Parece que el Museo Thyssen se ha informado del viaje que organiza el Ciclo de Literatura y Cine al Noreste de Italia (Bolonia, Ravena, Venecia…) y se ha propuesto hacer una exposición, en sus salas, de pintura veneciana.
Copia, incluso, el sentido de la Conferencia de Ana Sanchez-Lassa en el Centro Cultural Aiete y titula su exposición como el Renacimiento en Venecia o el triunfo de la belleza a través de la pintura; eta idea también es el lei motiv de la obra de Henri James, protagonista de la última de las tertulias del Ciclo; para James Venecia, las casas, canales, palacios y, sobre todo, la pintura, más especialmente la de Tintoretto, es el telón de fondo de su obra y sus reflexiones humanas, poéticas, filosóficas.
En Venecia nos encontraremos, entre otros muy buenos artistas, con Giovanni Bellini; Vittore Carpaccio; la tempestad de Giorgione, –que es la imagen elegida para tríptico del ciclo de literartura y cine de este pasado trimestre; el paisaje es el tema central que envuelve a los personajes; el milagro de la Cruz junto al puente de San Lorenzo de Gentile Bellini; el Retablo de San Lorenzo de Giustiniani de il Pordenone alumno de Tiziano y pintor muy admirado por Tintoretto; y el trío de la gloria: Tintoretto, Veronés y Tiziano
Supimos en la introducción a las respectivas conferencias de Pablo Becerra, Ana Sánchez-Lassa y Sergio Pedrouso, que en la frontera del 1500, Venecia estaba al borde del aislamiento político y económico. La caída de Constantinopla a manos de los turcos -asunto que también pudimos leer en la novela León el Africano, del Ciclo anterior- y el cambio de las rutas europeas de comercio después del descubrimiento de América en 1492, entre otros factores, habían trastocado el poderoso papel que ostentaba la ciudad -visible en Croacia, en el marco del Viaje a los Balcanes de hace tres años-. Pero como tantas veces en la historia, y concretamente en el antifranquismo, los malos tiempos políticos son un estímulo para la creación artística. Los venecianos buscaron lo que ahora se llamaría una marca y decidieron convencer a todos de que su ciudad era la más bella del mundo y su calle principal (el Gran Canal) la más deslumbrante. El más plástico en ese cometido fue Canaletto -de ahí tomó su nombre-.
Pero pintores y arquitectos, recurrieron como nunca antes, a poner luz, color y sensualidad sobre modelos bellísimos, hombres y mujeres, inspirados en la cultura clásica.
La organización del Ciclo de Literatrura y Cien ha previsto un recorrido, no sólo por Venecia, pero principalmente en la capital del Véneto, para disfrutar de sus museos y de las obras expuestas, con el placer de la pura mirada. Veremos el ideal de belleza encarnado por hombres jóvenes melancólicos, elegantemente vestidos, pintados por Veronés, Giorgione, Lorenzo Lotto o Giovanni Cariani, y por hermosas hermosas mujeres retratadas por Palma el Viejo, Sebastiano del Pombo, Tintoretto y Tiziano
En ese afán de búsqueda de la belleza los artistas se fijan en el canon del mundo clásico. Son retratos ideales que no corresponden a ninguna mujer en concreto aunque entre ellas pueda haber nobles o prostitutas como inspiradoras de la obra.
La belleza ideal alcanza su apogeo en el apartado destinado a la naturaleza y al paisaje. Las escenas campestres tienen aquí una inspiración literaria. En la propia ciudad de Venecia no hay campos. Y las famosas vistas de Canaletto o Guardi tampoco son fotos de la realidad, sino recreaciones artísticas.
Una de las características del Cincuecento veneciano es la esencia del dibujo en beneficio del color. Hay obras en las que se ve como el violento claroscuro; los crueles borrones alcanzaron un protagonismo total, hasta el punto de discutirse hasta el día de hoy si, en el caso de Tiziano. manchas de color pesaron en toda la modernidad posterior. La más inmediata, como Rubens, Rembrandt, Velázquez, Goya, El Greco, quien aprendió a pintar en Venecia. Pero la influencia se extiende a los expresionistas abstractos, Rothko, Bacon y Freud entre otros muchos, varias muestras de estos últimos se pueden ver en el El Museo Guggenheim Bilbao