El 2 por ciento de los españoles adultos padecen ludopatía y el 3 por ciento está en riesgo de caer en ella, lo que supone que hay 1,5 millones de afectados de forma directa y de los cuales el 31 por ciento son mujeres.
Así lo refleja la obra «Nuevas fronteras en el estudio del juego patológico«, mayo 2007, coordinada por el catedrático de Psicología Clínica del País Vasco Enrique Echeburúa, quien asegura que el gasto per cápita en juego en España es de 600 euros anuales por habitante adulto y que la edad de acceso al mismo es cada vez menor.
Asimismo, establece diferencias en la conducta de hombres y mujeres en relación al juego, pues los hombres tienden a jugar por excitación y para ganar dinero y las mujeres para hacer frente a problemas personales y familiares.
La autora del capítulo «Perfil de la mujer ludópata«, Paz Corral, explica que la mujer sufre intolerancia y rechazo social cuando se conoce que es ludópata, y se la tilda de «viciosa«, mientras que al hombre se le considera «enfermo».
Paz asegura que la mujer que tiene este trastorno siente culpa y vergüenza, utiliza el ocultamiento de su realidad a su entorno y suele sufrir peores consecuencias personales y familiares que el hombre cuando se conoce su situación.
Además, el estudio establece que la progresión hacia el trastorno es dos veces más rápida que en el hombre, mientras que la mujer tarda cuatro años de media en hacerse adicta el hombre tarda once, aunque el sexo femenino empieza a jugar con más edad que el masculino.
El perfil de la adicta al juego es el de una mujer sin estudios o con el graduado escolar que busca hacer frente a la soledad o al aburrimiento y el 80 por ciento es ama de casa.
Los hombres, según Corral, tienen más problemas con la justicia debido a su adicción, mientras que las mujeres padecen más alteraciones mentales y problemas psicosomáticos.
Otra diferencia entre hombres y mujeres ludópatas es que ellas acuden solas a recibir tratamiento y una vez que dan el paso reconocen su problema, mientras que ellos acuden acompañados y suelen mostrarse «egoístas y orgullosos«.
Enrique Echeburúa asegura que la ludopatía es un «trastorno mental creciente» en España que ha adquirido gran desarrollo desde la legalización del juego en 1977, la difusión masiva de máquinas tragaperras y la creciente oferta de juegos a través de Internet.
El experto afirma que no es indispensable que una persona consuma sustancias para ser adicta, pues lo característico de una adicción es la pérdida de libertad.
Sin embargo, asegura que la ludopatía suele ir acompañada de otros trastornos como la depresión, el abuso de alcohol -15 ó 20 por ciento- y trastornos de la personalidad.
Los jugadores normales acuden al juego para divertirse, los ludópatas para no sentirse mal, y se empieza a pasar de un estado a otro cuando una persona gasta más de lo planificado, juega para superar un malestar emocional o para recuperar el dinero perdido y hacer frente a las deudas.
Echeburúa considera que la ludopatía es un problema de salud pública y que hay que compararla con otras enfermedades para que pierda el estigma de «conducta peyorativa».
(El Martes 16 de febrero, Enrique Etxeburua, nos acompañará en el TOPALEKU con la Conferencia El alcoholismo: ¿Qué es y qué se puede hacer? )
Cada año se tratan 75 nuevos
casos de ludopatía en Gipuzkoa
Cada año comienzan a tratarse en Gipuzkoa 75 nuevos casos de ludopatía, con una tendencia al alza, según pusieron de manifiesto ayer responsables de Ekintza Dasalud, Asociación de Rehabilitación de Adicciones Psicológicas de Gipuzkoa, en las jornadas sobre Adicción al Juego en la Mujer que hoy concluyen en la Facultad de Psicología de la UPV. «La tendencia al crecimiento la hemos confirmado en los dos últimos años», explica Beatriz Yubero, psicóloga de Ekintza Dasalud. «Anteriormente solíamos registrar una media de 50 personas nuevas que acuden a rehabilitación».
De quienes tratan su adicción al juego, el 70% son hombres y el 30% mujeres. Pero cuando hablamos de tratamiento o rehabilitación, los porcentajes cambian; por cada nueve hombres sólo hay una mujer.
En el centro Ekintza Dasalud de Errenteria tratan una media de 150 personas a la semana, incluidos los nuevos pacientes, personas en rehabilitación y familiares de afectados.
«Generalmente la gente viene cuando se detecta el problema y las mujeres lo ocultan más. El 75% de las mujeres que acuden a la asociación son amas de casa. Se ocupan del presupuesto y el gasto familiar y, en general, pierden menos dinero que los hombres con la misma adicción. Tienen más control del gasto».