Con esta frase pronunciada ayer en Madrid por el dirigente sindical belga Rudy de Leeuw se resume el apoyo de las principales centrales sindicales europeas al paro general convocado por las centrales vascas y españolas para hoy 29 de marzo.
Los derechos laborales de los trabajadores de Europa son el sustrato básico del modelo europeo de paz social y convivencia democrática. Agredirlos es hostigar la democracia y truncar la paz social en Europa. Defenderlos, es defender la estabilidad democrática continental: la huelga general convocada en Euskadi y en toda España, es pues una medida de defensa democrática que los sindicatos de los trabajadores europeos apoyan. Este razonamiento resume asimismo lo manifestado por líderes de las principales centrales sindicales de Europa, concretamente de Alemania, Francia, Italia y Bélgica, así como los comunicados de otras latinoamericanas.
Euskadi ha comenzado la mañana de huelga general con un alto seguimiento en los sectores que han comenzado su actividad, como los autobuses o las fábricas más grandes.
Al comienzo del paro, a medianoche de hoy, las radios públicas dejaron su programación y comenzaron a emitir música, que ha seguido toda la noche en cumplimiento de los servicios mínimos. A las seis de la mañana la televisión vasca también ofrece música en tres de sus cuatro canales, y en el cuarto, dibujos animados.
Con la llegada de la mañana se ha notado el paro en los mayorista de alimentación, y a partir de las cinco y media en los autobuses, trenes y metro, que comienzan a operar en torno a esa hora y tiene fijados unos servicios mínimos del treinta por ciento de lo habitual.
En las fábricas, la principal factoría vasca -con más de tres mil trabajadores- Mercedes Benz de Vitoria, está cerrada. También están cerrados los dos puertos principales, los de Bilbao y Pasajes, así como otras fábricas importantes como las de ABB o Arcelor en Olaberría y Michelin en Lasarte (Guipúzcoa).
El Gobierno vasco ha cifrado este mediodía la incidencia de la huelga general en Euskadi entre el 60 y el 70% en el sector privado y ha informado de que el seguimiento del paro ha alcanzado el 71,90% entre los empleados públicos de la administración autonómica. Aunque convocada por separado, esta huelga reúne a todos los sindicatos (nacionalistas y estatales) de Euskadi por primera vez desde 1999. En sus primeras valoraciones, han coincidido en resaltar el «éxito» de este paro.
«Es una huelga histórica, sin precedentes desde el 14 de diciembre de 1988»
Los datos de la demanda eléctrica muestran la amplitud del seguimiento del paro, sobre todo en la industria: hasta un 48,8% menos a las nueve de la mañana de la demanda prevista por Red Eléctrica para una jornada laboral normal (1.139,8 MWh frente a los 2.334,7 MWh previstos). El consumo real era a esa hora inferior en un 31,7% a la de un domingo de principios de abril tomado por Red Eléctrica como referencia
Rudo
Discusión de que si ha sido total el cierre, que si no, que en las manifestaciones había tantos, y ? y con un día descontado de nuestro sueldo, y nada más.
Sólo faltaban los que no se han leído la reforma laboral
el Partido Popular llamado a sacarnos de la crisis mediante audaces medidas recurrió en algunos de los ayuntamiento que gobierna a la ingeniosa medida de dejar encendido el alumbrado público durante el día con el objetivo de evitar que el consumo energético registrara las dimensiones del paro. Como es habitual en el PP, se le fue la mano, dando como resultado que algunas ciudades superaron a Alemania en gasto eléctrico, alcanzado cifras propias de sociedades en situación de pleno empleo
Dicho esto, tiene su sentido afirmar que la silicona es el «doping» de las huelgas por cuanto les permite aumentar su rendimiento mediante sustancias químicas
A los que dicen, que la huelga de ayer fue todo un éxito, decirles tambien que los sindicatos se han ocupado durante estos años, en defender a los que tenian trabajo fijo, en detrimento de los parados, solamente se ocupaban y se preocupan de que no sean despedidos los que están activos, y olvidándose de los parados, aunque en sus discursitos hipócritas, abran la boca diciendo que tambien les preocupan los parados. Ayer, cuando pasaban las manifestaciones sindicales de Ela y Lab, en Reina Regente, a la altura de los jardines que están enfrente del Victoria Eugenia, un grupo de parados, perteneciente a la Asamblea de Parados, pusieron una pancarta en el templete que hay ahí, y según pasaban los manifestantes sindicales, les sacaban unas enormes tarjetas rojas, pues bien, al pasar justamente delante, los manifestantes dejaban de gritar, supongo que avergonzados, porque se preocupaban por no perder sus derechos, mientras les importaban un bledo los derechos de los parados, que no olvidemos, los parados tambien son trabajadores, y además es la casta mas baja de los mísmos.
