El pasado 16 de febrero se escribía sobre Illumbe en esta página web que “su trayectoria es un escenario de acrobacias extrañas, de espectáculos imposibles de descifrar, de cogidas que han alcanzado a las arcas del Ayuntamiento y las han sangrado a placer.
Se dijo que la plaza de toros es fundamental para San Sebastián,y además, combinada con cines y hamburgueserías que dieran vida a lo que se construyó en la vaguada. Pero no. El coso sobrevive ahora porque hay un equipo de baloncesto que juega en la ACB
Donosti se encuentra con un complejo casi fantasma en el que apenas funcionan unos cuantos bares y que, en plena crisis, no parece apetecible para ninguna empresa”.
Será difícil crear otra infraestructura de semejante envergadura con una capacidad tan inmutable de fracasar en todos los órdenes. Esta sí que es una herencia envenenada.
Illumbe se aferra al baloncesto como el borracho a la farola. La Liga ACB es el único camino. Cualquier eventual descenso que pueda sufrir el equipo debería celebrarse a los sones de la excavadora, el antiguo instrumento regional por excelencia.