A veinte kilómetros al norte de Módena, en la Emilia Romagna, está la ciudad de Carpi, a donde llegamos una tarde del pasado julio cuando el sol se vengaba sobre los adoquines de la extensa Piazza Martiri, bellamente renacentista y, por otra parte, desierta.
Carpi no es destino turístico, pero el corazón de los visitantes late más deprisa en la medida en que nos acercamos al Museo de la Memoria de los Deportados porque sabemos que vamos a encontrarnos con el autor de Si esto es un hombre, con Primo Levi.
Desde 1973, en una extensa área del Palacio Pío que abarca 13 de sus salas, el Museo rinde homenaje a todos aquellas víctimas que, bajo la República Social Italiana, estado títere de la Alemania nazi, sufrieron cautiverio en el campo de concentración de Fossoli, próximo a Carpi, y en otros campos de trabajo y exterminio.
Sobre las paredes blancas de las salas, leemos inscripciones de los prisioneros: Solo he vivido hasta los 20 años, no mucho, pero he vivido…Una idea es una idea y nadie puede aplastarla…
Admiramos también los graffiti de Cagli, Guttuso, Leger, Longoni, Picasso… y nos fotografiamos junto a esas paredes repletas de nombres de hombres y mujeres, listas interminables de seres humanos, los apellidos se repiten, hay familias enteras, Giovvanni Scala, Vittorio Scala…Alberto Lippi, Guglielmo Lippi….
En una de las salas, en una mesa cubierta por una tapa de cristal, reposa un ejemplar de la primera edición, la de 1947, de Si ésto es un hombre. Y es que muy cerca de aquí, empezó la historia que el libro nos relata.
El 13 de diciembre de 1943, Primo Levi y otros jóvenes de la Resistencia fueron detenidos por las Milicias Fascistas y enviados al campo de Fossoli, cuya función, en ese momento, era la de agrupar a los prisioneros de origen hebreo para, desde allí enviarlos a otros campos del norte, principalmente Auschwitz.
El 21 de febrero de 1944, desde la estación de Carpi, salieron con ese destino 650 judíos italianos, hombres, mujeres y niños, entre ellos, Primo Levi. En Auschwitz pasaría 9 meses, con el número 174517, hasta ser liberado por el Ejército Rojo el 27 de enero de 1945. Del grupo de 650 prisioneros, sólo sobrevivieron cuatro personas.
De vuelta a Turín, en su casa natal de Re Umberto 75, se puso inmediatamente a escribir sobre su estancia en Auschwitz. Tenía que contarlo, lo necesitaba. Era, sobre todo, necesario que se supiera lo que aquéllo había sido, dar a conocer para que nunca volviera a suceder. Lo hizo sin odio, sin ánimo de revancha, contándolo no como una víctima sino como un testigo. El no sentía odio, nos dirá, pero tampoco perdonaba. Era necesario hacer justicia.
En octubre de 1947 salió a la luz la primera edición de ‘Si ésto es un hombre’ que pasaría bastante desapercibido en ese momento. Habría que esperar unos años hasta que una nueva edición de la editorial Einaudi y las primeras traducciones al inglés y al alemán de la obra, ayudaran a descubrir el valor del testimonio de Levi.
Después vendría La tregua (1963), en la que narra el largo viaje de vuelta desde Auschwitz a Turín; Historias naturales (1966); El sistema periódico (1975); La llave estrella (1978); La búsqueda de las raices (1981); Lilit y otros cuentos (1981). Su única novela, Si no es ahora, ¿ cuándo? (1982) o Los hundidos y los salvados (1986).
La vida de Primo Levi acabó de forma trágica el 11 de abril de 1987. Pero ahí está su legado, su obra, leída en todas las escuelas italianas, en todos los confines del mundo. El compositor Luis de Pablo, cautivado por la terrible belleza de las páginas de su obra, compuso la obra Passio, que se estrenó en Turín en el 2007. La poesía de la palabra de Levi y la pasión de la música de Luis de Pablo. Sí, es posible.
Lola Arrieta.- Diciembre 2017