Un día sí y otro también el autobús 23 o 32, queda empotrado en el inicio de esta calle (frente a las piscinas de Etxadi). Es suficiente con que aparque una furgoneta en la esquina, para que el autobús no pueda pasar. En ese caso, después de los correspondientes bocinazos, que los propietarios de los coches mal aparcados en la esquina no suelen oir, el autobús da marcha atrás, enfila hacia las piscinas y da la vuelta por la parte trasera del barrio hasta Bera-Bera, si es el autobús 23. Solución: poner pivotes -esos verdes- para que no se pueda aparcar en esta esquina.