Esta reforma laboral va ha hundir el pais, lo saben perfectamente, pues a eso van.
Con menos dinero se consume menos, por tanto se contrae la economia, pero lo importante es que los ricos no pagen impuestos y sean todavia mas ricos, y es de lo que se trata.
Que nadie se de por aludido con lo de rico, estoy hablando de 0,1% de la poblacion
Hola I.,
pues no sé si lo que puedo contarte sobre el día de huelga tiene algún valor o te puede servir de algo. Lo viví todo con absoluta indiferencia, no conseguí salir en ningún momento de esa sensación.
Tampoco voy a cometer el típico error de teórico de creer que mis sensaciones son el termómetro del mundo, pero lo cierto es que no puedo descartarlas sin más. ¿Desde dónde podría pensar entonces?
Los amigos anduvimos bastante despistados y no dimos con los lugares interesantes, luego nos contaron que hubo momentos intensos en la mani que empezó en Sagüés y varios otros. La gente está muy contenta en general, pero yo no conseguí conectar con la situación.
No sé, igual ponemos atención en algo cuando no lo entendemos bien y nos plantea un problema, pero ayer todo el repertorio de lenguajes y gestos me sonaba ya-visto (aunque desde luego era masivo y circulaba energía, sin duda más que en las huelgas de 2009-2010). A mi -y más después del 15-M- me dejan frío las plastic flags, detesto los bloques identitarios, la retórica de la clase obrera me suena a hueco, no me va la división del mundo en huelguistas y esquiroles… Como ves, tengo problemas con el dispositivo “huelga general”
Huelguistas y esquiroles. Claro que hay momentos en los que el mundo se corta en dos y hay que elegir dónde se está. Atreverse a polarizar cuando llega el momento, eso es irrenunciable. Pero también pienso en mi vida y la veo más como una mezcla cotidiana de piquetero y esquirol, algo menos heroico, más ambiguo y contradictorio, gestos que reproducen la realidad y algún otro que lo cuestiona, y entonces me pregunto si nuestras polarizaciones públicas no deberían tal vez acompañarse de algún movimiento de apertura hacia el otro -que sería como una invitación íntima al diálogo con esa otra parte de uno mismo.
¿Cómo convivir? Vamos, lo que te quiero decir es que no me sale insultar a nadie ni obligar a ninguna tienda de abanicos a cerrar, la verdad. Y seguramente por eso aprecio tanto el espíritu 15-M que desafía a los poderes, polariza y dice NO a lo que no queremos en nuestras vidas sin montar ninguna trinchera, sino abriendo un espacio de diálogo e invitación al 99%. Pero igual ahora vienen otros tiempos…
Un amigo se me acercó ayer y me dijo: “los modos de hacer 15-M han perdido la iniciativa, a partir de ahora la vieja política pondrá el escenario y en todo caso nosotros encontraremos intersticios por donde colarnos”. Otro amigo nos regañó muy sabiamente: “vais paseando por aquí sin enteraros absolutamente de nada y ya estáis haciendo diagnósticos definitivos sobre el giro radical de la situación y tal y cual”. Y tiene toda la razón, pero como es el único juego al que sabe uno jugar… Bueno, prudencia, vamos a esperar, escuchar, ver… A ti te cuento todo lo que me pasó por la cabeza porque sé que lo vas a saber leer como las impresiones de un momento, sólo fragmentos para seguir pensando.
