El Olentzero se refugia en el barrio; el sueño de las niñas y de los niños es posible en la aldea sin apología del consumo superfluo
Es la víspera de la Navidad. En esta mañana tan especial, la plaza de Hiru Damatxo era una eclosión de niñas, de niños, de amaaitas; allí se reúne primero de primaria de la vecina Aiete Ikastetxea, encargada, este año, de llevar el pelele vestido como Olentzero. Es una creación de las propias criaturas de la escuela. Acompañan también a la notable celebridad otros cursos de la ikastetxe, así como personas jóvenes y mayores de las demás escuelas y zonas del barrio
Los flautistas bondadosos de Hamelín concentraron el cortejo. Son dos trikitilaris (Izaskun y Uxue), una txistulari (Ana) y un tamboril (Juan Carlos).
Primero los más jóvenes, después las amasaitas cargaron en andas con el pesado muñeco artesano
Las chiquillería desconoce -y muchos no saben- que en el centro de San Sebastián, en la década de los noventa, al Olentzero le quitaron su primitiva imagen de personaje llevado en andas y en kalejira, y lo convirtieron en protagonista de una amplia y ordenada cabalgata, elevándolo a lo alto de una carroza. Los del Gobierno Municipal suprimieron su carácter popular para copiar la solemnidad de los Reyes Magos. Un Papá Noel a la Vasca.
El grupo de poder donostiarra ignoraba que los ritos y ceremonias simbólicas o mágicas realizadas en torno al Olentzero son muy usuales en otras regiones indoeuropeas. En nuestro pais, este personaje se hallaba semiolvidado en la postguerra y su exhumación, similar a la de otros temas folklóricos, se debió al renacimiento vasco de los años 60. En los 70 su llegada fue asimilada a la de Santa Klaus o Papa Noel en la Nochebuena, y nuestro Olentzero empezó a traer regalos a los niños de forma misteriosa como hacen los citados protagonistas y los Reyes Magos.
Los más veteranos -algunos vestidos con la eleganzia debida-, recuerdan aquellos tiempos del Olentzero. Su memoria no alcanza hasta el año 1945, en el tiempo en que el grupo de danzas vascas de la Schola Cantorum organizó la primera salida del viejo carbonero, que terminó con problemas de orden público en las calles de la ciudad por la interpretación que la policía hizo de la fiesta al considerarla antifranquista.
Ni cuando en el 47 salieron tres Olentzeros, o en el momento que (1948) sale un Olentzero organizado por el grupo «Gau Txori«, que se reunió con los carboneros de El Carmelo y los Luises del Antiguo. A Goizaldi le tocó desde 1959 hasta 1963.
La Virgen y San José, (como se ve, más abajo, no había ‘dirua‘ para el carro), y el Olentzero, son de la kalejira de Intxaurrondo (Zarra).
Fotos de kutxateka
Hubo una etapa en que la Iglesia Católica, acostumbrada a sacar Jaiotzas el 24 de diciembre, veía en Olenztero una intromisión de origen pagano. Se propuso entonces que el día 24 podía ser para representación del Belén y el 31 para el Olentzero.
Corría el 1969 y las Jaiotzas de los barrios del centro acordaron concentrarse en el Boulevard, y de allí arrancar una manifestación de solidaridad con la huelga de los trabajadores de Orbegozo de Zumárraga. Manifestantes y Jaiotzas fueron disueltas a palos por los grises.
Todavía en Aiete, nuestro querido Pedro, un cierto año (1997) optó por reemplazar el Olentzero por una Jaiotza viviente. Sólo fue ese año, luego se volvió Olentzero de siempre, un grupo de voces blancas de Etxadi dirigidas por José Luis Segurola
A la sociedad de consumo no le gusta este personaje simbólico precristiano que representa el fin del ciclo anual o el solsticio de invierno y que su nombre cambia por localidades del país: Olentzaro, Olentzero, Orentzaro, Orantzaro; con el nombre Onenzaro era designada Nochebuena en el s. XVII, esa palabra significa «sazón de los buenos».
