Un desprendimiento provoca el desalojo de tres edificios en el alto de San Roque

Diecinueve personas despertaron sobresaltadas en tres edificios la madrugada de ayer. A unos los desveló un rumor extraño, a otros los golpes de la Ertzaintza en sus puertas. Cuando terminaron de abrir los ojos, estaban en la calle. La tierra se había desplomado mientras dormían.

Hace unos meses fue en Katalina de Elizegi. Tenemos derecho a pensar que dentro del boom urbanístico no siempre se tomaron las medidas necesarias para fijar el terreno. En nuestra tierra llueve y en Donostia llueve mucho. Va a resultar que es en unos de los barrios más altos de la ciudad es donde se producen más desprendimientos. Menos mal que Lantxabe se opuso frontalmente a que se siguieran construyendo viviendas encima de la calle Katalina de Elizegi, en la ladera de Puio (¿Se acuerda el concejal que propuso la construcción de nuevas viviendas en la zona? ¿Se acuerda que nos tachó a los de Lantxabe de insolidarios?. Una pista, fue en el año 2005 y su partido estaba en la oposición)

Carlos Moreno fue uno de los primeros en darse cuenta. Dormía en su casa, en Camino de Altxuene, de San Sebastián, cuando a las 3.30 de la mañana sintió un ruido desacostumbrado. «Creí que era un camión de reciclaje de vidrio, pero cuando me asomé me di cuenta de que era más que eso».

Lo que vio fue un agujero donde hasta hacía poco crecía el césped de un pequeño jardín en una terraza y se levantaba una chabola de su propiedad; el vacío se había detenido a poco más de un metro de su vivienda, un bajo situado en un edificio de dos plantas. «Salí corriendo y llamé a Sos Deiak», relata.

Chabola, rocas, ladrillos, árboles y tierra habían caído ladera abajo sobre un edificio de viviendas situado en el Paseo Beloka, en el que residen nueve familias. El desprendimiento se detuvo en la puerta del garaje, en la parte trasera del inmueble, donde se apiló una mezcla de barro, ramas y piedras. No muy lejos, varias rocas cayeron en la terraza del bajo donde vive Juan Manuel Pérez con su esposa y sus dos hijos. «Noté una especie de trueno muy grande y al principio pensé que era de verdad un trueno hasta que me di cuenta de que se trataba de algo diferente porque el ruido duraba mucho tiempo», recuerda Juan Manuel.

Cuando ocurre un suceso de este tipo o similar alcance las percepciones de quienes lo viven son muy distintas, circunstancia que no hace sino recordarnos que una misma realidad puede ser percibida de forma diferente. Carlos Moreno escuchó al camión del vidrio cuando el suelo se hundía bajo sus pies. Juan Manuel Pérez creyó oír un trueno cuando el suelo caía sobre su cabeza. Algunos vecinos que prefirieron no dar su nombre pensaron que eran víctimas de un terremoto. Una mujer reconoce que tardó en darse cuenta de que algo había ocurrido. «Tengo buen dormir y no me enteré hasta que sonaron unos porrazos en la puerta. Cuando abrimos eran ertzainas que nos dijeron que teníamos que salir cuanto antes porque había un desprendimiento».

Una vez en la calle, surgió el problema de encontrar un lugar donde acoger a los desalojados. Habitualmente el Ayuntamiento dispone de plazas hoteleras para hacer frente a este tipo de situaciones, pero la madrugada de ayer no era una madrugada cualquiera. «Nos dijeron que debido a la Behobia-San Sebastián todos los hoteles estaban ocupados y nos ofrecieron ir a algún albergue, aunque casi todos hemos optado por buscarnos la vida e ir a casa de familiares», afirma una vecina.

Un muro

Llegó la mañana y con ella los técnicos municipales, que revisaron la zona para tratar de averiguar las causas del desprendimiento y, sobre todo, evaluar riesgos. Mientras tanto, los vecinos regresaban poco a poco a la espera de recibir permiso para entrar en sus pisos y, a la vez que aguardaban, extraían sus propias conclusiones.

Los de abajo no dejaban de recordar la existencia de la chabola arrastrada por la tierra, cuyos restos y un electrodoméstico depositado al parecer en su interior yacían ahora contra la puerta del garaje. «No sé si será la causa pero parece que algo tiene que ver», repetía un afectado.

Desde arriba el suceso se veía con una perspectiva diferente. «La chabola era mía, la levantaron antes de que se construyeran las casas de abajo», recalcaba Carlos Moreno, para quien esta pequeña edificación no ha sido la causa del desprendimiento. «Parece ser que con las lluvias de estos días se ha formado abajo una balsa de agua y el terreno ha cedido», explica.

En su dictamen, los técnicos municipales llegaron a la conclusión de que la tierra cedió «cuando un muro situado en la ladera del monte se ha caído debido a un desprendimiento y como consecuencia ha arastrado piedras, barro y arbustos ladera abajo».

Tras comprobar que los edificios afectados no presentan daños estructurales ni problemas graves de otro tipo, a primeras horas de la tarde los vecinos desalojados pudieron regresar a sus viviendas. Como medida de precaución, operarios municipales colocaron sujeciones en la terraza del Paseo Beloka donde las piedras habían dejado su huella y precintaron el agujero abierto en los alrededores de la vivienda de Camino Altxuene.

12.11.12 JAVIER GUILLENEA | SAN SEBASTIÁN.

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