La pandemia del Coronavirus, ha impedido celebrar el día de San Sebastián. En su lugar, la ciudadanía de San Sebastián, y sus organizaciones culturales y vecinales, han preparado acciones alternativas para conmemorar la jornada
El espacio Katxola, caserío y teatro, han sido escenarios de esas representaciones festivas que, en este caso, protagoniza el orfeón Donostiarra.
El tercer medio en lo que llamamos ‘espacio Katxola‘ es el frontón ‘Miguel Gallastegi’, víctima de un vesánico sabotaje
Vamos a conocer un poco esta fiesta.
A mediados de 1596, procedente de Caláis y Dunquerque penetró una epidemia de peste en España que afectó a gran parte del norte: Laredo, Castro, Lequeitio, Berriatua, San Sebastián y Pasajes de San Juan.
La plaga asoló a las dos ultimas. Por ejemplo, en Pasajes de San Juan, la enfermedad apareció el 7 de agosto de 1597 y duró hasta febrero de 1598. En este lugar la población era de 807 personas antes de la epidemia, cuando terminó en febrero había descendido a 443.
¿Por qué Sebastián de Milán es el patrón de Donostia?
Nacido en el año 256 en la Galia, fue un cristiano que ejerció como jefe de la Guardia Pretoriana del emperador Diocleciano, el responsable de la “Gran Persecución”, la peor persecución a cristianos del Imperio romano.
Maximiano (coemperador del imperio con Diocleciano), descubrió que Sebastián era cristiano, obligándolo a escoger entre su condición militar y su fe religiosa. Escogió la segunda y Diocleciano lo condenó a morir.
En su primer martirio, los soldados lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, pero sobrevivió. Después, tras curar sus heridas se presentó ante Diocleciano y este lo volvió a condenar a muerte. Esta vez los soldados no fallaron.
Por otro lado, las plagas eran representadas como una lluvia de flechas que emanaba de la mano de Dios. Así, nació la creencia de que él que había sobrevivido a un ataque de flechas era capaz de proteger de las epidemias que tanto azotaron a la población durante la Edad Media.
Los donostiarras y los habitantes de Pasajes atribuyeron el fin de la peste en 1598 a las oraciones que habían hecho a San Sebastián , convirtiéndose así en el patrón de la ciudad.
No viene mal recordar hoy a la gran Nicolasa Pradera (1873 – 1959) y su realación con algunas etxekoandres de Aiete, precisamente las encargadas de lavar los manteles del restaurante. Dice Juan Etxeberria que en el lavadero del estanque de la erreka Pakea.
Cocinera de una rica familia procedente de Markina, en el mercado de la Bretxa conoció a un carnicero del que se enamoró y junto a quien abrió en 1912 el célebre restaurante Casa Nicolasa. A ella, a su buena mano para el fogón y a sus ilustres comensales debemos gran parte de la fama que la gastronomía vasca se granjeó a partir de los años 20. Con las recetas de ‘La cocina de Nicolasa’ (1933) a mano podríamos preparar cientos de cenas de víspera de San Sebastián: por él pululan por ejemplo el caldo limpio, el consomé royal, la sopa de pescado Nicolasa, la merluza en salsa verde, las angulas, la langosta a la americana, el txangurro, el solomillo a la jardinera y el bizcocho koshkero. Un menú completo para un 20 de enero que hemos celebrado en casa, y que Casa Nicolasa hace tiempo que cerró (Todavía anda por La Bretxa Juan José Castillo)
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