¿Y esto es un Ford menor? “Tobacco Road” a debate

El guión, de Nunnally Johnson adapta la obra de teatro “Tobacco Road” (1933), de Jack Kirkland, versión teatral de la novela del mismo título (1932), de Erskine Caldwell (1903-87). Es una película de aparente transición y de bajo

presupuesto. Fernando Mikelajauregui la presentó como una joyita de John Ford, al acabar de verla, en la tertulia, las personas que dieron su opinión -y el propio Fernando- quedamos maravillados de esta auténtica joya del cine. La acción dramática tiene lugar en Augusta (Georgia), en una zona concreta conocida como “La ruta del tabaco”, tiempo atrás próspera y dedicada al cultivo del algodón, pero actualmente en decadencia y convertida en lugar de miseria. Jeeter Lester (genial Grapewin) y su esposa Ada (Patterson) quedan solos tras la marcha de sus dos últimos hijos. Han tenido en común 15 o 16, no lo recuerdan con precisión. Jeeter, de más de 60 años, es un pícaro extravagante, parlanchín y holgazán. Ada, su mujer, es sensata y lúcida, pero está disminuida por la edad.

El film suma drama, comedia y crítica social. El panorama descrito, en un ambiente rural, recuerda, en parte, el drama en que muchas familias viven hoy en nuestra ciudad.

El relato está escrito en tono de farsa, presenta numerosos lances de humor y crea abundantes situaciones divertidas. Trata a los personajes con respeto, cariño y ternura. Los hace ingenuos, sencillos y entrañables. Los muestra condenados al hambre, al desahucio, al desamparo. Son incapaces de afrontar y resolver los problemas que les afectan: soledad, carencia de ayudas familiares, enfermedad, etc. La situación de Jeeter y Ada es triste y descorazonadora. Ford lo muestra sin rodeos y sin disimulos, pero sabe extraer lirismo de las palabras, los diálogos, las reacciones personales, la inacción, la singularidad de los caracteres. La farsa, mordaz y crítica, sitúa a las personas como víctimas de la crisis del campo, la Depresión, la marginación, la vejez, el abandono de los hijos. Por ello los personajes, aunque estrafalarios, son a los ojos del espectador dignos de aprecio, afecto y simpatía.

La película tiene muchos puntos de contacto con “Las uvas de la ira”, película que seguimos en uno de nuestros ciclos anteriores (Celebrados en el Topaleku)

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