Basagoiti defiende «una sanidad para todos, pero primero para los de casa». Y dentro de este grupo, daría prioridad a los que estén sanos, con absoluta preferencia para todos aquéllos que ya hayan fallecido. La perspectiva de un adelanto electoral provoca a veces fenómenos inesperados, como la inopinada aparición de este ‘Basagoiti del día después’.
De creer a su líder, al PP vasco comienza a inquietarle la aparición de un ‘turismo sanitario’ a bordo de pateras ‘low cost’, que incluyen todo tipo de asistencia sanitaria dentro del paquete contratado. En un mundo perfecto, la mano de obra barata no enfermaría, pero el señor nos odia a todos por igual, por eso nos hizo a su imagen y semejanza, es decir, frágiles y precarios. En este punto, cabe recordar que el PP es ese partido que lo mismo se niega a proporcionar tratamiento a los enfermos que lo necesitan como a curar a los homosexuales, por mucho que se resistan. En cuanto a los inmigrantes, si se quieren morir, que lo hagan al menos en perfecto estado de salud.
“Primero los de casa” implica “y después los de fuera”. Y a juicio de Basagoiti, ése es un debate que en Euskadi tenemos pendiente de abordar, dicho lo cual, que Osakidetza le conserve la vista muchos años. Para que nadie piense que se trata de explotar la veta electoral de la xenofobia, debe quedar meridianamente claro que el socio favorito de PatxiLo es un firme defensor del acceso de los extranjeros que cotizan la seguridad social a una sanidad que también están sufragando.
En un país en el que la clase empresarial declara unos ingresos medios de alrededor de mil euros al mes, el dirigente ‘popular’ considera que sería una injusticia social relegar en las listas de espera a todos esos vascos que llevan largos años defraudando en favor de unos recién llegados. Por otro lado, hay que reconocer que el perdón tributario del Gobierno -al módico precio de un 10% de penalización sobre el total defraudado-, no establece distinción de sexo, raza o religión, ya que permite que se beneficien por igual de esta medida tanto un emprendedor donostiarra como un tenista manacorí, al margen de su procedencia o lugar de nacimiento.
En un rapto de modestia, el presidente euskopopular acepta resignado que “es muy probable” que sus palabras contribuyan a abrir en Euskadi un debate sobre la inmigración ‘ilegal’, pero cuando uno se injerta, en grado de dirigente, en el mismo partido que defiende a cara descubierta una amnistía fiscal, cabe preguntarse a partir de qué cifra defraudada puede considerarse que un evasor vasco se encuentra en Euskadi en situación irregular.
No es solamente la izquierda española la que espera como agua de mayo la victoria de Hollande en las presidenciales francesas de mañana. También una buena parte de la derecha española menos fanática. No solo los sindicatos, que reclaman una mayor iniciativa pública, sino también el mundo de la economía productiva, con el consumo hundido por el pánico ciudadano. Algunos periódicos anclados en 1898, especialmente aguerridos cuando le tocan los repsoles, disfrutaron mucho con la campaña española de Sarkozy, que agitó sin parar el pellejo de Zapatero. Podía asustar a los franceses con Berlusconi, pero todavía hay clases en los espantajos. Nosotros somos europeos subsaharianos. Tal como están las cosas, creo que hasta Rajoy prefiere que gane Hollande. El actual presidente español es taimado, pero no llega a prusiano. Lo que en el fondo le gustaría, como a la mayoría de los políticos españoles, es ser presidente de una Diputación, que consiste básicamente en asfaltar carreteras secundarias, con el espacioso aplauso del paisano. Y tener un veraneo. Por eso se le ve compungido, porque la depredación financiera amenaza por llevarse por delante hasta los veranos. En cambio, el equipo gubernamental está que se sale: actúa como un des-Gobierno. Lógico. Si el ultraliberalismo consiste en desmantelar el Estado, lo procedente es que un gobierno de esa ideología se entusiasme con el desgobernar. Veamos. En lugar de finezza para afrontar los conflictos, una diplomacia di bravura que va camino de enemistarnos con toda América Latina. Una política cultural y educativa que tiene por primer punto pregonar ante el mundo la baja calidad de la cultura, los centros de enseñanza y las universidades españolas. Como la Sanidad pública era buena, de las mejores, se le retraen recursos para emplear esos recursos en su privatización. En cuanto a política medioambiental, se ha alcanzado el ideal: ya no existe. Disculpen: voy a ver el Telediario antes de que se lo zampen como un brote verde.
