Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero. Es, de todo punto, necesario hacer un profundo y sincero ejercicio de autocrítica, tomando, sin que sirva de precedente, la seriedad por bandera.
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros.
Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
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Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
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Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
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Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
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Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
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Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
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Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
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Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
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Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.
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Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
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Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
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Es Mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.
ANTONIO FRAGUAS DE PABLOS (FORGES)-
¿Quién hace la política? Hay política cuando los sin-nombre irrumpen en el espacio público y lo reconfiguran con sus lenguajes y capacidades nuevas. Hay política cuando quien no está capacitado para rehacer el mundo lo toma en sus manos. Hay política cuando cada uno de nosotros “rompe filas” y abandona “su puesto”, su lugar de reconocimiento, y se aventura en un proceso de desclasificación. La política la hace la fuerza del anonimato, una potencia colectiva y nunca apropiable por identidades ni instancias representativas. No son palabras abstractas ni hay que refugiarse en la impoluta ágora griega para buscar un ejemplo de todo ello. Las plazas tomadas en este último año en el mundo árabe y en nuestras propias ciudades son la concreción más fiel de lo que Rancière entiende como verdadera política: ni mero movimiento reivindicativo ni estrategia de visibilización, sino un proceso imprevisible por el que los incapacitados (jóvenes ni-ni, parados, víctimas de la crisis, ciudadanos impotentes, etcétera) hemos decidido salir de nuestros puestos y tomar el mundo en nuestras manos. Cuánto saber, cuántos saberes se descubren entonces en lo que sólo parecía un gran mar de ignorancia. Esta es la lección que ningún político nos podrá nunca enseñar.
La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
Jean Ziegler es el vicepresidente de la Comisión de DDHH de la ONU propone «ocupar y nacionalizar la banca»
“Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”. Con esta aplastante contundencia despacha Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU , su particular análisis del actual momento histórico.
La dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la Universidad de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante ocho años, impide que le tiemble la voz a la hora de señalar con el dedo inquisidor a los ‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”. En su último libro Destrucción Masiva. Geopolítica del hambre (Península), que Ziegler presentó ayer en Madrid, pone sobre la mesa una serie de cuestiones molestas de las que otros diplomáticos ni siquiera se atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas irreverentes que ya ventiló en otros trabajos como El hambre en el mundo, Los nuevos amos del mundo y aquellos que se le resisten, El imperio de la vergüenza o El odio a Occidente. “Hay que multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista para derrumbarlo y crear un nuevo orden mundial más justo”.
Su receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o más que su tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente los bancos, nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas por los especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva incluso a criticar la incapacidad de movimientos de la sociedad civil como el 15M en España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. “Reconozco que son símbolos importantes y que han logrado la simpatía de la sociedad, pero todavía son insuficientes para quebrar la actual relación de fuerzas si no desembocan en una huelga general.Hay que darse cuenta de que en el orden mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con una contraviolencia basada en la resistencia pacífica”.
La migración de los grandes fondos especulativos a los mercados de materias primas, principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente en el trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el origen de esta crisis genocida porque han disparado el precio de los alimentos básicos”. A pesar de la ‘destrucción masiva’ conceptualizada por Ziegler, el diplomático exhibe su característico optimismo de luchador a contracorriente y asegura que esta situación creará la conciencia social necesaria para “multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y creando un nuevo orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será.
El primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales financieros son el enemigo común de los europeos, de los africanos y del resto de la población que sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos oligarcas que monopolizan los beneficios y privatizan los servicios y recursos”. Para Ziegler, esta toma de conciencia será el advenimiento de una nueva forma de solidaridad internacional entre todos los pueblos, que posteriormente se transformará en un “frente de resistencia intercontinental”. La lucha de clases es absolutamente inevitable porque no se puede mantener el sufrimiento de forma permanente.
