75. urteurrena dela eta, “Gernikako bonbardaketa, 1937ko apirilaren 26a” erakusketa ezagutzera gonbidatzen zaituztegu.
Bakearen eta Giza Eskubideen Etxea.
Aieteko Jauregia. Aiete Pasealekua 65. 20009. Donostia
Apirilak 3-maitzak 3
A propósito de esta foto:
Mientras el pintor intenta concentrarse, el hombre de tez blanquecina camina en círculos por el estudio, husmeando, la luz de la mañana parisina se cuela por el ventanal y dibuja sobre el suelo una sombra alargada, delgada, sutil, que hace crujir la tarima al caminar, que da pasos cortitos y no duda en emitir sonidos de aprobación o desagrado ante las obras allí expuestas, ruiditos que se mezclan con las campanas del Sagrado Corazón, que a pesar de todo siguen repicando.
Piccaso fuma, mira de reojo a su visita no invitada, no deseada, mantiene el silencio y respira hondo, sin esfuerzo las alarmas de su sexto sentido pitan casi más alto que las de la basílica cercana, el tipo que tiene enfrente lleva unas palabras invisibles tatuadas en su frente, HIJO DE PUTA, dicen, va vestido de civil, pero sus ademanes lo delatan, su compañía también, dos bulldogs de metro ochenta, levitas de cuero negro y miradas oscuras, repletas de desprecio, inertes, con sendos bultos en sus sobaqueras, con sendas palabras transparentes escritas en sus caretos, en sus nudillos encallecidos de dar hostias, DOLOR, dicen; no fuman, no hablan, no respiran, podrían ser estatuas de no ser por la certeza que transmiten; Pablo sufre un escalofrío que le recorre la espalda, hace lo posible por que no se note, fuma, maldice, sabe que sus papeles están en regla, sabe que a los allí presentes les importa una mierda, espera a que el jerifalte nazi rompa el hielo.
Las campanas descansan, Otto Abetz, embajador del Reich en la Francia ocupada detiene sus ojos en una gran fotografía de un cuadro, uno en blanco y negro, enorme, un mural que decoró el pabellón republicano de la exposición universal de hace unos años, cuando aún quedaban rojos en España, allí están las madres con sus hijos muertos, sus lágrimas, su dolor; allí están los caballos destripados, los edificios destripados, los hombres destripados, Guernica reducida a polvo; arruga el morro, piensa que es una pena que un pintor de tanta calidad pierda el tiempo dibujando panfletos como un niño, el tal Picasso; si no tuviera tanta fama con gusto le haría un hueco en Mauthausen, todo se andará, pero no de momento, no interesa, no al menos mientras el artista esté tranquilito, pinte y no se meta en camisas de once varas, el alemán resopla, por fin rompe el hielo, señala la reproducción y dice:
-¿Es obra suya, monsieur Picasso?
Hay que joderse, el pintor muerde la punta de su lengua pero no sirve de nada, tras unos segundos de deliberado desprecio, por fin el genio habla, contesta.
-No, de hecho, fue obra suya.
Esta exposición ofrece una visión histórica de los hechos ocurridos aquel fatídico lunes, 26 de abril de 1937, día de mercado, donde se daban cita gran cantidad de personas en la pacífica Gernika. La muestra realiza un repaso por todo el contexto político, social, cultural y económico en el que se enmarca la España de pre-guerra, la Guerra Civil, el bombardeo de Gernika, la reconciliación y el famoso cuadro que pintaría Pablo Picasso sobre el ‘Guernica’. Las imágenes de la devastación que sufrió la población civil hace 75 años se exponen a través de una veintena de paneles con fotografías históricas y textos explicativos que cuentan minuciosamente las sensaciones y momentos que se vivieron entonces.
Gernika, capital cultural e histórica vasca, tenía antes del ataque una población de unas 5.000 personas, a las que habría que añadir un gran número de tropas, que se retiraban para preparar la defensa de Bilbao, y refugiados que huían del avance de las tropas franquistas. En ese momento no tenía ningún tipo de defensa antiaérea, aunque sí tenía tres fábricas de armas, una de ellas de bombas de aviación. El bombardeo sistemático sobre Gernika se prolongó durante más de tres horas, desde que comenzaron a sonar las campanas de la iglesia de Santa María hacia las cuatro de la tarde, cuando tocaron tres veces avisando de la llegada de aviones. La destrucción de Gernika se desarrolló en tres fases; primero, con el lanzamiento de bombas rompedoras; después, con bombas incendiarias y finalmente, con el ametrallamiento de la población civil. El ataque fue obra de la Legión Cóndor alemana y las fuerzas aéreas italianas actuando bajo las órdenes de Franco. Gernika quedó así, prácticamente arrasada, pasando a la historia como el primer territorio donde se realizó un ensayo de guerra total, tal y como reflejan las imágenes de esta exposición. Una muestra que mantiene viva la memoria de quienes perdieron la vida en una batalla que no tuvo razón de ser.