M Rivas
Los responsables de esta triste situación tienen nombres y apellidos
Solo a fuerza de trompazos hemos llegado a vislumbrar que la responsabilidad de esta situación tiene nombres, que no habríamos llegado adonde estamos si no hubiera sido porque una nueva clase de políticos, financieros y promotores inmobiliarios tomó decisiones que, aparte de garantizarles millones de euros en sueldos, dietas, libre disposición de tarjetas de crédito, blindaje de contratos, planes de jubilaciones, etc., han arruinado a entidades de crédito centenarias. No se destrozan instituciones como las cajas de ahorro así como así. Se necesitan, para ir amontonando tantos escombros, gentes rapaces, políticos ávidos de poder y dinero, administradores corruptos, consejeros cómplices, inspectores ciegos.
De las fusiones que han precedido al hundimiento de nuestro gigante, el primer responsable es el Partido Popular. El pacto entre los sindicatos y el gobierno del PP —vicepresidente, Rodrigo Rato— para entregar la presidencia de la entidad a Miguel Blesa es el origen de la trama. Luego vinieron los años de la rapiña, de los que todavía necesitamos el relato: de cómo llenaron de millones de euros sus arcas promotores inmobiliarios mientras los gestores de la entidad, ante el silencio de consejeros e inspectores, disponían de los ahorros de las gentes como cebo de redes clientelares en torno a la clase política que controlaba ayuntamientos y gobiernos autónomos.
El destrozo de Caja Madrid, Bancaja y otras cajas menores no es un efecto retardado de la caída de Lehman Brothers, ni de la ciega obstinación de la canciller alemana, ni es fruto de la conspiración de los mercados, sino de otra urdimbre más sórdida y silenciosa, la que han tramado los gobernantes de las Comunidades Autónomas de Madrid, de Valencia y demás, con promotores y ejecutivos bancarios. El complejo militar-industrial, denunciado por Eisenhower, se ha vuelto entre nosotros perfecta simbiosis político-financiero-inmobiliaria, que ahora acude al Estado, o sea al dinero público, que es en definitiva dinero de las clases medias asalariadas, para salvarles el pellejo. Aquel complejo armaba guerras; esta simbiosis provoca ruinas.
Santos J
Basagoiti defiende «una sanidad para todos, pero primero para los de casa». Y dentro de este grupo, daría prioridad a los que estén sanos, con absoluta preferencia para todos aquéllos que ya hayan fallecido. La perspectiva de un adelanto electoral provoca a veces fenómenos inesperados, como la inopinada aparición de este ‘Basagoiti del día después’.
De creer a su líder, al PP vasco comienza a inquietarle la aparición de un ‘turismo sanitario’ a bordo de pateras ‘low cost’, que incluyen todo tipo de asistencia sanitaria dentro del paquete contratado. En un mundo perfecto, la mano de obra barata no enfermaría, pero el señor nos odia a todos por igual, por eso nos hizo a su imagen y semejanza, es decir, frágiles y precarios. En este punto, cabe recordar que el PP es ese partido que lo mismo se niega a proporcionar tratamiento a los enfermos que lo necesitan como a curar a los homosexuales, por mucho que se resistan. En cuanto a los inmigrantes, si se quieren morir, que lo hagan al menos en perfecto estado de salud.
“Primero los de casa” implica “y después los de fuera”. Y a juicio de Basagoiti, ése es un debate que en Euskadi tenemos pendiente de abordar, dicho lo cual, que Osakidetza le conserve la vista muchos años. Para que nadie piense que se trata de explotar la veta electoral de la xenofobia, debe quedar meridianamente claro que el socio favorito de PatxiLo es un firme defensor del acceso de los extranjeros que cotizan la seguridad social a una sanidad que también están sufragando.
En un país en el que la clase empresarial declara unos ingresos medios de alrededor de mil euros al mes, el dirigente ‘popular’ considera que sería una injusticia social relegar en las listas de espera a todos esos vascos que llevan largos años defraudando en favor de unos recién llegados. Por otro lado, hay que reconocer que el perdón tributario del Gobierno -al módico precio de un 10% de penalización sobre el total defraudado-, no establece distinción de sexo, raza o religión, ya que permite que se beneficien por igual de esta medida tanto un emprendedor donostiarra como un tenista manacorí, al margen de su procedencia o lugar de nacimiento.
