Como se sabe los inicios de Lantxabe están asociados a la idea “Aiete también existe”, saliendo al paso de gobiernos municipales que afirmaban “qué más queréis, Aiete es un barrio privilegiado”, ante las solicitudes vecinales. La actividad de la Asociación se vertebró en dos ejes: dotar a Aiete de los equipamientos comunitarios básicos (casa de cultura, polideportivo, escuela pública, ambulatorio, bidegorri…) y hacer de Aiete un barrio integral, apostando porque el Paseo de Aiete cumpla esa función constituyente.
Esta apuesta exigía convertir la vieja y tradicional carretera de Hernani, en el Paseo de Ayete. Una vía tranquila, sosegada, que una el sur con el norte del barrio, sin ese corte radical que representa el Paseo de Ayete, en el tramo que va paralelo a los jardines de Aiete (de ahí que se proponga también una solución al feísmo del muro carcelario).
Lo primero era amanzar el tráfico y se sabe que eso se logra con semáforos y pasos de peatonales elevados. El más simbólico se construyó en la puerta de los jardines del palacio. Los fitipaldi de la comarca armaron la marimorena. Se acababa con la velocidad endiablada en el paseo. Fue un excelente trabajo de los responsables de movilidad en el momento, con Pepe Arrate a su cabeza.
Sin embargo la insoportable voracidad de los partidarios de la velociad ha terminado convirtiendo el paso elevado de peatones, en un dibujo casi plano (¡Menos mal que queda el semáforo!). En resumidas cuentas en calidad de vida, seguridad, disfrute del paseo, perspectivas de fututo, hemos ido para atrás.