Cuentan los historiadores que el primer ocupante conocido de estos terrenos del alto de Amara, de origen gascón, fue Miramont, cuya casa figura entre las primeras que poblaron San Sebastián muy vinculada e incluso relacionada con la fundación de la iglesia de San Sebastián el Antiguo.
Al castellanizarse la palabra pasó a ser conocida como Miramón, sin significado aparente dado que su correcta traducción sería Miramonte. como, por ejemplo, ocurre con Miracruz. El año 1547, lo menciona Ricardo Izaguirre en su libro sobre el río Urumea, ya era conocido, añadimos que con redundancia, como monte Miramón, es decir: monte Miramonte. Lope de Isasti, en 1625, escribe sobre Miramón y Serapio Múgica lo hará como Miramont. Los escudos nobiliarios de Miramón-Txara y Miramón-Zar dan idea de la historia y antigüedad de la familia.
Tras distintos avatares, los terrenos de Miramón terminaron perteneciendo al Municipio cuando, a caballo entre los siglos XIX y XX, llegó la hora de las permutas que permitieron adecuar la vieja ciudad, el moderno San Sebastián que estaba planificándose. En 1863, con el derribo de las murallas, se hizo necesario, para cumplir lo estipulado en la autorización de dicho derribo, ir compensando al Ramo de la Guerra con nuevos terrenos, aquellos que hasta entonces había venido ocupando; por esta razón en 1921 el Ayuntamiento adquiría el campo de maniobras de Ondarreta y el 10 de abril de 1923 los terrenos de Miramón.