Cine-fórum con AL OTRO LADO, (Auf der anderen seite)
18:45,
Centro Cultural Aiete
Dirección y guión: Fatih Akin.
Países: Alemania y Turquía.
Año: 2007.
Duración: 122 min.
Sacrificios para la reconciliación
El director alemán de origen turco Fatih Akin traslada a la pantalla la complejidad de un mundo intercultural, y lo hace a través de un microcosmos humano marcado por la dificultad para la integración en la diversidad. Con la inmigración y la situación política en su país de origen como telón de fondo, dirige una película de vidas cruzadas para levantar acta fatalista de un universo caótico que parece exigir el sacrificio de inocentes para probar su fe en la convivencia. Es la triple historia que recoge su largometraje, donde cada personaje busca afanosamente el sentido de su vida entre la soledad y frustración, sin darse cuenta de que “al otro lado”, con solo girar la cabeza, podría descubrir lo que tanto anhela. De hecho, el azar y el destino cruel provocan que sus personajes estén en numerosas ocasiones a punto de encontrarse, que la muerte siegue sus esperanzas —hay incluso un brindis a la muerte—, que se les exija la renuncia y el perdón como salvoconducto para seguir creyendo en el amor.
En Bremen, un hombre turco y viudo lleva a una prostituta a vivir a su casa, pero en un violento forcejeo ella muere y el anciano es llevado a prisión. Enterado su hijo de que la mujer fallecida enviaba dinero a su hija para que pudiera estudiar, decide viajar a Estambul para ayudarla: al no dar con su paradero y atravesar una crisis existencial, este joven profesor universitario decide quedarse en su patria y trabajar en una librería. A la vez, sabremos que esa chica pertenece ahora a un grupo terrorista de resistencia al gobierno turco, y que huyendo de la policía ha llegado a Alemania para buscar a una madre a la que cree con vida; allí ha conocido y se ha enamorado de una estudiante alemana, una relación que es vista con buenos ojos por la madre de la chica. Tres padres y tres hijos condenados a buscarse y no encontrarse, a sacrificar sus ideales, sus amores e incluso sus vidas, en el intento de unos y la resistencia de otros por convertir el mundo en un lugar de convivencia y tolerancia.
El director de «Contra la pared» construye un guión de hierro que ha sido premiado en Cannes, y que se levanta como una auténtica obra de relojería en la que cada pieza parece mover a la de al lado sin llegar nunca a tocarse, donde los personajes viajan a la deriva y se enfrentan a unos cruces de caminos que más que de libertad hablan de una felicidad imposible, donde el guionista-demiurgo traza un panel de movimientos increíbles que convierte en verosímiles gracias a su precisión narrativa y a una puesta en escena tan sobria como cuidada. Rodeados de una ambientación de luces frías y de una estética realista, los personajes se mueven en registros contenidos, con una tensión latente y un dolor interior que estalla puntualmente en algunos momentos emotivos —en la cárcel, por ejemplo— y en otros dramáticos.
Sobriedad de la puesta en escena y también en la interpretación de unos actores que imprimen a sus personajes sentimientos de soledad y frustración, con unas miradas cansadas que trasmiten desolación y dolor, pero también arrepentimiento y deseos de reparación, a la vez que un punto de esperanza en la reconciliación, como la presente en el plano fijo final, mantenido durante buena parte de los títulos de crédito. Plano de fuerte sentido metafórico y absolutamente coherente con el fatalismo que inunda cada historia personal, en unos dramas personales que se imponen a la historia político-social del pueblo turco y kurdo, de los movimientos de resistencia al abuso de libertades y de la política internacional
Un cine intenso y muy pegado a la realidad del terreno, a la dureza y fragilidad de unas vidas expuestas a un caprichoso destino que parece anular la libertad y el amor, al margen de planteamientos morales y concesiones morbosas. Cine social y político a través de historias personales, crudas y nada complacientes, bien trabadas en el guión y la posproducción. Gustará a un público adulto y habituado al cine europeo más alternativo, de estructura intrincada y final abierto, de personajes radiografiados en sus emociones interiores, y donde dos pueblos llamados a entenderse parecen condenados a vivir en mundos separados, a sufrir una catarsis que les permita la reconciliación y la convivencia.
CRÍTICA por Julio Rodríguez Chico