Las luces de Navidad ¿Se encendieron en Aiete?

Las luces de Navidad de San Sebastián se encendieron el día 2 de diciembre en los 17 barrios de la ciudad, excepto en Aiete-Miramon-Zorroaga y Landarbaso. De este modo, Añorga, Zubieta, Igeldo y Ategorrieta-Ulia, se sumarán a los barrios con decoración navideña, que este año tendrá un coste de 85.000 euros.

Las luces de navidad se encendieron en  Aiete, pero poco, alguna bombilla roja  han puesto en Etxadi, algo es algo dijo el calvo, pero la  Casa de Cultura sigue a oscuras

De todas las maneras,  tan poca luz han dado que ni para poner huevos llega.

2 comentarios en “Las luces de Navidad ¿Se encendieron en Aiete?”

  1. Aiete ha tenido pocas posibilidades de integrarse en las actividades y celebraciones festivas de la ciudad que mayoritariamente se sitúan en el centro urbano. (Hace años se bromeaba incluyendo las regatas en el programa de las Aieteko Jaiak). Otro año más la iluminación decorativa navideña ha pasado de largo (excepto el mencionado pino de fábrica en Etxadi) y ha dejado a una parte de sus vecinos con un regusto amargo: somos un barrio tranquilo y el perpetuo olvido de las periferias.
    Cuando la luz no te ilumina lo más fácil es que te envuelva la sombra. En Aiete se han afincado unas oscuras sombras que agazapadas de noche (y de día) se cuelan en nuestros bares, comercios, garajes y viviendas. Es igual que alguna vez sean interceptadas y alumbradas con las linternas de policías de servicio (ante el requerimiento de un vecino insomne) la sombra vuelve a la calle y agazapada esperará su próxima oportunidad para deslizarse dentro de una propiedad ajena (especialmente en las zonas menos pobladas como Oriamendi).
    No nos dejemos llevar por la pesadumbre, despleguemos las luces festivas de nuestros animosos Olentzeros del 22, Gero Axular; del 23 Haurtxoko, Casa de Cultura, y del 24, el tradicional del barrio, cuya recaudación se destina a Cáritas. Expulsemos las negras sombras de nuestras vidas.

  2. Me aseguran que las luces navideñas que se asoman tenebrosas en el arbolado de algunas calles son las mismas que las del año pasado, que no han cambiado ni las bombillas ni la empresa instaladora y que ni tan siquiera el presupuesto es diferente. Lo creo aunque debe ser que mi estado de ánimo es peor que el de hace doce meses porque si aquellas me parecieron espantosas, estas me crean un cierto desasosiego similar al que genera el anuncio del niño de la sopa y su baile enloquecido. La polémica de la iluminación navideña se zanjó tras una revuelta ciudadana extraña, inédita y curiosa, pero no parece que quienes promovieron la rebelión de la luz consiguieran grandes logros. Es difícil pronunciarse sobre qué adornos son más tristes, si los tradicionales noeles que cuelgan bizcos porque se les ha fundido una bombilla o las tenues lucecitas rojas tan repartidas entre las ramas que parecen más propias de un decorado escolar de halloween que de una hipotética explosión de alegría navideña. Si los arcos a lo ancho de la calle son tan importantes para el comercio, ¿por qué no colaboran? ¿Por qué algunos renuncian a decorar sus escaparates y apenas cuelgan un par de tiras de espumillón? Sí, la crisis. Lo que ocurre es que el desinterés privado por la iluminación navideña fue anterior a estas vacas flacas que padecemos, aunque la ciudadanía se diera cuenta de ello cuando madre Ayuntamiento dejó de financiar velitas, renos, coronas de rey o txapelas de olentzero

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