El pasado 15 de junio la asociación de vecinos de Aiete, Lantxabe, ha culminado un intenso e interesante programa de actividades para los meses de abril, mayo y junio bajo el título “De Canterbury a Cornualles: Una mirada al sur de Inglaterra”.
Novela, cine, arte, historia, poesía y teatro se dieron la mano en los encuentros programados, para concluir con este viaje por las bellas tierras meridionales, de la isla de Britania, en un el autobús con más plazas de asiento del mercado (63 viajeras y viajeros), para dar cabida al mayor número de participantes en estos ciclos culturales.
Esta propuesta de viaje encontró eco en la edición “El viajero” de “EL PAIS” con amplio reportaje recogido en nuestra web “Rodando por la campiña inglesa”
El viaje programado del 5-16 de julio, tuvo las siguien tes etapas:
5 de julio, Rouen.
7 de julio, Canterbury.
8 de julio, Canterbury-Bodiam Castle-Rye-Hasttings-Abadía de Battle- Eastbourne.
9 de julio, Eastebourne-Brighton-Winchester.
10 de julio, Winchester-Salisbury-Stonehenge-Bath.
11 de Julio, Bath.
12 de julio, Bath-Bristol-Wells
13 de Julio, Bath-Cheddar Gorge-Abadía de Glastonbury-Exeter-Plymouth.
14 de Julio, Plymoth-Penwith-Saint Michael’s Mount– Península de Lizard
15 de julio, Plymouth-Santander
Un viaje genial, etapa por etapa y en su conjunto.
La ciudad de los baños romanos en Inglaterra tiene nombre propio, Bath. Y es que esta ciudad, fundada por los romanos como complejo termal, se caracteriza por sus termas y por el impresionante entrono natural que la rodea. De hecho, todo visitante no puede dejar la ciudad sin haber pasado por las Termas Romanas, construidas sobre un manantial natural de agua caliente.
Pero no todo es agua en Bath. Su arquitectura georgiana no deja indiferente al viajero que no se cansará de pasear por sus calles. Además esta ciudad del condado de Somerset cuenta con uno de los puntos más interesantes de esta zona de Inglaterra, el Royal Crescent, que alberga más de 30 casas y un hotel.
Para mucho ya se ha convertido en una tradición lo de disfrutar de la llegada del verano en el monumento megalítico de Stonehenge.
Stonehenge es un monumento megalítico compuesto por menhires clavados en el suelo en forma elíptica en el condado inglés de Wiltshire, a unos trece kilómetros al norte de Salisbury.
El significado de este monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco aún no está claro. Unos creen que su función fue la de templo religioso dedicado al sol, otros que fue un cementerio o un lugar de curación donde descansaban los enfermos. Hata algunos opinan que su función fue la de observatorio astronómico para predecir las estaciones.
Lo único cierto de el complejo de Stonehenge de 104 metros de diámetro es que en el solsticio de verano el sol sale atravesando el eje de la construcción. De hecho si el visitante se coloca en el centro del círculo y mira hacia la Heel Stone verá que la cima de la piedra coincide con la salida del sol.
Pero es en realidad el misticismo que de él emana lo que ha hecho que cada año sean más los que deciden ver el amanecer del día del solsticio de verano en este lugar tan especial.
Cuando Charles Bovary llega a la escuela en Rouen llama la atención por su aspecto de muchacho de campo, acostumbrado a ver a su padre con la patilla unida al mostacho y haciendo resonar las espuelas.
Todavía en 2012 es posible visitar los lugares de su novela e imaginarnos los ambientes que describe -pese a que en el Rouen de Madame Bovary se viajaba en cabriolé, tílburi, calesa o landó y los hombres usaban redingote y sombrero de copa-. En el interior de Notre Dame se da el esperado encuentro de Emma con su segundo amante y en un cabriolé el extenso recorrido por las calles, puentes, parques y alrededores de Rouen, con el caballo cansado, el cochero enfadado y la pareja ocupada en dar rienda suelta a su agitado amor.
Rouen, capital histórica de Normandía, “la ciudad de los cien campanarios que repican en el aire“. Cada hora del día lleva su cortejo de colores que descubre sin cesar una ciudad diferente. La catedral lo revela en los célebres cuadros de Claude Monet: los encajes de piedra dialogan con el sol y las vidrieras de color se impregnan de luz…
Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca… fueron algunos de los protagonistas del Siglo de Oro de la literatura española. Pues bien, hoy en día vivimos algo parecido con el deporte, o eso es lo que creemos. Se está viviendo una “época dorada” en la que talentos nacionales conquistan títulos en varios deportes (no en todos), tanto individuales como colectivos: Rafa Nadal, Alberto Contador, Gómez Noya, las selecciones nacionales de fútbol, baloncesto, balonmano, etc.
Si bien es cierto que esta brillante generación ha cosechado grandes éxitos, quisiera destacar que desde mi punto de vista, la verdadera época dorada del deporte nacional llegó durante los Juegos Olímpicos de Barcelona; España logró veintidós medallas, y aunque yo aún no había nacido, creo que el mérito fue mayor por aquel entonces, teniendo en cuenta que cuatro años atrás (JJ.OO. de Seúl) solo fueron cuatro las preseas obtenidas.
Veinte años después de aquella proeza, llegan los Juegos Olímpicos de Londres, y la actual “generación de oro española” tendrá la oportunidad idónea para superar lo logrado en Barcelona. ¿O todo lo contario? Se espera mucho de unos deportistas que llegan a los Juegos con posibilidades, pero veintidós medallas son muchas, demasiadas tal vez… Londres puede suponer el batacazo que poca gente espera, pero ni mucho menos es descartable. Es el momento idóneo para que la “generación de oro” del deporte español triunfe en Londres, aunque yo soy más partidario de que pase justo lo contrario, es decir, que la capital británica sea testigo del punto de inflexión que haga reflexionar a más de uno sobre si esta es realmente la década dorada de nuestros deportistas. ¡Barcelona 92, fue mucho Barcelona 92! Ya veremos qué es lo que pasa en Londres…