«Internet puede inspirar una nueva política a la altura de la complejidad de nuestro mundo»
Entrevista a Margarita Padilla, hacker y autora de El kit de la lucha en Internet (Traficantes de Sueños)
Margarita Padilla investiga la relación entre acción política y nuevas tecnologías
Margarita Padilla pertenece a esa escasa minoría de mujeres que crea y mantiene sistemas, y le gusta decir que trabaja “haciendo Internet”, dedicada a apoyar el uso de software libre y a reciclar ordenadores; hacer amistades con las que pensar el mundo, organizando Login_presenciales; practicar la “filosofía de garaje” haciendo radio en Una línea sobre el mar; atender a sus familias y disfrutar de ellas, o pensar qué es luchar, después de que te han derrotado. En diciembre de 2012, ha publicado El kit de la lucha en Internet (editorial Traficantes de Sueños).
En la introducción al libro que acabas de publicar, afirmas con rotundidad que “toda persona o grupo que luche por la transformación social tiene la obligación de comprender la especificidad de Internet en lo que a procesos sociales se refiere, ya que esta especificidad desborda lo técnico y contamina lo social”,
¿Cómo se justifica esa “obligación”?
Creo que Internet puede inspirar una nueva política a la altura de la complejidad del mundo en que vivimos. Ayudarnos a salir de este impasse.
¿Por qué piensas que Internet puede ayudarnos a salir del impasse?
Internet nos da una experiencia de red a gran escala. Trato de caracterizarla con tres componentes: ambigüedad, incontrolabilidad y apertura. Internet es ambigua porque no fue diseñada para ningún uso particular y, por tanto, puede permitirlos todos. Es incontrolable, porque la inteligencia y la capacidad de acción están en cada uno de los nodos que la componen. Y es abierta porque, por un lado, cualquiera que tenga los conocimientos puede leer su código fuente y, por otro, cualquiera que funcione como red puede conectarse inmediatamente. Ambigüedad, incontrolabilidad y apertura son las tres características de la experiencia de red. Me parecen muy inspiradoras para pensar la política más allá del eje izquierda/derecha, más allá de la idea de que siempre ha de haber un centro director y más allá de las ideas cerradas o excluyentes de la comunidad.
Si te parece, vamos por partes. Es difícil entender la potencia de lo ambigüo, de lo que puede permitir varios usos…
En Internet puedes cooperar con desconocidos o con diferentes. Uno no sabe de quién se está bajando el material, con qué motivación se compartió, si el otro es de izquierdas o de derechas. Internet nos educa en la cooperación con desconocidos y diferentes.
En tu libro, Wikileaks es un ejemplo clave todo el rato, ¿por qué?
Wikileaks es un dispositivo muy de red: un dispositivo inacabado. El sentido de lo que hace lo tienen que completar los demás. En la dirección que sea, porque Wikileaks permite acabamientos distintos e incluso antagónicos (diferentes lecturas de los cablegates, etc.). Eso no es muy frecuente. Lo más habitual es lo contrario: cerrar para controlar. Pero así se hace red. Y de vuelta la red te premia. Wikileaks recibe afectos y solidaridades de experiencias muy distintas. Por ejemplo, de Anonymous. Anonymous es punto por punto lo contrario de Wikileaks: no tiene líderes, es anónimo y distribuido, etc. Pero apoya a Wikileaks frente a la represión. Solemos solidarizarnos con quien piensa lo mismo que nosotros, pero en Internet es distinto: hay diferencias, pero no bloques.
La experiencia de red nos enseña entonces a renunciar al control.
Si estás de acuerdo con la libertad de expresión, alguien puede llevarte la contraria. Si participas en una asamblea horizontal, quizá no se haga lo que tú quieres. Pero estás contribuyendo a una lógica y una cultura superior. Pues con la red pasa igual: es una lógica y una cultura superior, aunque pueda revertirte algo que no te guste. La lógica de poder y control, que define la política de los políticos, es lo que amenaza con echar a perder el mundo.
Vamos con la segunda característica de la experiencia de red: incontrolabilidad.
Me refiero a que la inteligencia de una red está en cada uno de los nodos que la componen. Por eso se habla de inteligencia colectiva. Creer en la red significa confiar en la inteligencia de los nodos, querer su autonomía. Reconocer la autonomía y la inteligencia de lo que no eres tú. Y esa confianza que das te vuelve, porque vives con la confianza de que otros que no son como tú están trabajando por cuidar y sostener lo que es común a todos. Entre todos cuidamos de todo, es muy distinto a que unos pocos velen por la totalidad.
Explícame mejor la diferencia.
