¿Hay vida después de James?

 por Vicente Molina Foix

 La novela no existiría sin Cervantes, ni habría dado el salto de sentido desde el personaje a la voz sin Proust. Pero hay un tercer nombre constitucional, el de Henry James. Otros lectores, y otros escritores, se basan más en Balzac y Dickens, en Kafka y Faulkner, en Joyce y Musil, en Flaubert y Nabokov, incluso en Tolstoi o Dostoyevski. Ninguno de estos genios es superfluo, naturalmente, aunque, para mí, el edificio del relato moderno lo sostiene, por calidad de diseño y riqueza de materiales, James. No existe que yo sepa otro novelista en la historia del género que simultanee su amplitud de campo, su pincelada verbal, su poder de fábula, su sabiduría social abierta y solapada con el interior de la conciencia, su aliento en la animación de los caracteres, que no pocas veces sopla desde el más allá.

James no nos deja en paz. Es un maestro severo y recurrente, que desde que yo tengo uso de razón ha pasado por todos los estadios de la teodicea literaria: la adoración, la indiferencia sectaria, la incredulidad, el cielo de los pocos, el limbo de la mayoría. Su religión podrá parecer remota o demasiado exigente, pero nunca se ha dejado de practicar. Yo, que no creo en los dioses, le auguro una vida eterna.

Otra vuelta de tuerca, de Henry James es una novela inquietante, perturbadora, con una temática de lo más actual a pesar de haber sido escrita en el año 1898.

No se trata solo de seguir una historia, se trata de entender una historia; por tanto será el lector, no el relato en sí, quien decida cómo interpretar los hechos que pertenecen al relato. Este es uno de los atractivos del libro, un final abierto que invita al lector a “encontrar por sí mismo el sentido del relato.

Otra vuelta de tuerca es una historia inquietante, atrapa desde la primera página, con giros constantes durante la narración en los que el lector tendrá la duda sobre los hechos contados¿Son reales las apariciones fantasmales o todo es todo fruto de la mente enferma de la institutriz? ¿Son los niños tan adorables como parecen? La novela discurre entre los géneros del thriller psicológico y la novela de terror, sugiriendo temas escabrosos como el abuso infantil, ofreciendo una historia de inocencia y corrupción, y dejando en manos del lector las conclusiones finales por lo que el libro se seguirá reescribiendo mientras haya lectores. (Por otra parte, dirán los seguidores de Jamen, que son cada vez más, como sucede con casi todas sus novelas).

2 comentarios en “¿Hay vida después de James?”

  1. Henry James, un escritor admirable; por Jorge Luis Borges

    He compilado una enciclopédica antología de la literatura fantástica; he traducido al Kafka, a Stevenson, a Melville y a Bloy. No sé de una labor más asombrosa que la de Henry James. Los escritores que he mencionado son, desde la primera Una, maravillosos; proponen un universo que es casi profesionalmente irreal, James, antes de manifestar lo que es, un habitante irónico y resignado del infierno, corre el albur de parecer un mero novelista mundano, más incoloro que otros.Iniciada la lectura de un libro suyo, nos molestan algunas ambiguedades, algún rasgo superficial; al cabo de unas páginas comprendemos que esas deliberadas negligencias enriquecen el texto. James ha sido acusado de incurrir en temas melodramáticos. Nada más absurdo. Ello se debe a que los hechos, para este escritor, son meras hipérboles o énfasis de la trama. Las situaciones no surgen de los caracteres; los caracteres han sido imaginados para justificar las situaciones. Paradójicamente, James no es un novelista psicológico. Así, en The American, el crimen de Madame de Bellegarde es increíble en sí, pero aceptable cómo cifra de la corrupción de una antigua familia.
    La edición definitiva de su obra abarca 35 volúmenes, que él mismo revisó minuciosamente. La parte principal de esa escrupulosa acumulación consta de novelas y cuentos; también incluye una biografía de Hawthorne, a quien siempre admiró, y de estudios críticos sobre Turgueniev y Flaubert, de quienes fue amigo íntimo. Tenía en poco a Zola y, por intrincadas razones, a lbsen. Protegió a Wells, que le correspondió con ingratitud. Fue padrino de casamiento de Kipling y tuvo trato con Stevenson, con quien intercambió alguna correspondencia.
    La obra completa encierra estudios de muy diversa índole: el arte de narrar, el hallazgo de temas aún no explorados, la vida literaria como tema, el procedimiento indirecto, las virtudes y los riesgos de la improvisación, lo sobrenatural, los males y los muertos, el curso del tiempo, lo inadmisible del dialecto, el relato en primera persona, el destierro del americano en Europa, el destierro del hombre en el universo… Estos análisis, debidamente organizados en un volumen, integrarían una esclarecedora retórica.
    En los teatros de Londres presentó varias comedias, que fueron saludadas con unánimes silbidos y con la respetuosa censura de Bernard Shaw. Nunca fue popular, y acaso a él tampoco le interesó serlo. La crítica británica le ofrendó una distraída y frígida gloria que, como casi siempre sucede, solía excluir la lectura. «Sus biografías», ha escrito Ludwig Lewinshon, «son más significativas por lo que omiten que por lo que contienen».
    Hermano del ilustre psicólogo que fundó el pragmatismo, Henry James náció en Nueva York, el día 15 de abril de 1843. Su padre, un converso swedenborgiano, que tenía su mismo nombre, quería que los hijos fueran cosmopolitas, es decir, ciudadanos del mundo en el sentido estoico de la palabra, y dispuso que los educaran en Inglaterra, en Francia, en Ginebra y en Roma.
    En 1860, Henry regresó a América, donde emprendió y abandonó un vago estudio del derecho. A partir de 1864 se dedicó a las letras, con creciente abnegación, lucidez y felicidad. Residió en Londres y en Sussex, y sus ulteriores viajes a América fueron ocasionales y nunca pasaron de Nueva Inglaterra.
    En 1915 adoptó la ciudadanía británica, por entender que el deber moral de su patria era declarar la guerra a Alemania. Murió el 28 de febrero de 1916. «Ahora, por fin, esa cosa distinguida, la muerte», dijo en la hora de la agonía.

  2. Septiembre: Volver a empezar

    Volver a casa y sacudirse la vida y la arena del pelo, dar calor con agua caliente al frío del corazón, limpiar con espuma el último rastro de todo aquello… que no se pudo llevar el tiempo.
    Hace mucho viento. Creo que es el momento de volver a salir…a la vida, (menos mal que quedan las tertulias de los jueves)

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