En Aiete se ha mantenido el respeto por el personaje mitológico. En el barrio, gracias a la Aiete Ikastetxea, después de una época dubitativa de mitos imaginarios o de Carboneros vivientes, nuestro Olentzero, hecho con manos infantiles, es el personaje mítico tradicional.
El Olentzero es una tarea de fin de año para la Ikastetxe. El pequeño alumnado quiere hacer un hombre algo grotesco, con su cara negra, tiznada por el carbón; saben, por las canciones, que es comilón y bebedor, cabezón muy inteligente» (buruhandia, entendimenduz jantzia) o «puerco barrigudo» (urde tripaundia). Y cantan «Orra, arra, gure Olentzero, pipa ortzian dula exerita daga. Kapoiak baditu arrautzatxuakin biar meriendatzeko saqarduarekin.» (Eh ahí, eh ahí, nuestro Olentzero, con la pipa en la boca está sentado, tiene capones y huevos para merendar mañana con sidra.)
Y la chiquillería inocente piensa que se introduce por la chimenea en las casas y por tal motivo ve que sus amaaitas limpian previamente ese conducto, y creen, a pie juntillas, que el Olentzero viene a la cocina o al salón, cuando la familia se ha retirado a dormir y trae sus regalos.
En algunos pueblos y en otros barrios representan a Olentzero con un maniquí gordo hecho con paja y trapos y, colocado en andas; así lo llevan por las casas para hacer la cuestación de Nochebuena. En Aiete la el dinero recogido por estas crías y críos es para una ONG. Este año para Zaporeak.
Por qué decimos que el Olentzero vienea Donosti por la Hiru Damatxo
Cuenta la leyenda que un día de fiesta, cuando se celebraba el solsticio de invierno y los gentiles del lugar bailaban en la pradera de Matxabaleta, en Aralar, una nube se fue acercando al lugar hasta llegar a tapar el sol. En Aralar el lugar donde se ubican los hechos relatados sigue siendo conocido con el nombre de Jentillarri.
De Aralar viene el Oletzero, llega a Tolosa, luego sigue por Andoain, y desde la vecina Hernani hasta Aiete, el primer barrio de Donostia. El carbonero aparece en San Sebastián por la plaza Hiru Damatxo. Y luego recorre el núcleo alargado del barrio, pasando por Etxadi, el Topaleku, los jardines del Palacio de Aiete, hasta el parque de Otxanda en Munto. En el parque de Otxanda también es recibido con sorpresa y jolgorio, y se monta una bonita fiesta.
Ya por la tarde, y en carroza, caminará por las calles de la ciudad llana
Para mayor información. En su carta a los Reyes para 1970 Eduardo Chillida, pedía«que se solucione el asunto de Orbegozo. Y nada más». (La fábrica Esteban Orbegozo de Zumarraga vivía una larga huelga por mejoras salariales y de empleo y en contra de los primeros despidos nada más iniciarse los paros, como se afirma en el texto ).
No se si el bloguero conoce la fábula recogida por los Hermanos Grimm.
En el 1284 en el poblado de Hamelín, en lo que actualmente es la Baja Sajonia alemana, ocurrió un extraño suceso. El pueblo estaba infestado de ratas que eran la pesadilla de sus pobres habitantes. Pero de repente apareció un extraño flautista que se comprometió a acabar con ellas a cambio de una suculenta recompensa. Una vez cerrado el trato, el flautista comenzó a tocar mientras caminaba hacia el río Weser. Hipnotizadas por su melodía, todas las ratas le siguieron hasta llegar al río donde murieron ahogadas. Sin embargo, cuando el mágico músico volvió al pueblo para cobrar su merecida recompensa los habitantes de Hamelín se negaron a pagarle por lo que juró volver en busca de venganza.
