Título, Ravenna: un universo paleocristiano y bizantino
Lugar: Casa de Cultura de Aiete
La hoy pequeña ciudad italiana de Rávena, asentada en el extremo sudoriental de la Llanura Padana, a ocho kilómetros de la costa adriática e integrada en la región de la Emilia-Romagna, escribió sus páginas estelares en la Historia de Europa en tres períodos históricos, casi consecutivos en el tiempo, que le confirieron un papel protagonista en la transición de la Edad Antigua a la Alta Edad Media.
Rávena (Italia): La ciudad de los mosaicos
Nada más llegar, enseguida sentimos que Rávena es una ciudad diferente, incluso para los italianos. Históricamente llena un hueco poco conocido entre la caída del Imperio romano y la llegada de la Alta Edad Media, período en que los ravenenses gozaron de una prolongada época dorada mientras el resto de la península itálica sufría las invasiones bárbaras. Entre los años 402 y 476 Rávena fue capital del Imperio romano de Occidente y, también, un prolífico centro artístico para los artesanos bizantinos, que legaron a la ciudad preciosos y coloridos mosaicos repartidos por las iglesias cristianas de terracota.
Las obras maestras de Rávena, a base de oro, esmeraldas y zafiros, que datan de los siglos IV al VI, dejan al viajero boquiabierto. Dante, impresionado, las describió en su época como “una sinfonía de colores” y pasó los últimos años de su vida admirándolas. El romántico Lord Byron contribuyó a la fama literaria de Rávena al pasar un par de años viviendo en la ciudad, antes de trasladarse a Grecia.
Declarados patrimonio mundial en 1996, las referencias imprescindibles, todas cubiertas con magníficos mosaicos, son la Basílica di San Vitale, el Mausoleo de Gala Placidia (sus teselas, del año 430, son las más antiguas de Rávena), el Battistero Neoniano (el edificio intacto más antiguo de la ciudad, de finales del siglo IV), la Basílica di Sant’ Apollinare Nuovo, la Tumba de Dante, la Maosoleo de Teodorico y la Basílica di Sant’ Apollinare in Classe, una de las primeras iglesias cristianas de Rávena. Aunque muchos turistas la pasen por alto, Rávena es imprescindible para conocer la historia de la península italiana.
Si no hay impedimento, el día de San Fermín, las viajeras del Ciclo de Literatura y Cine, se quedarán boquiabiertas, como hace siglos, Dante y Lord Byron