Siéntate en el suelo y levanta las manos. Esa es la consigna. Si ves llegar a un policía con intención de desalojarte, moverte o pegarte, actitud pacífica. El mensaje no puede ser más nítido. Cualquiera que haya acampado u ocupado un espacio público como parte del Movimiento 15-M sabe que la violencia está descartada. La actitud pacífica está en el ADN del movimiento.
La gente del 15 M no tiene miedo, esa es su característica principal, por eso no son violentos, no están rabiosos, pueden ganar. Todos saldremos ganando (menos los bancos y sus capataces)
Lo que sucedió ayer en Barcelona no cuadra.
Acampados de todas las latitudes -entre ellos los de Sol, en Madrid- emitían ayer comunicados desmarcándose de la violencia. Inundaban las redes de mensajes contra lo ocurrido en Barcelona. Las voces también se alzaban contra los que impidieron en Madrid que el coordinador de Izquierda Unida, Cayo Lara, hablara con la prensa al final de una concentración para evitar un desahucio.
Decir que el 15-M se ha vuelto violento, como probablemente escuchemos en decenas de tertulias y foros mediáticos, es como decir que los políticos son unos chorizos. Si algo no puede hacer un movimiento horizontal, abierto y pacífico como este es controlar a cada uno de los que acuden a sus actos de protesta. Hay gente antisistema entre sus filas, claro. Una minoría, pero ahí está. Pero incluso un buen número de estos ha abrazado la lógica de la no violencia al darse cuenta de que produce mejores resultados y redunda en mayores apoyos. Evidentemente, siempre puede haber algunos violentos que aprovechen el momento. Flaco favor le hacen a los suyos, si es que son los suyos: solo los interesados en cargarse el movimiento desean que haya violencia. Eso mataría al movimiento.
El problema, como siempre, es dónde ponemos el foco. Los medios reproducirán cientos de imágenes de detenidos, de agresiones, de instantes de violencia. Eso es lo que indigna a los indignados, lo que alimenta su desconfianza hacia los medios. Para ellos, lo relevante es hablar de los recortes que se aprestaban a aprobar ayer en el Parlamento catalán para que la crisis la sigan pagando los de siempre. Consideran que poner el foco en la violencia es quedarse en la anécdota, olvidarse del fondo.
El 19-J, este domingo, Democracia Real Ya ha convocado una nueva manifestación. Esta vez contra el Pacto del Euro. Consideran que los medios no se están haciendo eco de una iniciativa que supondrá nuevos recortes para la gente, ninguno para los bancos. Y miran con perplejidad tanto énfasis y atención desplegados ante las acciones lamentables de unos pocos de los que también pueden decir: «Que no, que no, que no nos representan».
JOSEBA ELOLA 16/06/2011 (El Pais)
JUAN IGLESIAS GóMEZ
Leo con asombro la indignación de un conciudadano molesto porque no se apliquen las leyes y se permita a los indignados reunirse o manifestarse, derechos ambos recogidos en nuestro ordenamiento jurídico. Es cierto que esto puede causar molestias a algunos, pues en muchos casos la inmediatez de las acciones -como evitar desahucios- impide comunicar adecuadamente a las autoridades, pero a nadie le indignó cuando las concentraciones eran por la victoria de España en el Mundial.
Pero yo también estoy indignado. Estoy indignado por el egoísmo de la sociedad, por nuestros gobernantes sordos, porque haya gente sin casa y sin comida, porque se gasten millones en la visita de un jefe de Estado en vez de gastarlos en intentar paliar la hambruna en Somalia, porque se supedite la economía al medio ambiente, y por mucho más.
Recomiendo, eso sí, a este conciudadano y cualquier otro que se acerque a una de las muchas asambleas que se celebran por toda España, como yo he hecho, y que exponga sus quejas. Y aunque muchas veces no se llegue a consenso, su voz será escuchada. Hay más cosas que nos unen que nos separan, pues yo también pienso: ¿dónde están nuestros gobernantes cuando los necesitamos?