Pero ya sabes lo que creo: las “radicalizaciones” suelen ser de lo menos radical que hay. Todo se vuelve muy obvio, los bandos están claros, el mundo se ordena demasiado. Me gusta pensar más en una radicalidad que pase por hacerse preguntas de fondo sobre la vida que llevamos, por desordenar(nos) y problematizar(nos), no sólo confrontar, por elaborar esas preguntas de forma compartida y colectiva, en torno a experimentaciones prácticas, por extenderlas a todo el mundo. Lo que tenemos que parar es el sentido de nuestra vida y no tanto las tiendas de abanicos. Y la verdad no sé qué preguntas me hace esta huelga sobre el trabajo, el dinero, la riqueza, etc.
¿Igual es que el clima 15-M anda un poco desorientado y nos agarramos a fórmulas más hechas y contundentes (en lo retórico, claro, porque en la práctica son pura impotencia) como si ellas sí que nos fuesen a “llevar a algún sitio y dar resultados”? Podría ser, es bien difícil sostener el desgarro entre el tiempo acelerado de destrucción de todo del capitalismo y nuestro “vamos lentos porque vamos lejos”, no? Pero mi idea es que si el 15-M irrumpió con tanta fuerza no fue gracias a los movimientos sociales preexistentes, sino precisamente a su debilidad. Otras maneras de hacer se abrieron paso porque las que había mostraban sus límites y no saturaban todo el espacio. ¿No tendríamos que volver a hacer un poco de vacío para dejar paso? No sé, ahora me parece difícil…
No reenvíes este mail, o sólo a amigos de confianza, no pongo la mano en el fuego por nada de lo que te digo, quiero hablar con más amigos a ver cómo lo vivieron, también en Barna, Madrid y Bilbao, ya te cuento, seguimos!
Un abrazo,
A.
Más allá del voluntarismo y la autocomplacencia, pocas personas negarán que, fuera de Gipuzkoa, la huelga del 26-S ha supuesto un recorte de la del 29-M. Y hemos dado esta exhibición de relativa debilidad justo cuando más necesario era mostrarnos fuertes ante el enemigo. Los que manejan a los Marianos de este mundo se parten de risa ante nuestra división, seguros de que nuestros paseos por el centro de las capitales no van a detener su ofensiva, y mucho menos si caminamos haciendo como si el 32% de las fuerzas sindicales de la CAV o el 54% de las de Navarra no existieran. Dirigentes del sindicalismo abertzale: Aquí y ahora, ¿merece la pena condenar a los sectores sociales más débiles a las garras del terrorismo social para defender una hipotética Euskal Herria Sur independiente partida en dos, españolizada, más bien pija y supeditada a la bendición del PNV? Dirigentes del sindicalismo unionista: Con un lobo rabioso no cabe el diálogo social. Ya basta de excusas: el referéndum más efectivo que cabe organizar contra los recortes es una huelga verdaderamente general y bien cocinada. Trabajadoras, parados, mujeres pisoteadas, inmigrantes, desahuciados, jóvenes emigrantes, estudiantes, personas dependientes y discapacitadas…: La defensa de nuestros derechos sociales y laborales no se puede subcontratar. Si las elites del sindicalismo abertzale y unionista, debido a rencillas estériles, se muestran dispuestas a vender nuestro pellejo, tendremos que organizar la lucha social nosotros mismos desde los barrios. Si de veras queremos ganar esta lucha, las huelgas venideras habrán de ser unitarias y organizadas.
Koldo Larrea Antxia
Puede que haya quien no se ha enterado a estas alturas de que el próximo miércoles hay huelga general. Y no será por culpa de los convocantes, que hacen todo lo que pueden por difundirla, sino más bien del piquete antihuelga, que esta vez parece más discreto que otras veces. Adamás, nos gustará más o menos, pero a ese piquete se han sumado los sindicatos anti-sistema ELA y LAB.
Sorprende el poco ruido que la derecha mediática, política y empresarial está haciendo con la huelga del 14-N, en comparación con lo activos que estuvieron en las últimas convocatorias. No he encontrado en la última semana ni una sola portada protagonizada por los sindicatos. Nada de liberados, subvenciones, restaurantes de lujo, cruceros; nada de la munición con que el piquete antihuelga atacó a CCOO y UGT en las dos últimas huelgas generales.
