Nos referimos a los «hitos-tótem» que han sido colocados en las cuatro entradas principales del Bosque y que recuerdan este popular cuadro. (Oleo sobre lienzo de 82 x 81 cm se encuentra en el Metropolitan Museum, Nueva York)
Para Monet, lo más importante de un cuadro no era el tema representado, sino el efecto que tenía la luz sobre él. Por eso pintó sus famosas series de lienzos, en los que pintaba un mismo motivo una y otra vez, en diferentes momentos del día o del año, con sol, lluvia, niebla o nieve, para demostrar al personal lo cambiante que podía ser un objeto en función de la luz que lo iluminase. Estos cuatro álamos que vemos aquí pertenecen a una de estas series.
(El álamo que encontramos en el estanque causó una gran admiración en el propio Iñigo. Había crecido en el agua. Ahora pilota la alberca)
Iñigo Segurola ha experimentado en escultura algo similar pero con las falsas acacias. Estas especies han sido tratadas como invasoras, pero su tronco ha sido aprovechado por Segurola como «hitos-tótem» que colocados en las cuatro entradas principales del Bosque. Una de ellas es el espacio Katxola Baserria -que está encima del anfiteatro-, otra en la rotonda del parque tecnológico, otra en el paseo de los Mikeletes o en la entrada por Illumbe, que lleva a la pasarela de acero galvanizado. Estos «hitos-tótem» espectaculares, que recuerdan “los cuatro árboles” de Manet, sirven para advertir y orientar de la presencia cercana de este bosque, con unas entradas principales muy visibles, al estilo de las del parque de Ametzagaina, -como Monet, Segurola repite una y otra vez sus imágenes favoritas- confeccionadas a base de troncos de acacia de entre 8 y 10 metros de altura (ver la foto que acompaña este reportaje que muestra cómo es el acceso desde el anfiteatro a Katxola) con un círculo de acero corten con una muesca, símbolo gráfico de la tapa de una kupela y de identificación del Bosque de Miramón Basoa.