En una red no hay un lugar central desde donde veas todo. No está hecha para ver todo. Las prácticas de los movimientos sociales aún funcionan demasiado con esa idea de totalidad: la asamblea se percibe a sí misma como un centro de la autoorganización, el militante se siente a sí mismo como responsable de todo, etc. Son prácticas muy potentes, pero pagas el precio de la simplificación porque sólo funcionan en condiciones de homogeneidad. Y donde no hay complejidad no hay vida, eso enseña la ciencia. Internet nos está educando en otra experiencia, donde no hay centro ni vanguardia ni retaguardia. Wikileaks no va por delante de la plataforma por José Couso ni por detrás. No se trata de ir delante o detrás, sino de hacer red.
¿Y cómo se hace red?
Hacer red pasa por vaciar el centro y reconocer la inteligencia y la autonomía de los extremos. Hacer red es poner en contacto a otras personas entre sí, colaborar con desconocidos y diferentes. Hacer red es compartir los procesos, no sólo los resultados, y reconocer las contribuciones de los demás. Hacer red, en definitiva, es ser generoso, pero no sólo con los de tu propia cuerda, sino con el 99%.
En Internet no hay centro, pero sí hay referencias muy importantes, ¿no?
Hay liderazgos, sí, y personas muy influyentes. Es un poder sin poder. Por decirlo en el estilo de los zapatistas: “mandan obediencendo”. Recordemos el “Manifiesto por los derechos fundamentales en Internet”. Lo escribieron una serie de blogueros, tuvo una repercusión enorme en las redes sociales y la ministra Sinde les llamó para hablar o negociar. Los que fueron a aquella reunión son gente de mucho prestigio en Internet, pero si tienen ese prestigio es precisamente porque son capaces de ir a decirle a la ministra lo que se decía en Internet. A mí eso me parece muy bien, tenían toda mi confianza aunque nadie les hubiese votado. Su discurso era muy incluyente, como el propio “Manifiesto…”. Y si a uno de ellos se le hubiesen subido los humos a la cabeza y hubiese negociado no sé qué con la ministra, el 99% organizado en red se habría encargado de fulminarlo en menos de 24 horas. En una red puede haber representación sin cesión de soberanía.
Todos los nodos son iguales, pero hay unos más iguales que otros.
Cierto. Internet no está hecha para la igualdad y eso acarrea riesgos y problemas. Yo siempre pongo el siguiente ejemplo: si hay un incendio, podemos actuar de varios modos. O consensuamos en asamblea cómo organizar la evacuación, o nombramos un coordinador que la organice y le obedecemos… O sálvese quien pueda. Internet es un sálvese quien pueda. Se asume que todo el mundo tiene la inteligencia para decidir cuál es la mejor opción para sí y que tiene autonomía para ejecutarla. Pero si hay gente en silla de ruedas, ancianos o niños, pues a lo mejor se mueren. Un “sálvese quien pueda” no garantiza el salvamento de todo el mundo. En Internet no todos somos iguales: hay distintos grados de cultura, de conectividad, de tiempo, etc. Hay desigualdades enormes. Internet no está hecha para que deje de haber desigualdades, no le pidamos lo que no nos puede dar. Pero sin embargo, no podemos luchar contra las desigualdades sin Internet, ya que éste produce cambios en la distribución del poder que está produciendo esas desigualdades, y podemos aprovechar esos cambios en un sentido liberador. Esa es la paradoja.
Hablas de que la tercera característica de la experiencia de red es la apertura.
Las comunidades que funcionan en red no son cerradas y excluyentes. Puedes conectarte y desconectarte. Y no sólo eso: puedes conectarte y desconectarte a varias a la vez. Recuerdo las manifestaciones del movimiento antiglobalización: había que elegir entre ir con los noviolentos o con los que practicaban guerrilla urbana. Eso no se da en Internet. Puedes participar en el movimiento por la cultura libre y también en una acción de Anonymous. En Internet hay abundancia, no escasez. Puedes tener identidades múltiples. Puedes ser disidente de tí mismo. Hay una componente de anonimato que lo hace posible: es más fácil tener siete identidades en Twitter que ir a una manifestación con disfraz de payaso. Tiene menos costes, menos riesgos, pero no es menos real ni menos útil. Esa experiencia nos puede ayudar a imaginar formas de participación política más abiertas y flexibles.
¿Pero con esas formas flexibles de compromiso es posible construir algún tipo de organización?
