Una parte considerable del malestar que experimentamos en nuestras relaciones con los demás proviene de no respetar una sencilla máxima: cada ser humano tiene derecho a vivir su vida de la forma que le parezca más adecuada; y el buen gobierno debe poner los medios para que todas las personas puedan disfrutar de la libertad y del progreso.
Se habla mucho de respeto, de respetar la libertad de los demás, de no juzgar sus ideas, opiniones, actos u omisiones porque sean diferentes a las nuestras. Pero las personas que más hablan de respeto son precisamente las que más critican a las que no piensan como ellas, las que juzgan los comportamientos de los otros y cierran puertas -y oídos- cuando adivinan el desacuerdo.
Desde la finalización de la huelga general del 29M, la derecha mediática y política de este país nos está bombardeando de manera compulsiva con un mensaje manido y poco original: la huelga ha sido un fracaso y la mayoría de los trabajadores que la secundaron lo hicieron coaccionados por la acción de los piquetes informativos de los trabajadores. Si viven agarrados a ese mensaje tan falso como pobre, me da la impresión que lo que nos están ofreciendo es un indicador más del rechazo masivo de los trabajadores de este país a la última reforma laboral.
Ahora el gobierno puede seguir mareando la perdiz pero lo cierto es que ha quedado, una vez más, retratado. Puede contarnos que esta reforma laboral ha dejado más que satisfechos a los empresarios, que le viene bien a los mercados, que le encanta a los burócratas de la Unión Europea que nunca han sido elegidos por los ciudadanos, pero tiene que reconocer que los trabajadores de este país la rechazan de manera contundente.
Las cavernas de la derecha piden más contundencia al gobierno para actuar contra los excesos de los piquetes informativos. Pero si en está huelga han existido excesos, ha sido sobre todo por la acción de los piquetes informativos de los empresarios, que al contrario que los sindicales, no están reconocidos por ninguna Ley. Estos si son piquetes informativos con una capacidad coactiva contundente. Los empresarios más retrógradas de este país han defendido con uñas y dientes «su reforma» a través de ellos, con amenazas sibilinas o con chantajes directos. Los piquetes informativos que organizan los empresarios para exigir a los trabajadores que declaren días antes, ante sus jefes y compañeros, acercan de si pretende acogerse o no al derecho a la huelga, son ilegales y conculcan derechos fundamentales de los trabajadores y de los ciudadanos. Contra esos piquetes pido amparo al gobierno, para que los persiga y erradique, para que garantice los derechos básicos de los ciudadanos, como el derecho constitucional a la huelga laboral.
En muy poco tiempo, el PP ha cosechado una pérdida de credibilidad y legitimidad que intenta compensar con la propaganda a través del poder económico, político y mediático. Los resultados de Asturias y Andalucía son una buena muestra de ello y la contundencia de la huelga y las manifestaciones contra la reforma laboral también.
Los presupuestos significan una cura de hambre a una economía en crisis y la ley del embudo del ajuste, con una penalización social para los ciudadanos y la amnistía para defraudadores.
La contestación no ha hecho más que empezar y los hilillos de desconfianza se irán convirtiendo en una hemorragia de legitimidad.
Frente a los recortes a la democracia, reclamemos más democracia. Somos más