Un convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se le pregunta por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este alzamiento popular. “Es un misterio, no puedo hablar de la revolución porque se trata de la libertad liberada en las personas y los procesos revolucionarios son imposibles de prevenir porque tienen sus propias leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es que la insurrección, como ha ocurrido en la mayoría de estos procesos a lo largo de la historia, se producirá por el hambre. “La hambruna ya es una realidad en las banlieuesparisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”. En este contexto, indica, la lucha de clases es “absolutamente inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán capaces de reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible matar a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e ilegítima”
Las “cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático de la ONU estarían impuestas por las políticas económicas de la austeridad, que califica como “absurdas y destructoras”. Los teóricos del neoliberalismo, añade, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros. Estas políticas tienen un límite objetivo y no van a resolver los problemas”. Hollande y Obama deben formar una alianza en favor de las políticas económicas del crecimiento
En contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende unas políticas centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que deposita en los representantes políticos, aunque matiza que de forma “extremadamente leve”. Sus protagonistas no podrían ser otros que François Hollande y Barack Obama. “Ambos deben formar una alianza por el crecimiento basada en la inversión pública, el incremento del salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la lucha contra la desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU estas políticas no son la solución final si no van acompañadas de un despertar de la sociedad civil y, sobre todo, del impago de la deuda. “Los dirigentes españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a pagar la deuda, cuya amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima. Esto es, se ha creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la corrupción política, sin materializarse en inversiones reales”.
Una perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de recomendar a los españoles que objeten en la declaración de la renta al porcentaje del gasto dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada desde el 15M que califica de “necesaria, inteligente y eficaz”. Todos estos elementos en su conjunto, unidos a la inflación, podrán acabar con las “deudas injustas”.
Refundar la ONU para instaurar un nuevo orden mundial.
La Organización de las Naciones Unidas debe tener un papel central en el futuro escenario mundial. Como explica Ziegler, la ONU se fundó con el objetivo principal de defender el interés general de los pueblos y promulgar los principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos. Sin embargo, “los mercenarios han pervertido su papel y destruido su credibilidad moral”. Entre ellos, no duda en señalar al exsecretario generalBan Ki-Moon o al presidente del consejo de selección de los relatores, el hondureño Roberto Flores, “quien apoyó el golpe de Estado en su país en 2009” . Los mercenarios han pervertido el papel de la ONU y destruido su credibilidad moral.
Para Ziegler, la refundación de esta organización pasa por imprimirle “mucha más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones integrantes del Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando las prebendas del FMI y el BM. El neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, debe acabarse ya.
Da gusto leer al Sr. Ziegler por la claridad de sus ideas sobre el expolio organizado por los banqueros y grupos financieros con el resultado de la pobreza generalizada y destrucción de empleo.
A principios de los años ochenta, Marco Pannella, principal dirigente del Partido Radical italiano, seguidor de Gandhi, activista por los derechos civiles y persona bastante confusa, recuperó para la política aquella vieja máxima que decía: “Si no puedes vencer a tu enemigo, acuéstate con él…”. El genial Leonardo Sciascia y otros intelectuales italianos creyeron a Pannella desencantados con la política de los partidos de izquierda, sin darse cuenta que al Partido Comunista Italiano se le había impedido gobernar en numerosas ocasiones por órdenes directas de Estados Unidos, órdenes que acataron los partidos republicanos y socialistas de aquel país sin rubor alguno. Las propuestas “renovadoras” de Pannella no llevaron a ninguna parte y el boicot yanqui al gobierno comunista en Italia llevó a la descomposición y desaparición de todos los partidos tradicionales italianos, incluido el comunista, y a la situación increíble en que vive Italia desde que un tipo como Silvio Berlusconi llegó al poder con los votos del pueblo italiano. La democracia había comenzado a dejar de serlo para convertirse en una parodia macabra al servicio de la oligarquía más ruin, cruel y patética de Italia y de la UE.