Claro que sí. Hoy se oye decir por todas partes: “es necesario organizarse”.Y yo estoy de acuerdo, pero también hay que reimaginar la organización: una organización dispersa, con muchos canales y muchas capas. Internet puede servirnos de inspiración. Nos permite pensar la organización en términos de circulación. Y la articulación en términos de comunicación. La ubicuidad y disidencia de que hablábamos antes también construyen organización: los arcos entre los nodos son las personas que circulan. Ese compromiso flexible que dices también aporta a su modo. Por ejemplo, puedes estar sin demasiado compromiso en una lista de correo pero mandar información, sacarla, moverla. Las acampadas como idea de organización no surgieron de un grupo muy sesudo o muy militante, sino de la comunicación.
¿Qué quieres decir?
¿Cómo es posible que en cuestión de dos o tres días afloraran decenas de acampadas idénticas por todas partes? Aquello parecían las vainas de la invasión de los ultracuerpos. En serio, lo que sucedió es increíble y aún no lo hemos pensado ni entendido. ¿Cómo se copió la idea? Teníamos la imagen de la Plaza Tahrir, pero ¿por qué prendió esa imagen y no otra? Hay algo personal, afectivo, emocional, inconsciente muy fuerte funcionando ahí. Una corriente sensible de empatía. Un flujo de comunicación desconocida e incontrolable que crea diálogo político sin pasar por los lugares codificados como políticos. De Tahrir a Sol, de Sol a Syntagma, de Syntagma a Zuccotti… Se ha creado un movimiento internacional sin internacionales, es alucinante. Pero no es un movimiento espontáneo. En nuestro día a día las ideas circulan, nos sentimos parte de algo común, nos reconocemos en horizontes compartidos, no tiramos cada cual por su lado. Ya estamos organizados. Lo que pasa es que no sabemos cómo. Y quizá sea mejor que no lo sepamos, para que nadie puede controlarlo.
Durante toda la entrevista has usado la palabra “inspirar”. Dices que Internet puede servirnos de “inspiración”. ¿Por qué utilizas esa palabra?
Esto es muy importante. Internet nos puede inspirar, pero no se puede calcar porque el mundo material y el inmaterial son dos físicas diferentes. Cada una con sus leyes. Una cosa, por ejemplo, es una manifestación en la calle y otra muy distinta un swarming (“enjambre”) para ciberbloquear una web. En la manifestación hay cuerpos, los cuerpos ocupan un espacio, se cansan, se pueden dañar. En una manifestación te puedes quedar sin ojo y en un ciberbloqueo no. No son diferencias menores. Pero después de haber vivido un swarming quizás desees otro tipo de manifestación, donde no todo esté previsto de antemano, donde se requiera la activación de la gente sin forzarla, donde el sentido se construya entre todos sobre el terreno. A este tipo de inspiración me refiero. Recuerdo manifestaciones de la V de Vivienda que fueron bastante así. Hay mucho que experimentar aún en esos modelos híbridos entre el mundo de los bits y el mundo de los átomos.
¿Entonces el cambio social no puede venir sólo de Internet?
No, tiene que hacerse con los cuerpos. Hay que salir a la calle a manifestarse, hay que conseguir comida para quien no tiene, parar desahucios, proteger a los sinpapeles… Y también hay que experimentar la potencia del encuentro físico, como comprobamos todos el 15-M. Esa alegría… Lo que nos da Internet es otra experiencia del mundo. Una experiencia gozosa de abundancia, cooperación, creatividad, autoría… Creo que esa experiencia influyó en que mucha gente fuese a las plazas y no viese al otro simplemente como alguien que te pisa o molesta, sino como un cómplice potencial. La experiencia de red es un poco como el LSD en los años 60: una experiencia distinta, irreal pero real, que permanece en tu memoria porque lo que has experimentado lo has experimentado realmente: la capacidad de conversar con desconocidos, de traspasar fronteras, de autotransformarte, de crear con facilidad, etc.
¿Internet tiene la función que tenía la utopía en los años 60?
La experiencia de la red puede ayudarnos a superar esquemas de pensamiento político que no nos sirven hoy: el código gobierno-oposición de la política de los políticos, la dicotomía izquierda/derecha, las formas de organización que sólo funcionan en condiciones de mucha homogeneidad, etc. Pero no es una utopía, ni es la solución automática a todos los problemas. Especialmente todo lo relativo a las desigualdades es un desafío no resuelto. Internet nos sirve para modificar la situación que tenemos ahora, pero tiene otros problemas que habrá que pensar también. No es el ideal.
