Desde 1983 no se registraba un golpe tarifario tan duro. El Gobierno, presionado por un sector eléctrico que en voz baja habla de desastre, ha decidido subir las tarifas eléctricas un 9,8%. La medida irá acompañada de un incremento del 3,93% para los usuarios de gas natural (6,5 millones) acogidos a tarifas reguladas.
Por lo que se refiere a la electricidad, aunque el ministro de Industria, Miguel Sebastián, señale que equivale al precio de un café al mes, la subida aprobada es la mayor en 28 años. Afecta a más de 20 millones de usuarios acogidos a la llamada Tarifa de Último Recurso (TUR) y obedece al deterioro en el funcionamiento de un sistema que, desde 2000, ha acumulado un déficit de 20.000 millones de euros, el equivalente a dos puntos de producto interior bruto (PIB).
Con la subida, un consumidor eléctrico medio, con cinco kilovatios de potencia contratada en una vivienda con equipamiento básico, pagará unos 4,2 euros más al mes.
La explicación más autorizada que hasta ahora se ha ofrecido del incremento de la tarifa eléctrica se ha podido oír de los labios del ministro con menos tacto político y sensibilidad social de cuantos han integrado los ya numerosos gobiernos del presidente Rodríguez Zapatero No por no ser sorprendente, puede dejarse pasar sin tacha la inoportuna ocurrencia del ministro Miguel Sebastián en el sentido de que aquella «supone poco menos que un café».
Porque darle semejante explicación -si de tal cabe calificar las palabras del ministro- a una sociedad de la que forman significativa parte millones de jubilados que no pueden pagarse siquiera ese café con el raquítico o nulo incremento en que han quedado congeladas sus pensiones es, más que una enorme estupidez, un insulto impropio del miembro de un Gobierno.
Haga, pues, Zapatero lo que tenga que hacer «le cueste lo que le cueste», pero líbrenos, al menos, de intérpretes como éste, cuya arrogancia y frivolidad hacen más indigeribles aún las ya de por sí indigestas medidas que dice estar viéndose obligado a tomar. Es lo mínimo que cabe exigir a un presidente que, con la reciente crisis de su Ejecutivo, parecía haber depositado en la adecuada comunicación de sus acciones la última esperanza de salvación electoral que, a decir de las encuestas, le queda. Al fin y al cabo, hasta la píldora más amarga produce menos arcadas cuanto mejor haya sido edulcorada.
Sobre un recorte de Jose Luis Zubizarreta
Es realmente indecente el aumento de las tarifas eléctricas para este año. Es escandaloso que en momentos de crisis estructural las compañías eléctricas, con el visto bueno del Gobierno, nos vengan con aumentos del 10%. Es realmente denigrante que se pida austeridad para todos -sobre todo para la gente con rentas más bajas- y que desde el 2007 las tarifas de la electricidad hayan subido un 43%, cuando la inflación, en este periodo de tiempo, ha aumentado un 12%. Y lo más importante, la renta per cápita ha bajado un 5%.
No se debería permitir que los servicios básicos, los servicios indispensables para la población (agua, gas, electricidad e Internet) aumenten muy por encima del coste de la vida. Es necesario que nuestros representantes políticos tengan más en cuenta las consecuencias del aumento desorbitado de los precios de estos servicios esenciales.-
Somos tontos, sí, somos tontos, eso o estamos dormidos, porque de otra forma no se entiende que los ciudadanos -meros contribuyentes para los políticos y simples consumidores para los empresarios- sigamos callados y sumisos frente a los abusos que cometen el Gobierno y las empresas energéticas. ¿Cómo es posible que nos suban en tres años un 50% la luz y no hagamos nada?
Nos bajan y/o congelan los sueldos, facilitan y abaratan el despido, nos retrasan la edad de jubilación, nos aumentan el periodo de cotización, nos rebajan derechos y prestaciones sociales, literalmente nos machacan a impuestos.
Está claro que nosotros los contribuyentes (hace tiempo que dejamos de ser ciudadanos) somos los que pagaremos los derroches y especulaciones de políticos y empresarios. Los políticos no tendrán problemas nunca: cobrarán el máximo de pensión aunque coticen menos euros y años que tú; los grandes empresarios ni tuvieron, ni tienen, ni tendrán problemas para llegar a fin de mes. Pedro Pablo Pellón
Los pasillos municipales han enmudecido. Todo concejal tiene siempre la aspiración de repetir en la lista electoral, a ser posible más cerca del jefe de filas que en las anteriores elecciones. Estamos en tiempos de confeccionar listas y las primeras informaciones han llenado de damnificados los despachos.
Alberto Rodríguez dejará de ser «el talismán» del socialismo en Altza. Con una hoja de servicios repleta, se enteró a última hora de que iría en el puesto 11 y le dijo a Odón Elorza que ni por el forro.
El concejal de Urbanismo, Jorge Letamendía, proclama estos días que hay cuatro tipos de ‘animales’ pululando por el Ayuntamiento: el delfín, la hiena, el pato cojo -el lame duck anglosajón o político amortizado- y el pingüino cojo. Él se adjudica la última categoría (ha pasado del 3º al 6º puesto)
El despacho jeltzale está de los nervios con la marcha de Xabier (Ezeizabarrena) –que antes desplazó a Román (Sodupe)- y la llegada de Eneko (Goia) -¿mirlo blanco, en moreno, del nacionalismo?. Algunos se habían pasado meses haciendo méritos y ahora se preguntan para qué.
Ramón Gómez quiere renovación en su lista popular, pero está por ver si manda en plaza.
Josu Ruiz será el próximo Ricardo Burutaran.
Iñaki Galdos eclipsará a Jaione Arratibel, habrá que ver si no forma parte de la lista de Eneko (Goia).
Ainhoa Beola se ve bien sola y sin novios.
Alternatiba -Duñike, el veteano Lasa- ausculta los nuevos estatutos de la izquierda abertzale.
La mitad de la corporación municipal prepara las maletas. Veo en los pasillos pingüinos de diferentes familias que se juntan para darse calor. Fuera hace mucho frío.
……… Sobre un artículo de A. Munguia Diario Vasco