El problema de los vertederos de residuos

La gente corriente, o por decir así, la ciudadanía, está haciendo un esfuerzo permanente en la recogida selectiva de la basura –ejemplo es la encuesta realizada en el barrio en el que por mayoría se votó el quinto contenedor y se rechazó la incineradora o el puerta a puerta- y esto da sus frutos: la tasa de reciclaje de los residuos urbanos llega ya al 32%, a pesar del abandono y el descuido con que tratan las autoridades municipales la recogida de basuras y los contenedores ad hoc. Según los datos facilitados, referidos a 2009, en Euskadi se generaron 512 kilos de residuos por habitante, por debajo de los 547 kilos de España y similar a los 513 de la media europea.

Pero ¿Qué pasa con las basuras que generan el sector industrial, la hostelería y el sector servicios, etc? ¿Qué pasa con y en los actuales vertederos? ¿Qué hacen los responsables de su futuro?

Y los bonos basura ¿Dónde están? Matarile, rile,rile…

6 comentarios en “El problema de los vertederos de residuos”

  1. Desde hace tiempo he observado que hay una clase de ciudadanos que se caracteriza por una conducta incívica y una falta de respeto por las normas relacionadas con los depósitos de basuras, cartones y residuos voluminosos. Estos conciudadanos depositan las bolsas de basura fuera de los contenedores, las dejan desordenadas y entorpecen el acceso a los contenedores. Los residuos voluminosos (muebles, colchones, frigoríficos …) y sus restos (cristales, maderas, partes de un mueble …) son colocados cualquier día y a cualquier hora. Éstos, los de basura y los de reciclaje, deberán estar en diferentes lugares pero siempre juntos. Digo juntos porque he observado que mucha gente no recicla. Antes que cambiar de acera prefieren depositar todos los residuos –basura orgánica, papeles, plásticos, vidrios– en un sólo contenedor

  2. La vida de los vertederos se sigue acortando sin que GHK -Consorcio de Residuos de
    Gipuzkoa- presente un proyecto alternativo al aprobado en la pasada legislatura

    Esta semana se han producido dos hechos que ponen de relieve que el problema de los residuos en Gipuzkoa se ahonda sin remisión. El primero es conocido. Bizkaia no recibirá más residuos de nuestro territorio, tras considerar que la Diputación de Gipuzkoa ha incumplido el acuerdo que ha permitido trasladar a Igorre 25.000 toneladas anuales.

    El segundo hecho que denota el calado de la crisis no ha trascendido, pero tiene una especial relevancia. El letrado del Consorcio de Residuos (GHK), una vez terminado su contrato, ha decidido no seguir en el organismo. Se ha ido advirtiendo al Consejo de Administración, tal y como consta en las actas de las reuniones, que GHK se encamina hacia el desastre.

    Gipuzkoa padece un triple atasco: institucional, financiero y el que pesa sobre el proyecto de ejecución de las plantas. Mientras el engranaje está trabado, seguimos generando basura y los vertederos cada día tienen menos capacidad.

  3. El pasado enero se escenificó en Gipuzkoa algo parecido al asalto de un buque, en este caso el de las arcas públicas y el interés general. El Consejo de Administración saliente del Consorcio de Residuos (GHK) del proyecto de la planta de Zubieta aprobaba, de forma precipitada y sin informar, el proyecto básico de la incineradora. Todo ello, a pesar de que este mismo jueves 20 (una semana más tarde) tomará posesión el nuevo Consejo, que ha mostrado su rechazo frontal a la construcción de esta instalación.

    Greenpeace junto a otros colectivos gipuzkoanos contra la incineradora se manifestaron el día de la firma del proyecto básico en la sede del Consorcio. De nada sirvió, pues su presidente en funciones, Carlos Ormazabal (PNV) ratificó la decisión. A pesar incluso que la Diputación de Gipuzkoa le había pedido explícitamente que no se firmara tal acuerdo.