Amador Fernández-Savater
10/01/2013
Este movimiento del 15-M y sus secuelas peca de lo mismo que critica: una idealización o mistificación del concepto de voluntad popular. Han oído hablar a sus mayores del valor de la transición democrática española, de que lo más importante es la tolerancia, de que todos debemos participar activamente en la vida política… y han olvidado que los diferentes tipos de democracia son perfectamente neutros respecto al contenido de las leyes, que es lo que marca la diferencia entre unas sociedades y otras, como la calidad de un equipo de fútbol no viene marcada por el nivel de democracia interna en la toma de decisiones. El 15-M es una asamblea de Facultad universitaria o de instituto, como esas en las que, sí, también yo, en el Peñaflorida exigíamos la inmediata disolución de todos los cuerpos represivos-¡incluida la familia!.
Como si tuviéramos pocos partidos, formaciones, movimientos y grupúsculos abonados a la jeremiada, un grupo de ciudadanos ha cumplido ya con la amenaza de alumbrar uno nuevo, denominado X, ignorándose aún si se pronuncia ‘equis’ -lo que remitiría a Su Santidad Benedicto Equis-Uve-Palito- o, en números romanos, ‘diez’, circunstancia que les emparentaría con la líder de UPyD Rosa X, a falta de consensuar dónde le ponemos el acento a ‘diez’. En cualquier caso, estamos ante el primer bebé del año -y no será el último- nacido con un cromosoma de más.
Ignorantes quizás de que buena parte de la ya exhausta población tiembla cada vez que alguien les recuerda que “el ejercicio de la democracia no se limita a votar cada cuatro años”, los impulsores de esta formación, amparados en el mismo anonimato que los accionistas de las grandes empresas, amenazan proponer que los electores tengan la posibilidad de “votar directamente” cada ley que les incumbe. Por concretar, deberían aclarar un extremo: y cuáles no les incumben.
Sí se diferencia del resto de las formaciones políticas en el hecho de que mientras éstas esperan a ganar las elecciones para ocultar su programa electoral, el nuevo partido ha invertido la secuencia política habitual, anteponiendo su presentación en sociedad a la explicación de sus objetivos, más allá de “queremos reiniciar el sistema”, ya estamos otra vez jugando a la wii.
Mientras la derecha clerical que nos gobierna continúa entregada a la implacable aplicación de su programa neolíticoliberal, los movimientos de supuesta vocación transformadora permanecen instalados en el territorio de Alicia. Así, preguntados por su ideología, los líderes de esta X aseguran que la “lógica”. Y para demostrarlo, lanzan su único mensaje nítido, por desgracia, también absurdo: su objetivo es ganar unas elecciones a las que, por otra parte, admiten que sólo se presentarán si es necesario. Definan ‘necesario’. Un país en la mochila y seis millones de parados les contemplan.
Los actuales movimientos sociales son parte de un proceso de rescate de la política, hoy secuestrada por los mercados, en ellos confluyen parados de larga duración, trabajadores, mujeres, estudiantes, profesionales, jubilados, intelectuales, amas de casa, gay, lesbianas y desde luego jóvenes, pero no es el eje generacional lo que marca su agenda. Expresan un momento constituyente, articulador de ciudadanía donde las nuevas formas del pensar y del actuar construyen ciudadanía política como una práctica plural de ejercicio del poder, al tiempo que demandan democracia real ya, libertad, justicia social y dignidad. Si aceptamos estos principios explicativos, podemos argumentar que el 15-M es uno de los movimientos sociales ciudadanos que está en la brecha de un proyecto democrático. Su presencia despierta conciencias. Sólo por ello debe dársele la bienvenida.
Sin embargo, el 15-M no es el todo, es parte de la solución, pero no es la solución. Su emergencia debe integrarse al acerbo de las luchas democráticas que trata de sobrevivir en tiempos de involución política donde el capitalismo salvaje pone en cuestión el propio devenir de la humanidad.
15M “gente que se junta y hace cosas”
«Cuando la historia de un pueblo fluye dentro de su normalidad cotidiana, parece lícito que cada cual viva atento sólo a su oficio y entregado a su vocación. Pero cuando llegan tiempos de crisis profunda, en que, rota o caduca toda normalidad, van a decidirse los nuevos destinos nacionales, es obligatorio para todos salir de su profesión y ponerse sin reservas al servicio de la necesidad pública».
Gretorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y José Ortega y Gasset. – El Sol, 10 de febrero de 1931
Reconozco que soy un analógico sin remedio y que utilizo la informática sin el más mínimo interés (como utilizo el martillo y el destornillador). Dicho esto, lo que no me gusta -y no digo que sea la intención de la autora (me he leído el libro)- es que en el fondo, se cuestiona muy poco el hecho de que estamos creando un ambiente, una tecnosfera, completamente artificial en la que la desmaterialización, el abandono del referente material (humano) es considerado una virtud. Lo que se nos pide es que seamos nosotros los que nos adaptemos a un medio que no hemos creado. Y no al revés. Lo siento, pero una comunidad digital o virtual, no es una comunidad de verdad. Estamos dejando que desaparezca lo poco que queda de las comunidades humanas reales y las sustituimos por contactos informáticos mediatizados por grandes empresas. Además, otra tendencia peligrosa en la informática, cuando se quiere utilizar como guía para estructurar las comunidades humanas, es el hecho de que el lenguaje informático se basa en la simplificación más absoluta, en un lenguaje carente de matices, en la programación. Eso no me parece nada «autónomo» y mucho menos «liberador». Sí, soy un poco ludita, qué le vamos a hacer. De todas maneras, es un punto de vista interesante y el libro me ha servido para estar algo mejor informado sobre el tema.
Una sociedad normalizada es capaz de encajar sin pestañear las cuentas de Bárcenas en Suiza, las estajanovistas tramas de Urdangarin, la psicopatía de Cospedal, el ático de Ignacio González y el indulto al ‘kamikaze’ favorito del ministro Gallardón. Tras el banquete, la sociedad eructa un “todos son iguales”, rematado con un “haríamos lo mismo si pudiéramos”, y a continuación, de postre pide Corinna. Y como en los mejores restaurantes, el trato al cliente debe estar a la altura de las creaciones culinarias, lo importate es cuidar los detalles. El caso de la diputada valenciana que, sorprendida mientras husmeaba en el armario de Esquerra Unida, alega con desparpajo que estaba comprobando si había polvo da la medida de en qué consideración nos tienen en este establecimiento. En Alemania, el presidente de la República Federal dimitió por sus impropias relaciones con un magnate y el ministro de Defensa se vio obligado a dejar el cargo tras descubrirse que plagió su tesis doctoral, lo cual vuelve a certificar que como en España no se come en ninguna parte, en especial porque lo mismo da escabechina que banquete, a continuación jamás faltará una buena siesta.
LN
El grupo municipal del PNV en San Sebastián ha expresado su «preocupación» por «el volumen de contrataciones sin concurso que realiza» el ejecutivo local de Bildu.
(No nos representan)
Poli
Ayer se presentó, en el marco del festival de derechos humanos (Victoria Eugenia), el documental “Libre te quiero” película de 2012 dirigida por Basilio Martín Patino que narra la Acampada organizada por el Movimiento 15-M en la Puerta del Sol de Madrid desde mayo a octubre del año 2011.
La película, filmada en 2011, comienza con imágenes de la llegada de manifestantes del 15M a la Puerta del Sol, continúa con el establecimiento de la denominada Acampada Sol, donde se inician múltiples actividades y asambleas, constituyéndose una forma de ciudad paralela asamblearia. Es una película de imágenes y de rostros que hablan por sí solos. Patino consigue un film que representa la realidad de esos días, su vibrante experiencia y la esperanza de futuro. Impresiona.
Libre te quiero es el título de un poema del escritor Agustín García Calvo. El poema cantado por Amancio Prada contribuye a dar fuerza y emoción a esta maravillosa película de Basilio Martín Patino.
Con Basilio, en el escenario, al finalizar la película, se nos apareció un D. Quijote de nuestro tiempo, apenas habló, no era necesario, reteníamos las imágenes de su documento…Tuvimos la suerte de darle las gracias en persona y luego de ver cómo disfrutaba de la exposición sui géneris que tiene la cafetería Oquendo.
Marga Padilla, que fue entrevistada por Amador Fernández Savater en esta propia web hace unos meses, es una representación del 15M. Tuvimos ocasión de verla como una de las protagonistas del “15M” de Stephan Grueso que se proyectó en la casa de cultura, precisamente de la mano de Amador y Juan Gutierrez (que también estaba en el Victoria Eugenia). En el coloquio mostró su modestia, su sencillez, su sabiduría y su manejo, en este caso intelectual, de la red de redes.
Félix Pérez
Estuve también en la peli. Harrigarri.
Sólo una modesta preocupación. En la sala la mayoría de las personas eran jóvenes que se supone entienden el euskera, pero había otro grupo, que no lo entiende, entre otros, los propios protagonistas; por consiguiente, Begoña del Teso, presentadora del film y del coloquio, que tan extardinario trabajo está haciendo y que debería reconocérselo todo el mundo ¿No debía facilitar que estas personas puedan saber qué quería decir cuando ella hablaba sólo en euskera?
Es un festival de derechos humanos.