Cito aquella célebre frase de Pannella porque el mensaje que lanzaba con ella no tenía nada novedoso. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, esa fue la forma de hacer política de la socialdemocracia europea: Puesto que no queremos saber nada del régimen imperante en la URSS –argumentaban sus principales dirigentes- ni que exista contagio alguno, nos acostaremos con los poderosos, hablaremos, comeremos, bailaremos y nos fumaremos –llegado el caso- unos porritos con ellos para intentar hacerles ver que es mejor que hagan concesiones a las clases trabajadoras para convertirlas en clases consumidoras que el virus soviético. En principio, la estrategia no estaba mal pensada, pero claro, cuando uno se acostumbra a dormir, comer, fumar y folgar con tu poderoso antagonista político, algo, inevitablemente se te tiene que pegar de él, de modo que a la vuelta de unas décadas nos encontramos a los socialdemócratas poniendo en práctica políticas económicas regresivas al más puro estilo de la Escuela de Chicago. No seré yo quien diga que todos son iguales, pero lamentablemente esa es la percepción que recibe una ciudadanía cada vez más inculta, perpleja, pobre y dividida. Acostarte con tu enemigo puede estar bien si se trata de algo momentáneo para conseguir un objetivo concreto, pero es asunto peligroso cuando esa cohabitación coyuntural de convierte en costumbre porque normalmente se suele producir un corrimiento ideológico hacia el lado del poderoso, de modo que la derecha sea cada vez más extrema y la izquierda con posibilidades actuales de gobernar, menos izquierda.
Pongamos un ejemplo bastante visible: Joaquín Almunia. Este señor fue militante de UGT y del PSOE, ministro de Trabajo y de Administraciones Públicas, cargos que ejerció con más pena que gloria, y en la actualidad es comisario europeo –las minúsculas estás escritas adrede- de la competencia. Joaquín Almunia no es que se haya acostado con su enemigo, es que ahora mismo es el enemigo, porque pocas personas como él interpretan tan a la perfección el “cántico espiritual” de la ortodoxia de los mercados. Si tuvo ideología, la perdió en el camino; si alguna vez creyó en el ser humano, se lo merendó en un almuerzo de trabajo; si en ocasiones levantó el puño y se atrevió a cantar La Internacional -¡¡qué horror!!!- fue un despiste perfectamente achacable a los furores incontrolables de la adolescencia y la juventud, un pecado venial que una persona como él, formada en la universidad jesuítica de Deusto, sabe bien como limpiar sin dejar mácula en su expediente. Sonriente, cínico, distante, alejado de todo lo que huela a pueblo -¡¡¡ufff, qué pesadilla!!!-, erigido en juez infalible dicta sentencias conminatorias en perfecta connivencia con agencias, bancos y demás fantasmas cotidianos de nuestras vidas y haciendas contra aquellos países que están más asediados por la crisis, sin que jamás se le haya oído en los últimos años una palabra contra la tiranía de los mercados, contra sus efectos devastadores sobre las clases trabajadores o la privatización del Estado del bienestar que está llevando a cabo la comisión europea de que forma parte y que nadie ha elegido salvo que consideremos electores universales a Ángela Merkel y los desaprensivos que manejan la libre circulación de capitales y de la explotación, y que han puesto la política al servicio de las grandes corporaciones. Y es que treinta y tres años ejerciendo la política burlona y renegando de principios ideológicos que uno dijo un día defender son muchos años. Lo mismo podríamos decir de Soares, Rocard, Fabius, Blair, Brown, Prodi o el último Zapatero, que olvidaron, o nunca supieron, en qué lado de la “barricada” estaban.
El caso del Sr. Almunia es paradigmático y creo representa muy bien lo que ha ocurrido con la socialdemocracia europea desde mediados de los ochenta, aunque conviene hacer una precisión en el caso español. Aquí partíamos casi de la nada después de cuarenta terribles años de dictadura, muerte y lobotomía generalizada, y todo lo que tenemos, o queda, de eso que llaman Estado del bienestar se debe a los gobiernos socialdemócratas, desde la universalización de las pensiones y la asistencia sanitaria, hasta la creación de infraestructuras, la construcción y restauración de una magnífica red de teatros públicos, la igualdad de derechos entre homo y heterosexuales, la ley del aborto o la multiplicación de las universidades en todo el Estado. Dicho esto, me parece adecuado recordar que el ideario republicano-socialista –que conformó el pensamiento socialdemócrata- siempre tuvo dos ejes esenciales, uno el que afectaba a la mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras, de los marginados y excluidos; y otro, tan fundamental como el primero y que debería correr a la par, la educación del pueblo. Por muy bien que viviese un pueblo, decían los viejos socialistas, jamás sería libre si ese bienestar no iba acompañado de uno paralelo en su formación, en su educación, en su cultura, en su Humanización. Pues bien, la socialdemocracia española y europea, se olvidó de esta segunda parte fundamental, y a fuerza de acostarse con el enemigo comenzó a aplicar medidas políticas y económicas propias del antagonista político: Abandonemos a su suerte a la Escuela Pública, demos apoyos y dineros suficientes para que “la Iglesia y otras corporaciones financieras” se hagan con la Educación, consintamos que quienes tienen competencias para ello construyan escuelas públicas de tres al cuarto y que las concertadas luzcan esplendorosas con los dineros de todos; admitamos que el clero y quienes montan colegios para lucrarse han cambiado y lo hacen por puro altruismo, que son demócratas de toda la vida y que pueden cumplir con esa función vital tan bien o mejor que el Estado, que no tienen ningún empeño en controlar y manejar conciencias. El primer paso hacia la pérdida de identidad de los partidos socialdemócratas, el más terrible de todos porque hipotecaba el futuro, estaba dado. Después vendrían, sin demasiado esfuerzo, los demás.
