Gentes mal pensadas, que de todo hay en la viña del señor, y más con la (lluvia) que está cayendo, decían que las algas venían de Igeldo. No es así, al contrario, Eguzki propone compostar las algas en la cala Agiti, de Igeldo, y de esta manera Donostia, mira por donde, encuentra en Igeldo una solidaridad que, antes le las elecciones municipales, no cabía esperar… Y es que no hay mal que por bien no venga.
El colectivo ecologista Eguzki ha propuesto esta mañana la construcción de una compostadora en la cala Agiti de Igeldo, donde en su día se edificó una piscifactoría para criar rodaballos, hoy abandonada, con el objetivo de reciclar las algas que se recojan en las playas.
Eguzki apoya la retirada de las algas de la arena, pero no su envío a vertedero, sino al compostaje que había de crearse en una planta compostadora de algas en la cala Agiti de Igeldo. Ya hay ejemplos en España de este tipo de instalaciones en Denia, Vigo y Gran Canaria.
Eguzki cree que se puede utilizar esta cala, «desnaturalizada» desde principios de los 90 por la construcción de una «polémica» piscifactoria para la cría de rodaballos «abandonada desde hace 4 años».
Estamos acostumbrados a escuchar de nuestro Ayuntamiento que somos pioneros en este tema o en aquella cuestión. Pues en el tema de la recogida de las algas de la playa ni lo somos ni lo seremos. Basta con fijarse en los alrededores para saber que en la vecina Hendaia no esperan a que las algas sean arrojadas a la orilla, sino que una máquina excavadora con una pala con forma de red se adentra en el agua y va retirando las algas. En lugar de ir a tanto congreso a cuenta de todos los donostiarras, acudan los técnicos a Hendaia y aprendan
El alcalde Izagirre tiene razón. Para crear una nueva Donostia-Macondo, no es necesario tocar los asuntos municipales, los intereses de sus habitantes, los temas y proyectos de modernización y bienestar de la ciudad, el estar al tanto de las necesidades generales, el promover la cultura y ampliar los horizontes hacia el exterior, la manera de cómo obtener la financiación para su desarrollo, etc, etc.. Para la nueva Donostia-Macondo, lo que interesa es la ‘normalización’, es decir la implantación de la ideología de la ‘saga familiar’, cerrar puertas, retornar a una supuesta ‘tradición’ (¿de qué época?) y quedarse aislada del resto de la civilización, no vaya a ser que los de ‘fuera’ la contaminen… Esperemos que esta soledad no llegue a los 100 años, como en la novela de García Márquez.
La serpiente empezó a zigzaguear echando silbidos el día de San Ignacio, con el diputado general de Gipuzkoa atendiendo a los familiares de presos -presos de ETA, para que lo entiendan los forasteros que nos visitan-. Y lo que pasó allí dio lugar a un titular que me produjo un respingo: «San Ignacio se mete en política». Desde cuándo San Ignacio no se metió en política, ¡si era de lo más político!, antes de la Compañía de Jesús, asaltando Pamplona al servicio de la Corona de Castilla, lo que dejó cojo al joven capitán e inútil para la carrera de armas, y montando después, en un ataque de misticismo religioso y agresividad antiprotestante, una compañía de operaciones especiales al servicio directo del Papa, entonces muy unido al Emperador español. Desde entonces no dejó la política, ni él ni su compañía. Nos da fe de ello que la expulsara Carlos III o la República. Así que en la festividad de San Ignacio, santo político y de la contrarreforma, el más adecuado patrón de euskaldunes fededunes por inteligente y conservador, no hay que extrañarse que salte la política.
Y las algas vienen a Donostia con Bildu, que no duda en paralizar todos los proyectos pendientes en Gipuzkoa, y hacer las cosas exclusivamente para sus seguidores. Se quejaba la oposición en el Ayuntamiento donostiarra que el alcalde quiere convertir las fiestas de Donostia en escaparate de los planteamientos del nacionalismo radical. Y digo yo, si va a convertir las fiestas en escaparate de la política radical, qué no hará con el montaje de Donostia capital de la cultura europea. No lo quiero ni pensar.
Enrique Mateo