Los “medios” de comunicación que forman parte del establishment, acompañan a su líder Mariano Rajoy.

No es que hayan evitado el escándalo, es que tienen a los que crean opinión en sus manos

Estas publicaciones informativas se centran en la ‘victoria’ del presidente y no en analizar que un presidente de Gobierno haya cometido perjurio ante un tribunal de Justicia

4 comentarios en “Los “medios” de comunicación que forman parte del establishment, acompañan a su líder Mariano Rajoy.”

  1. El semanario alemán Der Spiegel denuncia el saqueo de las pensiones por parte el Ejecutivo de Rajoy

    El semanario alemán Der Spiegel considera que el Gobierno español ha llevado a cabo un saqueo con el fin de evitar el rescate del país. El medio explica a sus lectores que el Ejecutivo de Rajoy ha utilizado el fondo de pensiones para evitar el mal mayor: ‘España ha saqueado en silencio la hucha más grande del país, el fondo de reserva de la seguridad social debido a sus dificultades financieras’, señala.
    Además, la revista considera que el modus operandi de Rajoy ha pasado prácticamente desapercibido para la mayoría de los españoles y del resto de los partidos políticos, o por lo menos, la operación de Rajoy ha tenido poca repercusión habida cuenta de la gravedad: ‘Casi desapercibido por el público, el Gobierno ha comprado así sus propios títulos soberanos y utilizó parte del dinero para pagos urgentes e inmediatos’. Además, tal y como publicó la Vanguardia, ‘al menos el 90% de los 65.000 millones activos de los fondos han sido objeto de distribución indebida’.
    En noviembre, el Gobierno retiró lo que quedaba del fondo de reserva para pagar las pensiones para la paga extra
    Este gran saqueo ya no puede seguir porque se ha liquidado la hucha y se pone en duda que Rajoy no tenga que pedir el rescate en algún momento. Se auguran una presión tan grande que podría verse obligado a pedir este año la ayuda financiera al fondo de rescate de la Unión Europea.

  2. El resultado de las elecciones catalanas ha vuelto a demostrar que la agenda nacional y la agenda social no son paralelas sino que se cruzan en perpendicular. Cuando aquella se plantea en regiones privilegiadas como Cataluña conduce a una emocionalización extrema, al bloqueo de los argumentos racionales, a la polarización en función de los míos y de los otros y al olvido de los de abajo. Todas las opciones progresistas han sido desgastadas del 21-D por la dinámica nacional provocando una concentración del voto en las opciones que mejor han sabido representar a “los nuestros” frente a los “otros”. Es la primera conclusión de las elecciones, algo sobre lo que llevamos advirtiendo desde hace años: el juego nacional deglute la agenda social en poco tiempo y, una vez en marcha, es muy difícil parar su dinámica trituradora. Europa lo sabe muy bien.
    La segunda conclusión se deriva de la primera: la falta de agenda cultural e identitaria de contenido solidario-heterodoxo y el intento de llenar ese Gran Hueco coqueteando con identidades excluyentes, divide a las izquierdas. Sucedió con el PSC, con Iniciativa per Cataluña, con Esquerra Unida, ahora ha vuelto a suceder con En Comú Podem y es posible que bloquee la dinámica regeneradora que se inició con el 15-M en toda España. La izquierda estatal ha pospuesto sus deberes en temas territoriales e identitarios desde los años 1980 y la crisis catalana es en parte el resultado de unos deberes sin hacer. La fraseología del “derecho a la autodeterminación” -ahora “derecho a decidir”- son excusas para no hacer nada, un cómodo sofá para contemplar el problema desde la barrera del intransitivo esquivando la cuestión central: decidir pero ¿qué? ¿cuál es la opción que una opción de izquierdas quiere que la gente decida? El Gran Hueco y el cómodo sofá del “derecho a decidir” arroja a la izquierda a los brazos de los nacionalistas, a la trituradora agenda insolidaria y clase media. Hay una fuerte dosis de complejo de inferioridad en todo esto, el que siente el huérfano frente al hijo de padres ricos que, gracias al hecho de tener lengua propia, ha sabido diferenciarse del (post)franquismo. El huerfanito padece de síndrome de estocolmo y se le cae la baba frente al supremacismo de estos ambientes que llaman de “izquierdas” por el mero hecho de hablar catalán, ese idioma que a nuestro huérfano nadie le enseñó en el colegio.
    La tercera conclusión tiene que ver con el estado. El astuto truco que Ada Colau le vendió a Pablo Iglesias es que se puede ganar al Partido Popular y democratizar el estado destruyéndolo. Esta idea tiene su origen en el clima político del siglo XIX pero es un fatal anacronismo, un error estratégico en la era neoliberal. Facilita las alianzas con los indepes, permite banalizar sus intenciones, hacer una lectura “progresista” de ellas y, de paso, jugar a asaltar el Palacio de Invierno. Pero la realidad es que liquida toda posibilidad de generar mayorías sociales en torno a un programa territorialmente solidario que permita pagar colegios dignos para los niños de Fuerteventura y Guadix. Seguir el juego indepe-confederal de romper un estado pasa por ignorar realidades esenciales para la vida de muchas personas, la viva mixtura social e identitaria de la sociedad española, las biografías personales y familiares de millones de individuos, la mayoría de ellos procedentes de familias obligadas emigrar para huir del subdesarrollo. Reducir todo esto a un agresivo artificio reaccionario llamado “estado español” permite anteponerlo discursivamente a la naturalidad del “pueblo” catalán, vasco y de algún que otro más. Pero para ello tiene que convertir a todos los que viven al sur del Ebro en seres insustanciales que acaban de subirse al autobús de la historia. Ada Colau le vendió la moto a Pablo Iglesias y este se la compró. Ambos se equivocaron porque se han ido a comer ideas antes que pan y lentejas, y la izquierda federal se ha quedado sin proyecto.