Conquistada la Educación por las fuerzas ideológicamente enemigas sin ningún tipo de lucha, la socialdemocracia siguió quitándose ropa, y lo siguiente fue llamar libertad de prensa y de expresión a que unas personas, instituciones o empresas privadas con muchísimo dinero pudiesen tener los periódicos, las radios y las televisiones que quisieran, es decir, que tuviesen los instrumentos claves para el control y la formación de la opinión pública. De la noche a la mañana, el número de cadenas de televisión-basura se multiplicaron en Europa como los peces y los panes en las bodas de Canaán, todas con igual ideología, todas con idénticos propósitos, todas obedeciendo sin rechistar a la voz de su amo. Controlada la Educación y los medios de comunicación de masas en un mundo globalizado y dirigido por y desde arriba por personas y grandes corporaciones de todos conocidas, se trataba de de dar el paso definitivo para asfixiar a los Estados para que, mermados sus ingresos mediante la parálisis económica premedita, la ciudadanía domesticada e indolente viese como un mal menor inevitable la privatización de todos los servicios públicos esenciales, es decir la transformación de los derechos a la Salud, la Educación y una vejez digna en el mayor negocio jamás conocido.
¿Colaboraría en esa tarea la socialdemocracia? No creo que de buen grado, pero hay que volver a aquella consigna de Marco Pannella y recordar lo que ocurre cuando compartes cama y condones, mesa y mantel durante mucho tiempo con quien en principio era tu enemigo acérrimo. Es entonces cuando se admite que no hay alternativas, cuando se es consciente de que la actual política económica lleva a la ruina general; que el endeudamiento es la muerte, pero no se actúa contra los que lo propiciaron fomentando la especulación financiero-inmobiliaria; que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuando en los “años buenos” no bajo el índice de pobreza ni una décima; que hay que recortar aunque nosotros no tocaremos Educación, Sanidad y pensiones, salvo que sea necesario. Y ahí está la clave porque ya te has corrido tanto hacia la derecha, te has olvidado tanto de tus orígenes, de por qué hace 140 años tus antecesores se unieron para hacer un mundo mejor para todos, que casi nadie aprecia matices al dejar al socialismo sin el necesario componente utópico que creaba esperanzas, fuerzas para seguir luchando y los lazos fraternales indispensables para que el mundo evolucione y progrese en libertad y justicia; al crear un vacío ético que se cimentaba sobre el ejemplo personal, sobre aquellas personas que demostraban con sus actos que sólo estaban en política por el interés general y en ningún caso por el personal y que la corrupción era la antítesis de tu ideal. Pero es más, renuncias por completo a tu ideología cuando no cuentas –seas del país que seas, sin ambigüedades- que quienes prestaron a los países periféricos para burbujas inmobiliarias y otras especulaciones, se jugaron los dineros a la ruleta, igual que el que va al casino y a veces gana y las más pierde, y en ésta han perdido; porque no eres capaz de decir que la mayoría del pueblo no tiene deudas ningunas que pagar, que la deuda es de los bancos, que tienen que ser nacionalizados y sus gestores enjuiciados; porque ocultas que nunca, jamás de los jamases, se volverá a crear empleo digno mientras las reglas de juego no sean las mismas para todos, es decir que si aquí se paga lo que dice un convenio, se paga sanidad, paro y pensiones, en China, Corea, Taiwan y La India tienen que hacer lo mismo si quieren que compremos sus productos, del mismo modo que cuando se juega al fútbol, si el defesa toca el balón con la mano dentro del área es penalti sea aquí en Madagascar, en el Río de la Plata o en Pekín; porque olvidas y desprecias la ideología que dices tener y empujas a la ciudadanía hacia el peligrosísimo populismo cuando no planteas –tal como están hoy las cosas- la eliminación sin excepción alguna de cualquier tipo de prebendas de los cargos y representantes públicos, cuando no atacas la corrupción a quemarropa, cuando abandonas a parados inmigrantes, jóvenes y trabajadores precarios a su suerte, cuando tu acción política –que desde luego choca con el monopolio derechista de todos los medios de socialización- no ilusiona, no emociona, no crea expectativas de futuro y, lo que es peor, está provocando que cada día más personas se pasen a las filas del enemigo o del nihilismo.