    Los argumentos para firmar han sido que el plazo para la aprobación del mismo se acababa y que de no hacerlo habría que pagar cifras “multimillonarias» de indemnización a las empresas. Evidentemente escusas para justificar lo injustificable y crear alarmar entre la ciudadanía. Sin embargo, se les ha olvidado contar, lo que supone para Gipuzkoa la incineradora. Una lacra económica y socio ambiental que perduraría décadas, como ya sucede en las diez incineradoras en funcionamiento en el Estado.

    Es evidente que los consejeros salientes (cinco del PNV, cuatro del PSE y dos de H1!) han abusado de su posición y asaltado la voluntad de la mayoría de la ciudadanía que no quiere que se construya la incineradora de Zubieta. De nuevo han primado los intereses particulares de unos pocos y dilapidado el dinero público para el lucro personal de unos pocos. Si esto no es propio de corsarios, que venga el capitán Francis Drake y lo vea.

    Julio Barea responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace

  4. La pregunta clave no es ¿Qué hacemos con los residuos? sino ¿Qué podemos hacer para producir menos residuos?

    Reducción del consumo (aumentar la durabilidad de los productos facilitando su reparación, simplificar embalajes y envases, etc)

    Reutilización (apoyo al envase retornable, freno a los productos de «usar y tirar»)

    Reciclaje intensivo y compostaje de la fracción orgánica de la basura.

    No se trata de ninguna bella utopía. Hay muchos ejemplos más que demuestran la viabilidad práctica de estas soluciones.

    La incineración es totalmente INCOMPATIBLE con el reciclaje intensivo. Los materiales que se recuperan para su reutilización o reciclaje son, al mismo tiempo, el material combustible que necesita la incineradora para su correcto funcionamiento.

  5. Con un informe aprobado la semana pasada por la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo como aval y la playa de Ondarreta como marco, los grupos Zero Zabor (Basura Cero) de Gipuzkoa escenificaron ayer en San Sebastián su rechazo a la incineración y su apuesta por «dejar de generar problemas a partir de los residuos y crear oportunidades».

    Destacando que «cada vez son más los grupos Zero Zabor que están surgiendo en los pueblos para empujar en la dirección positiva», los representantes de las 34 localidades en la que ya se ha constituido el correspondiente grupo -con las que se puede trazar con mucha precisión el mapa de las que ya aplican el puerta a puerta y las que se han comprometido a implantarlo antes de 2013-, tuvieron que elegir entre dos caminos que representaban «el cruce en el tema de los residuos» en el que, según los convocantes, se encuentra Gipuzkoa.

    La ‘encrucijada’ de Gipuzkoa

    A un lado, un camino jalonado de bolsas de basura que terminaba en una incineradora. Al otro, una vía en cuyos márgenes molinillos de colores giraban con el viento desembocaba, después de pasar por una zona que reproducía el ciclo de los residuos orgánicos, en un bosquecillo.

    Obviamente, todos optaron por la segunda alternativa -«la vía de la racionalidad y la solución», dijeron-; dejaron constancia del pueblo al que representaban en un panel instalado al efecto y se reagruparon tras una pancarta. Desde esa posición asistieron, junto con los curiosos que se sumaron al acto desde la barandilla del paseo, a la lectura del documento que se resumía en un objetivo muy genérico: «Conseguir que Gipuzkoa sea un territorio Zero Zabor».

    Como punto de partida, un párrafo del informe que aprobó el 26 de abril la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo y que se debatirá en las próximas semanas en el pleno de esa institución. En el fragmento que se eligió para la presentación de ayer se apuesta «por eliminar paulatinamente todos los vertederos y la incineración, favoreciendo otras maneras más ecológicas de tratamiento de los residuos», como el compostaje, el reciclaje y la recuperación. El informe propone la fecha de 2014 para eliminar los basureros y pide que «para 2020 no se incineren residuos que puedan ser reciclados o convertidos en compost».

    El documento que se leyó en euskera y castellano establece que el objetivo de los grupos Zero Zabor es «conseguir anular el proyecto de la incineradora y que se pongan en marcha proyectos de Basura Cero cuanto antes, para poder cerrar los vertederos contaminantes».

