Es mejor ver la Botella medio vacua que medio lela

Cada cuál es muy libre de ver la botella medio llena o medio vacía, pero cuando el recipiente de cristal responde al nombre de Ana (María), el dilema se reduce a verla medio vacua o medio hueca.

La propuesta de la nueva alcaldesa de Madrid de cubrir determinados servicios públicos tirando de voluntariado es una ocurrencia propia de algún ‘think tank’ a la deriva -no daremos nombres por respeto conyugal-. Resulta complicado que esta invitación al voluntariado vaya a tener eco, más allá del círculo que conforman los vetustos miembros de Nuevas Generaciones, cuya avanzada edad les impediría por otra parte desempeñar buena parte de los cometidos disponibles entre la amplia oferta de ‘trabaja por nada’.

Botella olvida que la primera premisa a la que debe aferrarse todo voluntario consiste en no realizar gratis ningún trabajo que pueda ser remunerado. Y la segunda, no integrarse desinteresadamente en una estructura laboral cuya escala de mando incluye nóminas, circunstancia que se da en este caso en la persona de la propia alcaldesa.

La propuesta dice mucho también de la confianza que le inspira a Botella el trabajo que realiza su marido al frente de la FAES, un laboratorio de ideas más o menos estrambóticas, cuyo inmortal legado obvia para echar mano de la ortodoxia comunista. Así, la oferta de trabajo a cambio de nada pasa por alto todas las teorías neoliberales y en su lugar, bebe directamente de las fuentes de Marinaleda, el pueblo andaluz en el que sus habitantes practican desde hace lustros el sacramento de los ‘domingos rojos’, es decir, trabajo comunitario pagado a precio de conciencia revolucionaria.

Botella ha pensado en voz alta lo que tantos otros sólo se atreven a concebir en monólogo interior: en tiempos de austeridad, sería un despilfarro pagar a cambio de algo que no vale casi nada, en este caso, el trabajo. Además, sustraería recursos que bien podrían destinarse a tareas mucho más productivas, como pueda ser pensar desde el sillón de un despacho, por citar un ejemplo.

Oscar Wilde se mostraba dispuesto a hacer cualquier cosa a cambio de mantenerse ‘forever young’, excepto a madrugar, hacer deporte o ser útil a la comunidad. Ana Botella alumbra la infeliz idea de apuntarse a las tres a cambio de jubilarse joven a los 67 años. Si los madrileños no responden a tan tentadora oferta, Botella lo interpretará en clave lela: el andalucismo ha hecho metástasis en la capital y la economía sumergida impide a los desempleados conciliar su vida laboral con las obligaciones inherentes a todo buen ciudadano.

Quizás haya quién piense que si bien el trabajo gratuito no le permitirá labrarse un futuro, quizás sí le ayude al menos a forjarse un pasado. Dicho de otra forma: si eres tan cerril como para entregar gratuitamente al Gobierno municipal tu tiempo y tu esfuerzo, quizás sirvas para engrosar las listas electorales en los próximos comicios. Que pierda toda esperanza. En este punto, jamás pasará del puesto veinte en la papeleta, lejos de cualquier posibilidad de elección. Los partidos políticos utilizan a los entusiastas, pero desconfían profundamente de ellos.

2012 enero 30 por eljukebox

 

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2 comentarios en “Es mejor ver la Botella medio vacua que medio lela”

  1. Quisiera ser voluntaria

    Habrá que cerrar bibliotecas o polideportivos si no hay voluntarios que se ocupen de sus actividades». La alcaldesa del endeudadísimo Madrid, Ana Botella, hace estas declaraciones sin poner la cara que mostraría el nuestro, Juan Karlos Izagirre, un mohín de niño bueno al que le han suspendido Gizarte injustamente. Tampoco saca pecho como haría Iñaki Azkuna en un llamamiento aguerrido a su ciudadanía para cubrir gratis algunos puestos de trabajo. Ni tan siquiera se refugia en un ‘a mí que me cuenta’ que, como nadie, encarna ahora el trajeado Honorable Artur Mas. Botella pide que los voluntarios se ocupen de cursillos y talleres con el argumento de que la ciudadanía debe devolver aquello con lo que se les ha dotado como sí los servicios fueran graciables y no el objetivo de un gestor político. Caer en la tentación del voluntariado para determinadas funciones oculta demasiadas veces la intención malsana de abaratar servicios y salarios cubierta con un halo engañador de solidaridad. Enseñe usted judo gratis a los niños, venga a limpiar el río y así no pagamos a las brigadas, el yoga va muy bien a las embarazadas, dedíquele un par de horas a la semana. Quienes dedican su vida laboral a cuestiones vinculadas a la cultura de calle o al deporte de base no sólo se encuentran con que peligra su trabajo sino, sobre todo, con que el valor que se le da a su profesionalidad es mínimo. Eso sí, la alcaldesa que exige más que pide, aspira de nuevo a unos Juegos Olímpicos que, asegura, generarán un montón de puestos de trabajo, tal vez los mismos que quiere eliminar a costa de trabajo gratis. Conozco a chavales que ponen las vallas de la Behobia. Pero su profesor de gimnasia, afortunadamente, cobra. ANA VOZMEDIANO

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