Los partidos socialdemócratas europeos –es un canto al sol, pero por intentarlo que no quede- tienen que volver a Pablo Iglesias, a Jean Jaures, Rosa Luxemburgo, García Quejido, Seailles, Guesde, Víctor Bach, Ferrer i Guardia, Anatole France y a tantos otros que lo dieron todo por mejorar la vida de los más oprimidos, porque ellos siempre tuvieron claro quién y dónde estaba el enemigo, porque nunca se acostaron con él y lo combatieron en todos los frentes, desde la nada, porque abominaron de los nacionalismos como esencialmente contrarios a los intereses de los trabajadores, porque no alimentaron confusiones. Porque hoy, queridos amigos, estamos más cerca de 1900 que de 1980 y de seguir por este rumbo, la desaparición, sin que haya un sustituto claro, de los partidos socialdemócratas es cuestión de unos pocos años, y personalmente, creo que no será una buena noticia. Cuando un partido socialista gobierna debe hacerlo en socialista, y si los poderes fácticos lo impiden, dimitir y denunciarlo. Desde la oposición, sin hacer ni una sola concesión más a los plutócratas, recuperando el terreno perdido, se puede cambiar el mundo: En el caso español, negar la legitimidad de la deuda, luchar para que los Estados controlen y regulen las transacciones financieras y pongan tasas al libre comercio, denunciar la sumisión a la dictadura de los mercados dirigida en Europa por Ángela Merkel, exigir la paralización de los desahucios y combatir por todos los medios los presupuestos de 2013 sería una buena forma de recomenzar.
¿Sabía usted que la empresa Exxon-Mobil ganó 9.907 millones de euros en dos años con un solo empleado en España y no tuvo que pagar un solo euro de impuestos? O que la empresa Foxconn, que fabrica los cristales endurecidos para las marcas más conocidas de smartphones, tuvo que poner redes en sus factorías para impedir que sus empleados, desesperados por las condiciones en que se les obliga a trabajar, se tirasen por las ventanas. ¿Conocía que el valor de las acciones de las quince empresas más grandes del mundo es equivalente al PIB de los 27 países de la Unión Europea y que el valor de los activos del Banco de Santander (1,6 billones) es mayor que el PIB de España (1,3)? O que solo nueve personas controlan un mercado que moviliza nada menos que 700 billones de dólares. ¿Sabía que actualmente los Estados solo crean directamente menos del 10% del dinero circulante porque el resto lo crean de forma intangible principalmente los bancos, y es por acceder a ese dinero virtual por lo que las economías europeas están endeudas y pagan en intereses más que el sueldo de todos sus empleados? Y que por cada euro que los bancos reciben en depósito ellos crean nuevos medios de pago -es decir, se inventan- por valor de entre cinco o diez euros más. Y ese es el dinero que prestan. En el caso de Francia, lleva pagados 1,1 billones de euros en intereses desde 1980 a 1996 para una deuda que era de 229.000. Es decir, si ese dinero lo hubiera financiado su banco central en lugar de los bancos privados se habrían ahorrado 914.000 millones de euros. España ha pagado ya tres veces la deuda pública que tenía en 2000 y todavía sigue debiendo casi el doble. En toda la Unión Europea se pagan 350.000 millones de euros a la banca privada en intereses.
