El cisne macho cual aietearra Saturno quería comer a sus hijos

Como se recordará en la pasada primavera la pareja de cisnes que habitan en el estanque de los jardines, muy visitada por las niñas y niños que con su familia acuden al palacio de Aiete, tuvieron, dos crías, una de color blanco y otra de color un poco más oscuro. Los visitantes, y Marcial Otegui, disfrutaron y estuvieron muy atentos a la evolución y crecimiento de estos cisnes-bebé. Publicamos fotos con ellos subidos en las espaldas de sus progenitores. Son fotos muy entrañables. Luego crecieron y empezaron a nadar solos por las aguas del estanque. Acechaba una sabiesa gaviota con fines de almorzarse alguno de las dos pequeñas criaturas. Ahí anduvo Marcial palo en ristre.

Inopinadamente el propio Marcial, como tutor del parque, observó como uno de los dos cisnes adultos, el cisne macho, atacaba despiadadamente a su pareja de hijos -en la foto-. Ellos se escondían donde podían, entre la pequeña fonda del estanque, pero un día Marcial tuvo que emprenderse a palos con el cisne adulto-padre porque con su pico le apretaba el cuello a uno de los pequeños cisnes hasta querer ahogarle.

Algunas veces hemos hablado de la alegoría de los cisnes en Aiete con una referencia implícita al no impacto negativo de la casa de cultura en la naturaleza y las raíces de la fauna y de la flora del parque, como los contrarios de su construcción en el lugar argumentaban.

No sé si hoy podemos quedarnos con alguna que otra alegoría; por ejemplo, que el grande se come al chico; que no te fíes ni de tu padre, o de la guerra despiadada entre los seres vivos que habitan en la naturaleza….

El caso es que Marcial habló con la Jardinera Mayor para salvar a estos dos cisnes. Marcial descartó Cristina Enea por la difícil convivencia entre cisnes y niños en espacios abiertos; sugirió Artikutza, y finalmente los cisnes adolescentes, aunque tristes, están en el estanque de la plaza de Gipuzkoa, protegidos con una valla, sin contacto directo con la infancia humana, una vez que Marcial demostró a la Jardinera Mayor que los cisnes no se pueden escapar porque, como los aviones, necesitan una larga pista de despegue. (¿Cosntruimos una nueva leyenda?)

De su nuevo hogar tuvo noticia Marcial porque unos vecinos del barrio le dijeron “Hemos visto a tus nietos en la plaza de Gipuzkoa” y allí fue -y va a menudo- con sus hojas de lechuga como complemento alimentario. Afirma que no están tristes, son cisnes, la tristeza la lleva él mismo: no puede ver todos los días a los pequeños cisnes.

1 comentario en “El cisne macho cual aietearra Saturno quería comer a sus hijos”

  1. Pérdida de masa encefálica

    Rajoy se acostó ayer con la Bolsa en caída libre, la prima de riesgo emulando a un cohete de Cabo Cañaveral y el Barça a tan sólo un punto del Madrid. Desde que Javier Arenas se estrelló contra la realidad, el club merengue ha visto recortadas hasta límites insoportables sus perspectivas de ganar la Liga por mayoría absoluta. En cuanto al presidente de un Gobierno que parece más bien una banda de free-jazz, su actitud ha pasado de no admitir preguntas en las ruedas de prensa a no admitir ruedas de prensa. Su fuga y tocata de ayer en el Senado merecería ser glosada por la prensa deportiva en términos reservados hasta ahora exclusivamente para el astro argentino, de quien no se ha dicho nada que no se pueda aplicar a Mariano: “Se fue de todos sus rivales con una facilidad pasmosa”, “siempre hace lo mismo pero que nadie consigue pararle” o incluso “hace tiempo que agotó todos los adjetivos”.

    Rajoy ha empeorado las marcas de Zapatero y la gran esperanza blanca de la derecha española, Esperanza Aguirre, empieza a emitir señales de pérdida de masa encefálica. Con su propuesta de vaciar de contenido el único cargo que aún ostenta, emula a Queequeg, el compañero de viaje del protagonista de ‘Moby Dick’, que invirtió buena parte del tiempo a bordo del ballenero en construirse su propio ataúd. Más amortizada que la momia de Lenin, Aguirre incurre en el mismo error que los viejos ‘indignados’ al uso, tipo Hessel o Fidel Castro, al confundir su ocaso personal con el fin del mundo en general.

    En medio de esta realidad opaca, líquida y cargada de señales indescifrables en el que fuerzas ocultas parecen manejar los hilos de nuestro destino, Froilán emerge convertido en signo y metáfora del español medio. Al dispararse un tiro en el pie, el nieto del rey ha empatizado como nadie con la masa de electores que el pasado 20 de noviembre hizo lo propio votando de forma masiva al Partido Popular. Apenas apagados los ecos del disparo, También Froilán pasó de inmediato a modo electorado andaluz, mostrando su arrepentimiento, amén de una razonable preocupación por la previsible reacción airada de su abuelo, un hombre cuya trayectoria autolesiva en cuantas actividades ha acometido a lo largo de su vida -a excepción de la lectura del mensaje de Navidad-, compromete seriamente su autoridad a la hora de propinar regañinas.

    En cualquier caso, su permanente gesto malhumorado, su falta de pericia mental y el hecho de estar bajo la custodia de al menos un inepto convierten a Froilán en el miembro de la Familia Real mejor situado a la hora de heredar la ‘campechanía’, entendida ésta como ese don que te permite establecer estrechos lazos de identificación con el pueblo español. Si el abuelo de doña Letizia fue taxista, quizás el círculo se cierre el día en el que, por circunstancias históricas ahora imprevisibles, el primogénito de la infanta Elena se vea abocado a solicitar su propia licencia. Todo el día al volante, la emisora de los obispos ganaría otro oyente cabreado.
    2012 abril 11 por AM

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