    En sintonía con el carácter simbólico y testimonial de un acto cuyo formato no se prestaba a precisiones técnicas, la presentación de Zero Zabor Gipuzkoa, que dentro de diez días se integrará en el movimiento Europe Zero Waste, cuyo congreso se celebrará en San Sebastián, no entró en detalles concretos acerca del modelo que propone y se centró en plantear ideas genéricas acerca de las ventajas que ofrece la «alternativa circular» que defienden. Así, y afirmando que «la incineración no hace desaparecer la basura» sino que «obliga a generarla para quemarla», indicaron que «se puede crear todo un sector en torno al a reutilización y el reciclaje, y crear un montón de puestos de trabajo».
    01.05.12 -N. AZURMENDI | SAN SEBASTIÁN.

  6. El interminable debate que Gipuzkoa mantiene en torno a la gestión de los residuos sólidos urbanos -llamada basura antes de que la programación televisiva y la comida rápida patrimonializaran el término en régimen de exclusiva- reposa sobre nuestra ya legendaria capacidad dialéctica a la hora de llamar a las cosas por su nombre eufemístico, mejor cuanto más ingenioso.

    Las posiciones pueden ser encontradas, pero el combustible fósil -prohibido su vertido al aire libre- que las alimenta es siempre el mismo. Llámenlo ‘miedo’ -día de recogida, todos los lunes junto con el aceite de la sartén-. Así, por un lado, la incineradora vendría a ser una suerte de ensayo nuclear cotidiano que tarde o temprano terminará devolviéndonos al planeta de los simios. Por el otro, la recogida ‘puerta a puerta’, que según sus detractores, augura el advenimiento de un nuevo régimen de corte estalinista.

    En torno a esto, germina toda una línea de complementos -a depositar los jueves- que se venden bajo las denominaciones más rimbombantes e ingeniosas: así, uno dice “planta de compostaje” o “tratamiento mecánico-biológico” y parece que está declamando un poema dedicado a la madre Tierra que le parió, instalaciones todas ellas completamente inocuas, al parecer, y ensayadas con gran éxito de crítica y público en territorios que no por ello renuncian a su media docena de incineradoras, véase Cataluña.

    En opinión de la Diputación Foral de Gipuzkoa y los ayuntamientos guipuzcoanos que la respaldan, cuando la basura entra por la puerta, debe salir por el mismo lugar, aunque el amor salte por la ventana -recuerden que los preservativos usados se recogerán los martes-. Hoy es el día en el que no se sabe por qué razón el debate no pivota entre dos sistemas de recogida o dos de finalización, sino sobre uno de cada categoría, el ‘puerta a puerta’ en el primer caso, la incineración, en el segundo. Así, nos aseguramos que el diálogo sea de besugos (recogida de espinas, los miércoles). A todo esto, alguien debería explicar qué pasa con la capital guipuzcoana, un tercio de la población total del territorio, una vez constatada la inviable implantación del Atez Ate.

    El sistema defendido por Bildu adolece de lo que presume: la responsabilidad personal. Así, la loable implicación de cada uno en la recogida selectiva se contradice con la imposibilidad de pronunciarse, como pueblo, al respecto. En otras palabras, estoy dispuesto a adoptar cualquier sistema de gestión de residuos siempre y cuando sea decisión popular expresada mediante sufragio universal directo y secreto -recogida de papel, los sábados-. Reclamo un referéndum, eso que históricamente se llamaba “devolver la palabra al pueblo”, y lo hago, no en nombre de un sistema u otro, sino en el de mi inalienable derecho a que no me vuelvan loco cada cuatro años

    Como veterano fumador -recogida de colillas para compostaje, todos los domingos- y usuario del transporte público -combustible biodegradable-, puedo soportar perfectamente cualquier acusación de estar cargándome el planeta, a condición de que no me la formule algún alto cargo foral propietario de un Alfa Romeo y dos Lancias, chatarrones llamados a terminar algún día en el desguace (abierto de lunes a viernes, de 9.00 a 18.00 horas, sábados por la mañana, hasta las hora de comer).AM

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