¿Sabía que en la época de George Bush, entre 2002 y 2006, el 1% de los estadounidenses recibió el 78% de la renta que se creó en todo el país?
¿Sabía que en un solo edificio del paraíso fiscal de las islas Caimán están registradas 18.000 sociedades? Y que esos paraísos fiscales los utilizan para evitar impuestos el 83% de las grandes corporaciones de Estados Unidos, el 99% de las europeas y el 86% de las 35 mayores empresas españolas que cotizan en Bolsa. ¿Sabía que según un estudio de una de las revistas científicas más acreditadas en salud murieron 4,47 millones de niños durante el periodo 1990-2002 como consecuencia de las políticas de austeridad promovidas por el Fondo Monetario Internacional, casi tantos como judíos murieron en el holocausto? Y que quince años después de las políticas privatizadoras en la países que pertenecían a la Unión Soviética, once de ellos no han recuperado la esperanza de vida que tenían durante el comunismo.
Pues todo eso he podido saber yo con el libro de Vicenç Navarro y Juan Torres López Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero (Espasa). Imagínense cuántas cosas más se pueden saber si el libro tiene doscientas páginas y lo que yo he contado cabe en una.
por Kostas Vaxevanis de The Guardian
En 2010, al Gobierno de Grecia se le entregó la conocida como “lista Lagarde”, que revela los nombres de 2.000 evasores fiscales griegos. Pero no se hizo nada al respecto. Kostas Vaxevanis, editor jefe de Hot Doc, fue detenido recientemente por publicarla. Para él, es un síntoma de la corrupción en Grecia.
¿Un juicio con dimensión política?
Kostas Vaxevanis fue detenido y posteriormente puesto en libertad el 28 de octubre, al día siguiente de que su revista publicase más de 2.000 nombres de personas que habían depositado dinero en el banco HSBC en Suiza. Es lo que se conoce como la “lista Lagarde”, con el nombre de la antigua ministra de Economía francesa, que envió ese documento en un CD a las autoridades griegas en 2010.
El día 29 el redactor jefe de Hot Doc compareció ante el tribunal de Atenas para responder sobre una infracción de la ley por haber publicado datos privados, pero su juicio se retrasó hasta el uno de noviembre. Sus abogados anunciaron que trataran de demostrar el cariz político de este caso. Según el diario Kathimerini, esta demora debería permitir también que ciertas personas que aparecen mencionadas en la lista comparezcan como testigos en la audiencia.
Por qué publiqué la lista Lagarde
«Cuantas más leyes tenga un país, más corrupto es», solía decir el historiador romano Tácito. Grecia tiene unas cuantas leyes. De hecho, tiene tantas, que la corrupción está garantizada. Un club exclusivo de personas poderosas comete actos ilegales, luego consigue que se aprueben las leyes necesarias para legalizar esas prácticas, con lo que obtiene la amnistía y al final, ningún medio de comunicación revela lo que ha ocurrido en realidad.
Mientras escribo, se está hablando en todo el mundo de las aventuras de una revista independiente en Grecia, Hot Doc, de la que soy editor. La publicación en nuestra revista de una lista de presuntos titulares de cuentas bancarias en Suiza y mi posterior detención, han provocado un gran revuelo. Pero no en los medios de comunicación griegos. Hace unos meses, Reuters y la prensa británica revelaron escándalos en los que estaban implicados bancos griegos. Los medios griegos tampoco escribieron nada al respecto entonces. El espacio que tendría que haberse reservado a los informes sobre estos escándalos lo ocuparon anuncios pagados y patrocinados por esas mismas personas que provocaron que los bancos griegos se hundieran.
