compañero del Centro Cultural de Aiete, cuya ayuda y colaboración es formidable, imprescindible: “Con cada acto cultural, conferencia, tertulia, me sorprendéis, parece que no tenéis tope”
Y así fue: a las 80 sillas colocadas inicialmente, se le sumaron otras 20, pero 100 no fueron suficientes y se pusieron 20 más. Trajeron otras 10 sacadas de las oficinas y, finalmente, otros 20 asistentes, se sentaron en los bancos ocasionales o en el suelo, -como se ve en la foto- hasta completar un aforo de 150 personas.
De esas 150, unas 50 irán con Lantxabe al viaje organizado en el ciclo de “Literatura y cine” que dirige Lola Arrieta y que en esta ocasión lleva por significativo título “Una mirada al Báltico”.
Lola, antes de dar la palabra a Pablo Becerra, autor de la conferencia, “San Petersburgo, el rostro europeo de Rusia”, glosó las diferentes actividades que han enmarcado los tres meses de la primavera. Esta era la última conferencia del ciclo y remataba un año “escolar” muy intenso (Octubre 2015/Junio2016) (10 años de literatura y cine).
Pablo Becerra, en el tono pedagógico que resulta tan atractivo para mucha gente, impartió una detallada y cuidadosa charla sobre San Petersburgo, Petrogrado, Petersburgo, Leningrado y, en la actualidad, otra vez, San Petersburgo.
Un ameno repaso a la geografía, la historia, y sus diversos protagonistas.
Si acaso en esta página web podemos destacar aquellos puntos que Pablo subrayó como necesarios en una visita cultural que tendrá lugar entre el 12 y 16 de julio, el último tramo de las míticas “noche blancas” de San Petersburgo
San Petersburgo o simplemente Peter, como la tutean los oriundos, nació por el deseo de un zar, Pedro el Grande, de vincular a Rusia con Europa y el mar. Levantada en 1703 sobre la nada y rehecha muchas veces, su continua profusión de palacios, iglesias de cúpulas doradas, plazas colosales, estatuas, bellos canales y ostentosos puentes hacen que San Petersburgo sea conocida como la Venecia del Norte, que Pablo cuestiona (prefiere relacionarla con Amsterdan como quería Pedro el Grande).
San Petersburgo, capital de Rusia durante más de 200 años, y que pretendía ser una ventana a Europa es hoy una ventana al mundo.
Estos son los diez centros recomendados a visitar
1. La plaza del Palacio de Invierno es un buen comienzo para acercarse a la grandiosidad y magnificencia de la Capital del Norte. En este lugar se consumó la Revolución Rusa. El 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre, según el calendario occidental) los revolucionarios atravesaron la plaza, entraron en el Palacio de Invierno, derribaron al gobierno vigente y construyeron el nuevo régimen soviético. Ahora se está preparando un controvertido 100 aniversario.
En este espacio abierto destaca el doble arco del triunfo central del edificio del Estado Mayor Central, la columna de Alejandro, que se alza en mitad de la plaza, y la impresionante fachada del Palacio de Invierno. Además, esta plaza es parte del conjunto arquitectónico de plazas céntricas formado por la del Palacio, de San Isaac y del Senado, unidas por la ave¬nida del Almirantazgo.
2. Museo del Hermitage. Ocupa el antiguo Palacio de Invierno de los zares junto a otros edificios colindantes. Construido por Catalina II la Grande, el recinto alberga una colección de pinturas y múltiples obras de arte sólo comparable a museos como el Louvre, el Prado o la National Gallery londinense. Tiene 322 galerías y casi tres millones de piezas únicas expuestas. La colección abarca desde objetos de la Prehistoria, del Egipto faraónico y de la antigua Grecia, hasta porcelana francesa, coloridos tapices, valiosas esculturas y pinturas de diversos estilos, incluidas obras de El Greco o Goya.