En un rapto de modestia, el presidente euskopopular acepta resignado que “es muy probable” que sus palabras contribuyan a abrir en Euskadi un debate sobre la inmigración ‘ilegal’, pero cuando uno se injerta, en grado de dirigente, en el mismo partido que defiende a cara descubierta una amnistía fiscal, cabe preguntarse a partir de qué cifra defraudada puede considerarse que un evasor vasco se encuentra en Euskadi en situación irregular.
No es solamente la izquierda española la que espera como agua de mayo la victoria de Hollande en las presidenciales francesas de mañana. También una buena parte de la derecha española menos fanática. No solo los sindicatos, que reclaman una mayor iniciativa pública, sino también el mundo de la economía productiva, con el consumo hundido por el pánico ciudadano. Algunos periódicos anclados en 1898, especialmente aguerridos cuando le tocan los repsoles, disfrutaron mucho con la campaña española de Sarkozy, que agitó sin parar el pellejo de Zapatero. Podía asustar a los franceses con Berlusconi, pero todavía hay clases en los espantajos. Nosotros somos europeos subsaharianos. Tal como están las cosas, creo que hasta Rajoy prefiere que gane Hollande. El actual presidente español es taimado, pero no llega a prusiano. Lo que en el fondo le gustaría, como a la mayoría de los políticos españoles, es ser presidente de una Diputación, que consiste básicamente en asfaltar carreteras secundarias, con el espacioso aplauso del paisano. Y tener un veraneo. Por eso se le ve compungido, porque la depredación financiera amenaza por llevarse por delante hasta los veranos. En cambio, el equipo gubernamental está que se sale: actúa como un des-Gobierno. Lógico. Si el ultraliberalismo consiste en desmantelar el Estado, lo procedente es que un gobierno de esa ideología se entusiasme con el desgobernar. Veamos. En lugar de finezza para afrontar los conflictos, una diplomacia di bravura que va camino de enemistarnos con toda América Latina. Una política cultural y educativa que tiene por primer punto pregonar ante el mundo la baja calidad de la cultura, los centros de enseñanza y las universidades españolas. Como la Sanidad pública era buena, de las mejores, se le retraen recursos para emplear esos recursos en su privatización. En cuanto a política medioambiental, se ha alcanzado el ideal: ya no existe. Disculpen: voy a ver el Telediario antes de que se lo zampen como un brote verde.
M Rivas
Solo a fuerza de trompazos hemos llegado a vislumbrar que la responsabilidad de esta situación tiene nombres, que no habríamos llegado adonde estamos si no hubiera sido porque una nueva clase de políticos, financieros y promotores inmobiliarios tomó decisiones que, aparte de garantizarles millones de euros en sueldos, dietas, libre disposición de tarjetas de crédito, blindaje de contratos, planes de jubilaciones, etc., han arruinado a entidades de crédito centenarias. No se destrozan instituciones como las cajas de ahorro así como así. Se necesitan, para ir amontonando tantos escombros, gentes rapaces, políticos ávidos de poder y dinero, administradores corruptos, consejeros cómplices, inspectores ciegos.
De las fusiones que han precedido al hundimiento de nuestro gigante, el primer responsable es el Partido Popular. El pacto entre los sindicatos y el gobierno del PP —vicepresidente, Rodrigo Rato— para entregar la presidencia de la entidad a Miguel Blesa es el origen de la trama. Luego vinieron los años de la rapiña, de los que todavía necesitamos el relato: de cómo llenaron de millones de euros sus arcas promotores inmobiliarios mientras los gestores de la entidad, ante el silencio de consejeros e inspectores, disponían de los ahorros de las gentes como cebo de redes clientelares en torno a la clase política que controlaba ayuntamientos y gobiernos autónomos.
El destrozo de Caja Madrid, Bancaja y otras cajas menores no es un efecto retardado de la caída de Lehman Brothers, ni de la ciega obstinación de la canciller alemana, ni es fruto de la conspiración de los mercados, sino de otra urdimbre más sórdida y silenciosa, la que han tramado los gobernantes de las Comunidades Autónomas de Madrid, de Valencia y demás, con promotores y ejecutivos bancarios. El complejo militar-industrial, denunciado por Eisenhower, se ha vuelto entre nosotros perfecta simbiosis político-financiero-inmobiliaria, que ahora acude al Estado, o sea al dinero público, que es en definitiva dinero de las clases medias asalariadas, para salvarles el pellejo. Aquel complejo armaba guerras; esta simbiosis provoca ruinas.
Santos J