El caso «Lagarde» en Grecia es simplemente la expresión extrema de esta situación. En 2010, Lagarde entregó al entonces ministro de Finanzas, Yorgos Papaconstantinou, una lista de griegos titulares de cuentas en bancos extranjeros. Parte de estas cuentas eran de «dinero en negro», dinero que puede que no se declarara o que tenía que blanquearse. Tras una serie intrincada de sucesos, Papaconstantinou admitió haber perdido los datos originales, pero en cambio pasó una copia a su sucesor Evangelos Venizelos, que al final confesó haberlos tenido en su poder, pero que hasta ahora no los había presentado. Por lo tanto, la lista aún no se ha investigado como es debido.
Chantaje político y financiero
En los dos últimos años, el asunto de nombrar a las personas que supuestamente poseen cuentas bancarias en Suiza ha envenenado la vida política en Grecia y se han producido chantajes en las salas oscuras del poder corrupto. En este contexto, Hot Doc publicó 2.059 nombres de griegos que presuntamente poseen cuentas en bancos suizos, sin especificar la cantidad de sus depósitos ni ningún otro dato personal.
Y entonces, en un acto de extrema hipocresía, los poderes nos recordaron su verdadero carácter. El fiscal de Atenas ordenó mi detención inmediata. Como base de la acusación se mencionó la ley sobre datos personales. Pero en realidad, no se había revelado ningún dato personal, sólo el hecho de que ciertas personas poseían una cuenta en un banco determinado. Ni siquiera sostuvimos que estas personas eran culpables, sino que simplemente pedíamos una investigación.
Las transacciones bancarias se realizan en público, no en secreto. Por lo tanto, la existencia de una cuenta bancaria no es un dato personal. Un dato personal sería la cantidad y el tipo de las transacciones. En Grecia, los bancos envían sobres con sus logotipos, en los que incluyen datos sobre transacciones; es decir, declaran su relación con los clientes. En cambio, la publicación de una simple lista de nombres y la petición de una investigación se definió como publicación de datos personales.
La democracia: una raza nueva y extraña
En la mitología griega antigua, la justicia se representa como una mujer ciega. En la Grecia moderna, simplemente pestañea y asiente. El estudio de la lista Lagarde es muy revelador. Editores, empresarios, armadores y todo el sistema del poder parecen haber transferido dinero al extranjero. Y esta información procede sólo de un banco. Mientras, en Grecia, la gente rebusca comida en los cubos de basura.
No todo el mundo ha provocado la crisis en Grecia. Y no todos están pagando por ella. El club del poder, exclusivo y corrupto, intenta salvarse a sí mismo, fingiendo que se esfuerza por salvar a Grecia. Pero en realidad, intensifican las contradicciones de Grecia, mientras el país se tambalea al borde de un precipicio.
Si en la Biblia, los pecadores «filtran el mosquito y se tragan el camello» [Mateo, 23-24], en Grecia, los poderes pecadores filtran las pensiones y se tragan las listas para, por supuesto, hacerlas desaparecer. Son las listas de sus amigos, sus conocidos, sus favoritos y sus compinches en sus tramas.
En el país que vio nacer a la democracia, como nos gusta recordar, la democracia se ha convertido en una raza nueva y extraña. Los que están en el poder se aseguran de que el derecho al voto se entienda como democracia y al mismo tiempo niegan la democracia al abusar de los derechos que les confieren los votantes. Y la justicia sigue siendo esclava de la política.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/oct/30/greece-democracy-hot-doc-lagarde-list
El señor Manolo fue a recoger el resultado de los últimos análisis de sangre, abrió el sobre y quedó aterrado. Estoy muriendo.’ Y fue corriendo al ascensor (…), deseando llegar pronto y a tiempo al depósito de cadáveres del hospital que se encuentra en el subsuelo o sótano. ‘Aquí estoy -dijo al médico jefe del servicio-, soy un cadáver diligente que viene aquí de por sí’.’¿Lleva usted encima su carnet de cadáver?´, preguntó el médico. ‘No’. ’Entonces vaya usted al estanco de aquí enfrente y compre una póliza de 25 pesetas para extender la instancia. De otra forma no podré aceptarle’. El señor Manolo se encaminó hacia el estanco; abrió la boca para pedir la póliza, pero pensó que antes hubiera lamido un caramelo de miel que tenía el estanquero. Así lo hizo, y se sintió tan bien como para aplazar momentáneamente el trámite cadavérico.