En recuerdo de Hannah Arend (labor, trabajo, acción)
La acción es un recordatorio permanente de que aunque los hombres han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar algo nuevo (actuar). Para que hubiera comienzo el hombre fue creado. Con el hombre aparece la libertad.
La acción y la palabra se fusionarán el sábado en Katxola.
Gracias a la acción comunitaria el próximo sábado, a las cinco y media de la tarde, el tolare de Munto trasaladado a Katxola, podrá prensar las manzanas de Azkonobieta, baserria de Urnieta, que ayer estuvo recogiendo un divertido -y esforzado- grupo de hombres y mujeres, junto a colaboradores, en el ciclo de la fiesta de la manzana de las Aieteko Jaiak, que hicieron lo propio en Kutxa Ekogune, hace un mes
Ahora toca la puesta de carteles -qué verde y qué bonito- y de octavillas, como la de la figura. Las personas que lo hacen fusionan en su quehacer la acción y la palabra, la cultura en su más amplio sentido. Acción y Palabra están conectadas específicamente con el hecho de vivir. La vida que significa, para esta gente, actuar entre personas. Esa es su motivación.
Con la palabra nos reconoceremos en el caserío (y en el barrio), tanteamos al agente de la acción que participa con nosotros, nos relacionamos con las personas que aceptamos en nuestras palabras
Con la acción tomamos una iniciativa, ponemos algo en movimiento. (Curiosidades, intereses, la conversación, el tolare, la limpieza del caserío…)
La “sidrería popular” Katxola pone en marcha una trama social que está tejida entre actos (la fabricación tradicional de la sidra y la puesta a punto del caserío ¡Cuántas horas!) y las palabras (la curiosidad de tres generaciones por saber más de sus abuelos).
El domingo, cuando nos despertemos, no estaremos del todo satisfechos. La acción casi nunca logra su propósito porque no veremos, todavía, las consecuencias de esta tarea social y cultural. Las consecuencias de la acción humana que persigue sólo la felicidad pública son imprevisibles; estas acciones producen historias, que se retienen y reproducen o no. Estas historias no son productos propiamente hablando, pues no tiene autores. La historia real en que estamos comprometidos mientras vivimos no tiene ningún autor, porque no está fabricada, es imprevisible, es irreversible. Pero como el gorrión al poeta, nos hace la vida suficiente.