Y así fue, al cabo de un tiempo regresó y con su hipnotizante música esta vez atrajo a los niños del pueblo hasta una cueva donde los encerró a todos. Según las diferentes versiones de la historia, los niños jamás volvieron a sus casas o lo hicieron después de que los (tacaños) habitantes pagaran al flautista una recompensa incrementada. Las moralejas para cultivar el sentido común de los niños eran principalmente dos: 1) cumple tus promesas o atente a las consecuencias, 2) no juegues con adultos desconocidos porque no sabes cuáles serán sus intenciones.
En las canciones y los videoclips dominantes el flautista de Hamelín se torna la flautista de Wall Street. Por su mágico instrumento suenan sintéticas y pegadizas melodías mientras camina por las calles del mundo ligera de ropa. Antes de que trabajara como asalariada de Capitalismo S. A. (la mayor corporación del orbe) la flautista de Wall Street era conocida en su barrio como Atracción Sexual. Todos la miraban, así que decidió rentabilizar las descargas de testosterona y, además de trabajar como modelo, cursó Administración y Dirección de Empresas antes de ser contratada por la multinacional que ahora la empleaba.
La flautista de Wall Street, como Zeus cuando quiso seducir a la bella Calisto o como Ranma Saotome cuando le caía un cubo de agua fría, puede cambiar de forma y sexo. Así puede adoptar el aspecto de un atlético hombre o una escultural mujer, los bíceps de un atractivo chico o la sonrisa de una bella adolescente, la provocativa mirada de un galán o el escote de una sensual bailarina, pero su función es la misma. A veces se llama Rihanna, otras Shakira, a veces adopta la forma de Chris Brown, la sonrisa de Justin Bieber o la mirada de Enrique Iglesias.
Mediante la conjunción mágica de la música y la seducción sexual, la flautista de Wall Street atrapa a los y las jóvenes adolescentes que la siguen hipnotizados hasta el río del capital donde una vez sumergidos comienzan a pensar con su lógica: egoísmo, competitividad, jerarquía, agresividad, etc. Así se les olvida lo que quizás aprendieron un día en el calor de sus hogares, las escuelas, los institutos o la universidad (si tuvieron la dicha de asistir) en relación a la solidaridad, el placer del compartir o la conciencia de ser uno más de los habitantes de este maltrecho planeta llamado Tierra. El río del capital “purifica” sus mentes y sus cuerpos de todo recuerdo de comunitarismo que los jóvenes pudieran albergar como resto cultural funcional a sociedades pretéritas. La flautista de Hamelín seduce con su cuerpo y su rostro, con su ritmo y con su melodía a los jóvenes de tal modo que hace bullir sus hormonas adolescentes hasta atraparlas ya evaporadas en su marcha triunfal hacia la hegemonía burguesa.
Sin embargo, en la senda hacia el río del crecimiento infinito y las ganancias exuberantes, hipnotizados con la pegadiza música y el grácil caminar de la sinuosa silueta de la flautista de Wall Street, los jóvenes no se percatan que caminan sobre extraños y grisáceos restos: los escombros de su propio futuro. Marchan derechos a su vasallaje ideológico y cultural como sujetos que mañana serán los activos miembros de la clase explotada en las empresas, sometida en la política y dominada en la cultura.
….. lo de la flauta y los párrafos finales ¿tienen algo que ver con algunos rasgos del gobierno justo salido hoy del horno caliente en el Parlamento….?? .
Estimado Baltasar, en estos debates no se si te has fijado cómo Abascal, fijaba la mirada en Iglesias, viajaba a 1936, año del que no salió en su discurso –su discurso es el de Blas Piñar, ¿te acuerdas Baltasar?– para visualizar a Pablo Iglesias ante el pelotón de fusilamiento. Tras el turno de Iglesias llegó Gabriel Rufián. La parodia catalana dibujada por los medios se ha convertido de un tiempo a esta parte en una de las voces más sensatas del panorama político español. En un país sano democráticamente, Rufián, Junqueras y ERC tendrían una estatua en vez de una caricatura por, a pesar de la cárcel, anteponer la responsabilidad de saber leer un momento histórico en el que o gana el diálogo o gana el fascismo.
