Mercados

Un señor con cojera transparente y apesadumbrado rostro grita: «Viva España». Un hombre uniformado responde ritualmente: «Viva el Rey». Están acompañados de militares cuyo ropaje está adornado con infinitas medallas, politicos con chaqué y damas vestidas de largo. Es la Pascua militar. Pero las imágenes no transmiten jolgorio. Por mucho que se desee y se afirme que España va a vivir eternamente todo huele a mortecino, a desánimo, a la sensación de que lo malo seguramente irá a peor.

Pero no es justo generalizar. Imagino que el miedo y la hastiada resignación solo es privilegio de los millones de parados, los que saben que dentro de un mes o de un año pueden perder su trabajo, los que ya están privados de negociar ningún tipo de convenio, los que siendo jóvenes, doctos, esforzados y brillantes son conscientes de que para ellos se va a demorar amargamente la oportunidad de demostrar su valía o que nadie renovará su beca aunque el resultado haya sido modélico, los que verán sus muy aceptables sueldos gravemente mermados por la sagrada misión de salvar a la patria. A la patria no la salvará el auténtico e intocable dinero. Entre otras cosas, porque sus poseedores ya se han encargado de colocarlo fuera del país y porque los ajustes fiscales siempre han sido asuntos de la plebe. Menos mal que el Rey no tiene la menor duda de que la justicia es igual para todos. Hay que ser muy cínico o muy tonto para proclamar tu certidumbre en algo tan cómico.

Qué mal rollo al observar día tras día la primera plana de los periódicos y al escuchar los informativos de la televisión y de la radio, constatando que lo único trascendente que marca nuestra existencia son cosas abstractas denominadas IBEX y mercados. Qué desidia provoca todo lo que sale de la hueca o mentirosa boquita de la clase política. Y pensar en la cantidad de cosas hermosas que se pueden expresar con la boca. Los Reyes Magos se empeñan en que me olvide del IBEX y de los mercados, regalándome el DVD que filma el concierto que dio Van Morrison en el Hollywood Bowl de Los Ángeles volviendo a interpretar Astral weeks, esa maravilla a la que el caprichoso Morrison condenó a demasiados años de ostracismo. Ruge, gime y susurra el león. Se acabaron las penas.

CARLOS BOYERO 07/01/2012

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