«La violencia se contagia en grupo, pero también la generosidad»

Enrique Echeburua en una conferencia en el Topaleku

Enrique Echeburúa, Catedrático de Psicología

– Dice que todos somos agresivos por naturaleza.

– Somos agresivos por naturaleza, nos hacemos violentos por cultura.

– Entonces, ¿agresividad y violencia son cosas distintas?

– La agresividad es una respuesta adaptativa que tenemos todos los seres humanos, como tienen todos los animales, y que sirve como reacción defensiva para protegernos de los posibles peligros que vengan del exterior: por ejemplo, si percibimos que una persona va a atacarnos, respondemos con agresividad para defendernos. Esta respuesta es adaptativa, por lo tanto positiva. La violencia, sin embargo, es una configuración perversa de la agresividad. La violencia no tiene esta respuesta adaptativa, no es necesaria para defendernos. Tiene un carácter intencional, es decir, utilizamos la agresividad para hacer daño a otra persona, y, en muchos casos, está planificada. Esto es lo que llamamos violencia, y es un elemento negativo. En el proceso de transformación de la agresividad a la violencia existen muchos factores, que tienen que ver con la familia, la escuela, el proceso de socialización, y también con el consumo de alcohol y drogas.

– ¿Qué tipos de violencia hay?

– Fundamentalmente, hay dos grandes tipos de violencia, dejando de un lado la agresividad. En primer lugar, está la instrumental, que es la violencia fría, planificada, que uno lleva a cabo con objeto de satisfacer una necesidad, como al robar, cometer una agresión sexual, o atacar por motivos racistas. Es algo planificado, calculado, como por ejemplo, los asesinatos de Noruega el pasado julio. Por otra parte, existe la violencia impulsiva. Se caracteriza porque una persona tiene una frustración y de repente siente un acceso de ira, y fruto de esa ira, y de una forma inmediata en el tiempo, llega a ejercer una conducta violenta. Tiene que ocurrir en el mismo momento, se hace ‘en caliente’.

– Asegura que la violencia se contagia. ¿Cómo?

– Está sujeta a un fenómeno de contagio emocional. Si vas por la calle y ves a una persona, no tienes por qué agredirla. Pero si van cinco y uno le agrede, eso te puede crear una excitabilidad emocional, y además da cierta sensación de anonimato. Si todo el mundo se comporta de forma violencia, tú tienes una tendencia mayor a comportarte de forma violenta, porque es lo que estás viendo en tu medio. Pero también se contagian otras actitudes, como la generosidad.

– ¿En qué momento empiezan a surgir los brotes de violencia?

– Es un proceso progresivo, pero indudablemente tiene más desarrollo a partir de la adolescencia y en la vida adulta, cuando se está más formado, porque una persona ya distingue más claramente cuáles son sus frustraciones. Pero ya hay niños que son violentos, como los ‘pegones’ de clase. Eso surge ahí.

– También ha mencionado los videojuegos violentos como posible factor. ¿No se les demoniza a veces con excesiva facilidad, no tiene que haber algo más detrás?

– Muchas de nuestras conductas las aprendemos de aquello que vemos a nuestro alrededor, de aquello con lo que nos sentimos identificados, de lo más próximos a nuestro mundo emocional: tus hermanos, amigos, entorno escolar. Las imágenes que ves en el cine o en los videjuegos no influyen tanto, porque entiendes que es ficción, que no pertenecen a tu mundo. El problema llega cuando una persona potencialmente violenta, que es herida, juega a un videojuego de ese tipo antes de salir a cometer una acción, en ese caso puede ser como echar gasolina al motor de la violencia. Ocurre lo mismo con la pornografía.

 04.08.11 DAVID FDEZ. DE LA CUESTA | SAN SEBASTIÁN.

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