Lo que hemos visto en el Congreso estos dos días ha sido el ensayo de una batalla cultural entre la España única y la España plural. Una batalla con todo entre dos bandos
Con el fracaso de la primera votación, el martes ha llegado la segunda. Y con el primer gobierno no alineado con el poder en varias generaciones. Lo que hemos visto en el Congreso estos días ha sido el ensayo de una batalla cultural entre la España única y la España plural. Una batalla con todo entre dos bandos. A un lado, un tanque económico y mediático poderoso, dispuesto a lanzar toda su artillería para que el cambio no se produzca. Al otro lado, una bicicleta tipo tándem, débil, de muchos colores, con varios asientos y múltiples pedales en la que todos los participantes de este experimento tendrán que coordinarse y dar lo mejor de sí, sabiendo que habrá palos en las ruedas a cada metro que recorra. La batalla ya ha comenzado y todos parecen ser conscientes. La bancada de Vox aplaude las intervenciones del PP. La de Unidas Podemos, incluso la de ERC, Bildu, PNV o Compromís, aplaude las intervenciones del líder del PSOE. Dos bloques que se sienten como tal ya han comenzado una batalla tras la que, en unos años, en función de los resultados, sobrevivirá una lógica imperante: la de la España una y quieta o la de la España muchas y en movimiento. En esta batalla cultural, pasada la investidura, todas las miradas, en un bando y en otro, se dirigirán a quien conduce el tándem: Pedro Sánchez. El único actor de los presentes en el hemiciclo que ha variado su postura en los previos de la gran batalla. PP, Vox, C’s, Podemos o ERC han mantenido posiciones. Los partidos de las derechas han sido firmes y claros en su convencimiento de que España es meseta, bandera y cárcel. Unidas Podemos no se ha movido de su postura: esta batalla necesita la unión de todas las sensibilidades ajenas a esa España monocolor. ERC lleva tiempo repitiendo diálogo por encima de independencia. Pedro Sánchez, sin embargo, viene de repetir elecciones para intentar cambiar unas cartas con las que, finalmente, tendrá que jugar. Hace unos meses, Sánchez tuvo que tomar una decisión arriesgada: ser presidente ya o jugársela de nuevo para ser el presidente alineado con el sistema que puede dormir por las noches. Es decir, el presidente sin la compañía de UP. Ahora, las matemáticas le han dicho, por segunda vez, que si quiere ser presidente la única manera es a pelo y sin red.
Quizá no sea ya importante a estas alturas si el enésimo nuevo Sánchez está donde está ahora por convencimiento o por falta de opciones. Quizá no sea importante porque, cuando uno da el paso que ha dado aceptando el gobierno de coalición, ya no hay retorno ni perdón del sistema. Sánchez ha entrado en un túnel y, al otro lado, ya nada será lo mismo. Tras ese túnel, el convencimiento real en un nuevo modelo de país y modo de hacer política será la única manera que tenga de sobrevivir. Sánchez no será ya nunca el Sánchez que Sánchez intentó ser: un presidente sin zancadillas, aceptado por las élites, un presidente que pueden vender en el escaparate de El Corte Inglés. Le quedan años de falta de sueño por los gritos que serán ensordecedores. Cómo y, sobre todo, para qué gestionará esos años de insomnio serán las cuestiones que deberá responder. Él y quienes lo acompañan. Una banda, como lo bautizó Albert Rivera –que el Inem o el Servei Catalá de Empleo (Lanbide) lo tenga en su gloria–, formada por aragoneses, vascos, catalanes, canarios, valencianos, gallegos o andaluces. Una banda de colores, con distintas sensibilidades, pero un objetivo: ganar una batalla cultural que ha arrancado en estos días de investidura. Una batalla que será durísima. Si apostar por una España plural es traicionar a España, es urgente traicionar a España.
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