Como el 14-N es pasado mañana, se me ocurren varias explicaciones a ese perfil bajo que el piquete antihuelga ha elegido esta vez: a) que se hayan dado cuenta de que sus ataques consiguen el efecto contrario, movilizan más gente (como se vio el 25-S); b) que estén tan entretenidos en sacudir a Artur Mas que no les quedan fuerzas para más golpes; c) que estén muy ocupados preparando la portada del día después, que sin sorpresa dirá “Fracasa la huelga”: o d) que piensen que esta vez no hace falta mucho piquete antihuelga, porque bastante difícil es ya para la mayoría hacer huelga, y no hace falta insistir.
Supongo que es por una mezcla de todo lo anterior, pero me quedo con esta última razón, pues flota en el ambiente de esta huelga, más que en las anteriores: la dificultad de cada vez más ciudadanos para secundarla. Una vez más se cumple eso de que cuanto más justificada está una huelga, más difícil es participar en ella.
Habrá quien piense que no puede hacer huelga porque no tiene trabajo al que faltar: cerca de seis millones de parados a los que nadie podrá descontar un día de sueldo. Otros no se atreven a secundarla, por miedo a represalias en su empresa, ya que desde la última reforma laboral es más fácil y más barato despedir, y está también en manos del empresario cambiar las condiciones de trabajo o reducir el sueldo al margen del convenio. Y en línea con esto último, hay un tercer sector de trabajadores cuya penuria económica les hace muy cuesta arriba perder un día de sueldo, pues bastante justos andan ya.
Tres motivos posibles para no hacer huelga: estar en paro, tener miedo, pasar estrecheces. Son exactamente los tres principales motivos por los que sí hay que hacer huelga el miércoles; tres razones de peso para unirse a la movilización del 14-N.
En primer lugar, el paro. Huelga contra una política económica que sigue sumando parados de cien mil en cien mil sin mover un dedo; contra una reforma laboral que ha puesto alfombra roja para los despidos en masa; contra un gobierno que renuncia a intentar otra cosa, acepta que 2013 sea un año perdido, y nos condena a años de elevado desempleo.
En segundo lugar, el miedo. Si en la huelga anterior conocimos muchos casos de coacción empresarial contra trabajadores para que fuesen a trabajar, hoy es todavía más poderoso el chantaje, hasta el punto que muchos trabajadores ni siquiera lo necesitan, pues lo han interiorizado, como pasa con la censura en los regímenes autoritarios. Entre la presión del elevado paro, y una reforma laboral que puso en la mano de la empresa todo el poder, el miedo ambiental es mayor que nunca. Y contra eso es más necesario protestar, porque si hoy no haces huelga por miedo, puede que no tengas más oportunidades en el futuro, seguirás perdiendo derechos.
En tercer lugar, la penuria. Una huelga general contra el empobrecimiento generalizado de los trabajadores, contra el aumento de la desigualdad y la exclusión; y contra la transferencia descarada de riqueza desde la clase trabajadora hacia el sector financiero, la gran empresa y las rentas altas, mediante rescates bancarios, banco malo y el desmantelamiento y privatización de lo público.
Hay muchos más motivos, pero esos tres ya justifican hacer huelga. Además, los parados deben saber que sí pueden secundarla, pues no sólo es laboral, también de consumo y de usuarios de servicios públicos, además de poder participar en las movilizaciones de ese día. Por su parte, quienes tienen miedo deben pensar que cuantos más seamos, más podremos protegernos unos a otros, a la manera en que los ciudadanos hemos acompañado a tantos colectivos en lucha últimamente. Y quienes se ven ya demasiado pobres como para perder un día de sueldo, que sepan que aún se empobrecerán más si no conseguimos detener a los fabricantes de miseria.
Quienes más motivos tienen para hacer huelga el 14-N son precisamente quienes más difícil tienen participar. Y por paradójico que parezca, no poder hacer huelga es el mejor motivo para hacerla.
Lorenzo Pazos Mendebarria