3. Petrogrado es un área de la ciudad situada hacia el norte del casco antiguo y separado de éste por el Neva. Este rincón de San Petersburgo está dominado por la fortaleza de San Pedro y San Pablo, donde se encuentra la catedral ortodoxa del mismo nombre. Edificada en 1703, es la construcción más antigua de la ciudad y donde realmente comenzó su historia. Cerca de allí se distingue el famoso buque Aurora, que marcó con un cañonazo el inicio al asalto al Palacio de Invierno que acabó con el régimen zarista.
La catedral de San Pedro y San Pablo es fácilmente reconocible por su aguja, que alcanza los 123 metros de altura.
4. La Catedral de San Isaac exhibe una monumental cúpula dorada, a la que se puede ascender, y un lujoso interior. Representa uno de los máximos esplendores arquitectónicos del siglo XIX por su vistosa grandiosidad. Entre los muchos templos que merecen una visita destaca la catedral de Kazán, que recuerda a la basílica de San Pedro de Roma, la catedral de Smolny, de estilo barroco ruso o el monasterio de Alexander Nevsky, que cuenta con un camposanto donde descansan los restos de varias celebridades, como el compositor ruso Tchaikovsky (1840-1893) o nuestro “tertuliado” Dostoievsky. La lista de palacios e iglesias de la ciudad se prolonga hasta el infinito: catedral de San Nicolás, palacio de Yusupov, iglesia del Salvador de la Sangre Derramada, palacio de Stroganov, catedral de la Transfiguración, castillo de Miguel, plaza Ostrovski, entre muchos otros rincones de merecida visita.
5. Isla Vasilevsky. La última isla del delta del río Neva es la más grande y está poblada de lugares de interés. Es el hogar de la Universidad Estatal de San Petersburgo, de la Academia de las Artes de la Escuela Naval y de importantes museos pensados para toda la familia. Además, desde la concurrida plaza Pushkin, abierta al río, la panorámica es envidiable. Hacia el sureste se observa el Palacio de Invierno y hacia el noroeste se erige la fortaleza de San Pedro y San Pablo.
6. Los canales del río Neva. Pedro I no sólo quería que San Petersburgo tuviera un alma europea, sino también una estética acorde. Por ello invitó a arquitectos de Francia, Italia o Alemania, entre otros países del Viejo Continente. Incluso llegó a prohibir la construcción de edificios en otras partes de Rusia para incrementar la fastuosidad de la ciudad
7. La avenida Nevski, con más de cuatro kilómetros de longitud, acoge un vademécum de elegantes tiendas, lujosos edificios y coquetos cafés y restaurantes. La manifiesta ostentación entronca con lo excesivo y suntuoso del período zarista. También es interesante echar un vistazo por estos lares a la estatua ecuestre del zar Pedro el Grande, (el Caballero de Bronce) mandada construir por Catalina la Grande, como detalló Pablo en su conferencia.
8. Los de Lantxabe han organizado una pequeña excursión al Palacio Peterhof. Esta residencia zarista se encuentra a 30 kilómetros de San Petersburgo. Es una exhibición grandilocuente de la vida opulenta y desmedida de los zares.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada y devastada por el ejército nazi. Se tardó más de setenta años en reconstruirlo y las obras todavía continúan.
9. Pero la previsión de Lantxabe llega más lejos: descubrir una ciudad que nunca duerme. Las Noches Blancas, que se celebran de mayo a mitad de julio allí nos encontrarán. Al estar situada tan al norte, la ciudad disfruta de una temporada en la que el sol no se pone del todo y le confiere una atmósfera muy especial. Durante este período la ciudad entra en una ebullición cultural con infinidad de conciertos, obras de teatro, espectáculos de ballet y ópera. Desde noviembre a abril la ciudad se congela aunque menos que las ciudades de su alrededor por el clima especial que le facilita el golfo de Finlandia.
10. Y algún concierto en cualquiera de los dos Teatros Mariinski