80 años de la proclamación de la Segunda República

Este ramo de flores, tejido por buenas mujeres donostiarras, el pasado uno de abril fue depositado en la tumba de Azaña, en Montauban

Vivimos, sin duda, un momento político y social distinto, en el que, entre otras cosas, se dan las condiciones de libertad necesarias para reflexionar sobre el pasado sin ira, con el único afán de conocer lo que pasó, de extraer consecuencias que nos permitan ir haciendo un presente y un futuro mejores. Un tiempo en el que algunas de las utopías republicanas se han cumplido y otras siguen pendientes.

Aquellos valores republicanos, por su universalidad, siguen  vigentes. La libertad, la igualdad, la virtud cívica, el respeto de los derechos humanos, son los pilares de la democracia.

 Y fundamento básico de la libertad real es la formación de la libre conciencia ética de las personas.

También en la ciudad estos valores son fundamentales. Queremos una ciudad que se sustente en una sociedad libre e   igualitaria, en la que la participación sea una constante y que las decisiones emanen desde los ciudadanos, se basen en sus necesidades, una ciudad en la que su Ayuntamiento adopte las decisiones  democráticamente, contando, también,  con  la gente de los barrios, con sus opiniones. En este modelo de ciudad sus habitantes son ciudadanos y no súbditos complacidos. En ello estamos.

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