Aiete entre la tierra y la mar

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Mamelena es el nombre del caserío que se construye al lado de Olabene, en la zona de Munto o parque de Otxanda, en el paseo de Aiete, y es también con el que Mercader, vecino del caserío, nombra al primer vapor de pesca del País Vasco. Se pasaba así del remo a la pesca motorizada.

La colina en la que se construye y desarrolla el barrio vierte aguas hacia la playa de la Concha y el puerto, por el Norte, y hacia Bosques y Parques – La Cumbre, Aiete, Puio, Miramón-, por el Sur. Aiete disfruta de un lugar privilegiado entre la tierra y el mar

El aiteara Ignacio Mercader era propietario de tres vapores que hacían la carrera de Cuba. El 20 de abril de 1878 sacudió la costa un tremendo temporal, que causó hasta 200 víctimas. Para superar a las tradicionales lanchas boniteras,

Mercader puso al servicio de los pescadores uno de sus vapores de la línea de Cuba, el «Comerciante». Iba hasta los caladeros con las traineras a remolque y terminaba la faena regresando de igual forma al puerto. Así comenzó la gran empresa de la propulsión a vapor de las embarcaciones pesqueras. Mercader hizo construir en Inglaterra (o fue en Escocia?) su primer vapor de pesca al que llamó Mamelena. La flota de mamelenas fue creciendo hasta el número de doce. Se dice que el Mamelena I fue el primer vapor pesquero del mundo pero sea lo que fuere, sí lo fue el primero de la gran flota pesquera donostiarra y de todo el Cantábrico.

En su libro “Aiete, caseríos, casas y familias” Pedro Berriochoa Azcárate, dedica una de sus “estampas” a los caseríos Olabene y Mamelena (Dos caras de una casa, pág 124)

Pedro nos dice que Mamelena es una casa levantada en los años 40. En la documentación antigua tampoco se menciona a Olagüene, que a todas luces indica propiedad de algún Olagüe (1820)

La familia Cárdenas Díaz de Espada siempre ha oído referirse a la vieja casa como el “blanqueadero”, porque fue una fábrica de blanquear cera, propiedad de la familia Mercader.

La pequeña industria estuvo bajo la marca comercial de Mercader e Hijos, y aparece en el Estado industrial municipal de 1876 y también en el de 1882. Fue, pues, una de las primeras industrias de la ciudad y, seguramente, la única del naciente barrio de Aiete. Pertenece a ese sector químico de la primera industrialización que producía cal, fósforos, jabones, etc.

También era vivienda, pues en 1883 el censo nos dice que vivían dos familias y que el propietario era Ignacio Mercader Echaniz (1832-1901).

Ignacio Mercader fue alcalde de San Sebastián durante el sitio de 1873 y 1874, y fue también senador ligado al liberalismo. En 1869 fundó con su padre la sociedad Mercader e Hijos. Aparte del blanqueadero, se ocupó del comercio antillano de coloniales y Pedro nos relata lo acontecido el 20 de abril de 1878. Precisando que el nombre que pone Ignacio a su caserío “Mamelena” es el que Mercader daba a su esposa Elena Vidaurre: mamá/ama Elena.

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Mercader llegó a tener hasta diez mamelenas, aunque ciertos autores las elevan a trece.

Santiago recuerda a Olabene, o al “blanqueadero”, deshabitado y bastante dejado. Tenía una hectárea delantera, hacia la carretera, y bastante más terreno en la parte trasera.

Es en esa parcela delantera, dónde el matrimonio formado por su dueña Elena Díaz de Espada y su marido Manuel Cárdenas Rodríguez levantó Mamelena, justo delante del antiguo Olabene. Fue hacia mediados de los 40

Manuel cedió en 1926 los terrenos para la iglesia, con una cláusula de reversión, si se cambiaba su uso. Con la actual urbanización y ampliación, se volvió a ceder otro pequeño solar. Igualmente, detrás de Olabene se construyó un frontón cuyo remate rezaba “en el año de 1949”. Hacia la iglesia la casa tenía un bonito jardín-arboleda.

Manuel Cárdenas Rodríguez (1908-1992) se recuerda como una institución en la medicina de San Sebastián. Junto a los Eizaguirre o a Barriola que es otro médico que ha disfrutado de su estancia en Aiete.

El otro lado de la moneda lo forma la familia Zaldua que ocupó Olabene más de cincuenta años, desde comienzos de los años 40 hasta 1993.

Era Patxi un hombre de los de antes, de los amigos de la sidrería y amigo de otros sagardozales del barrio. “Asto xamarra”, dice su hijo. Estaba adornado también con esa gracia y esa ironía que cultivaban los bertsolaris sidreros.

Olabene era una casa grande, con las tres plantas tradicionales, pero bastantes habitaciones y dos ganbaras. Cuando en su parte trasera se levantó el frontón, construyeron un anexo del establo hacia su pared. Al construirse Mamelena, perdió el terreno hacia la Galtzara.

Mamelena tenía un parque elegante hacia la iglesia, formado por castaños de Indias, magnolios, tilos y plátanos que formaban un bonito arbolado. Luego podaron excesivamente algunos árboles y enfermaron, pudriéndose su tronco.

El interlocutor de Berriochoa, para el otro caserío, el más antiguo, Olabene, Nemesio le dice que antes Aiete era como un pueblo pequeño. Ellos también ayudaban en Munto. Él, de pequeño, se encargaba de limpiar por dentro las tinas. Le echaban una mano a Isidro cuando venían los camiones de manzana, más que nada, en su caso, por beber pitarra y jugar al bote.

(Información completa en el libro citado, pág 124, que está ‘colgado’ de esta web)

Como anécdota final, en 1972, en Mamelena, Marta Cárdenas facilitó una reunión de Nicolás Sartorius y Cipriano García, con los “peceros” guipuzcoanos para reactivar el sindicato Comisiones Obreras, que estaba muy mal tras la represión derivada del Proceso de Burgos y los estados de excepción.

2 comentarios en “Aiete entre la tierra y la mar”

  1. Balastar.
    Reseña histórica interesante,faltando el detalle del porque la placa que esta pegada en la pared y hace mención de algún servicio real

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