Lo que queda de Munto es lo que se ve en la foto. Un día entraron en el caserío, armados de piquetas y de escaleras, para tirar la mitad del tejado. Desde entonces la lluvia, el agua, la intemprie entra barra-barra y no sabemos cómo estarán las cosas dentro. Las autoridades responsables deben estar muy seguras de que los muros del caserío no se van a caer, ni que su interior vaya a arder, pero la imagen de deterioro y abandono es penosa. Es necesario dar al caserío un final digno y poner en marcha lo previsto en el pla de ordenación urbana.