  3. Pablo Casado en serio

    El presidente del PP, Pablo Casado, ha sido objeto de críticas en las redes sociales por haber afirmado en una entrevista que “es bueno que las mujeres embarazadas sepan lo que llevan dentro”, en relación a las propuestas del PP respecto a la interrupción voluntaria del embarazo. Han sido muchas las personas que han criticado que Casado dé lecciones a las mujeres sobre esta cuestión.

    “El pasado domingo hablé sobre el proceso de gestación y admito que nada me autorizaba a dar lecciones. Pero eso, insisto, fue el pasado domingo. Estamos a martes y en estos momentos puedo decir que soy especialista en ginecología y obstetricia con un máster de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid”, ha declarado esta mañana el político. “Confirmo que no iba nada desencaminado, y además estoy autorizado también a criticar a las madres que deciden no dar el pecho”, ha añadido.

    Ante las sospechas que ha levantado la rapidísima obtención de este título académico, Casado ha recordado que “en el Partido Popular nos tomamos muy en serio las cuestiones que afectan a la vida de los españoles, me pasé el domingo y parte del lunes estudiando como el que más”, ha sentenciado.

    Cuando un periodista le ha preguntado al líder de la oposición cuándo se supone que ha hecho las prácticas de ginecología, Casado ha sido rotundo: “Huélame el dedo y saldrá de dudas. Vamos, huélame el dedo”, ha insistido con actitud desafiante.

  4. Quizá con el recuerdo de una comparecencia judicial en la que Mariano negó todo lo que le preguntaron y ante la plácida benevolencia del juez no le pasó nada, pues se vino arriba y con gesto displicente no salió del «no me consta», «no soy consciente». NI le cambió la color cuando reiteraba arrogante que ni existe ni ha existido jamás una caja B en el PP, dejando claro que le importaba una higa que existan tres sentencias judiciales que lo acreditan. Con una desvergüenza de chulo de barrio defendió a su ministro Jorge Fernández Díaz, el rezador, imputado en el caso Kitchen como responsable operativo del espionaje a Bárcenas.
    Mariano Rajoy fue a la comisión a mentir, a negarlo todo, incluso lo que está demostrado por la justicia, como si le incomodase tener que someterse a las preguntas de unos diputados pardillos , como dejando caer aquello de «no sabe usted con quién está hablando». Incluso se permitió reclamar que no sabía por qué le habían traído allí. Para chulo, él. Todo esto en sede parlamentaria, donde él y su partido se empeñaron en hacer de la mentira un episodio normal. Se podrá discutir si en realidad estas comisiones sirven para algo, pero desde el momento en que se convocan, los comparecientes deben estar obligados a respetar a los diputados que les interpelan, a no mentir con tanto descaro y a dignificar la institución que, a fin de cuentas, representa a todos.
    El histrionismo de Mariano Rajoy, sus recurrentes meteduras de pata, no le dan derecho a disfrazar de socarronería la mentira, a engañar con campechanía y cara de póquer, porque de lo que en realidad se trata, lo que Rajoy pretende, es institucionalizar la mentira. Ante los jueces, ante el parlamento y ante el país entero, con un PP de ciencia ficción que sólo existe en los editoriales de la prensa amiga, que es casi toda.
    … Ya sólo le faltaba haber finalizado su comparecencia con un «¡Viva el vino!».

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