Agur, Munto
El histórico caserío de Aiete sucumbe a la maquinaria de derribo para dar paso a una nueva plaza
carolina alonso – Miércoles, 13 de Febrero de 2013
La maquinaria de obra derribó ayer el caserío Munto de Aiete, tal y como estaba anunciado, por lo que el histórico inmueble ha pasado a convertirse en un recuerdo. Con el fin de que la imagen de la vieja construcción perdure en el barrio, las excavadoras dejaron en pie parte de la fachada principal del edificio, que pasará a formar parte de la zona libre que nacerá en el solar del viejo Munto.
Muchos donostiarras recordarán este edificio como sinónimo de merendero, un lugar al que cada uno podía llevar sus bocadillos y comprar una botella de sidra o refrescos para acompañarlos, lo mismo que sucedía con otros caseríos como Mendiola o Iradi, en Ulia. Otros, los vecinos de Aiete, recordarán Munto como parte imprescindible del barrio, el único vestigio constructivo del pasado que perduraba en el lugar hasta ayer, aunque en malas condiciones.
La asociación de vecinos Lantxabe, que ha trabajado sin descanso en los últimos años para evitar la desaparición del inmueble, no ha ganado esta guerra. Los últimos propietarios del solar han esperado, pero finalmente han derribado el edificio, ya muy deteriorado. Sin embargo, Lantxabe ha ganado una batalla: ha conseguido que el Ayuntamiento se comprometa a dejar en pie parte de la fachada como recuerdo del edificio. Otra reminiscencia, el tolare de sidra de su interior, se trasladó hace años al caserío Katxola, que ejerce de sede de la asociación vecinal, y se pone en marcha de manera ocasional para mostrar cómo se elaboraba la sidra.
Munto era, según expertos en patrimonio, un superviviente de la treintena de caseríos –nos quedan Katxola, Oriamendi y aalguno más- que jalonaban la que fue la vía de entrada a Donostia hasta el año 1845. Fue puerta de guardia, hospital de campaña, sidrería y baluarte militar en las guerras de 1719, de 1813 y en las contiendas carlistas, «en las que junto a sus carbonizados muros murió el general Sagastibeltza».
En el barrio de Aiete han desaparecido ya demasiados caseríos, y elementos históricos: las casas solariegas de Miramón y Merkelin, de origen gascón y fundacionales de la ciudad, los caseríos Katxolazar, Santa Teresa, Lazkano, Marigomiztegi… el palacete de Altxubene, las ruinas del molino de viento Aizerrota -el único en su género en Gipuzkoa-, el acueducto de Morlans -primer abastecimiento de aguas a Donostia realizado en 1609-, el funicular de Puyo, el castillo de Rozanés, etc…
Aún hoy, la mayoría de los edificios históricos de la zona, ni siquiera figuran en el Catálogo del Patrimonio Municipal, y corren por tanto serio riesgo de ser destruidos. El propio Palacio de Arbaicenea con su jardín (sobre el que el anterior consistorio pretendía levantar viviendas), las numerosas villas y palacetes de Miraconcha, Basoerdi, Izaburu, Pintore… (entre las que se encuentran algunas de las más bellas, interesantes, y mejor conservadas de la ciudad, y que le confieren buena parte de la imagen por la que resulta tan querida y visitada), pueden desaparecer en cualquier momento.
Paradójicamente, y a diferencia de lo que ocurría en el pasado, el mayor peligro para San Sebastián, no proviene de belicosos invasores, devastadores incendios, o funestas epidemias, sino del propio Plan General de Ordenación Urbana, que con el aumento de edificabilidad que establece por parcela y la insuficiente protección que otorga a los edificios de valor histórico-artístico que la ocupan, alienta a propietarios, y promotores sin escrúpulos, a seguir destruyendo sus más valiosos edificios, y con ellos sus cualidades urbanas, sus valores culturales, y su belleza. Y si en algo coincidimos la mayor parte de los habitantes de esta ciudad es que esta ya ha sufrido demasiados saqueos, expolios y pillajes, como para permitirse ninguno más.
ASOCIACION EN DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL
Nadie quería ese caserío de pie, pero nadie lo derribó. Bildu como siempre, en contra del mundo, con sus yupitxorakeriak, no hace nada para conservarlo, cuando es el que manda en el Ayuntamiento.
Que lo restauren los dueños y que lo derriben los dueños
Lastres de estos tenemos demasiados y pasta ninguna, así que ahora, un parcela con parque
Me parece muy triste que en esta ciudad se cuide tan poco el patrimonio. Todo lo que es viejo hay que demolerlo y construir encima. Nos estamos quedando sin huellas materiales del pasado. Parece que Donostia se fundó después del incendio de 1813 y que antes no había nada; nada que merezca la pena conservar. Ni qué decir del patrimonio que se halla fuera del casco urbano…
En mi opinión estas actuaciones dejan en evidencia el desconocimiento de nuestra Historia y la incultura de nuestros gobernantes y de la sociedad en general.
Ninguno de los gobiernos de este municipio se ha preocupado por conservar el caserío Munto, y ahora tirándose los trastos a la cabeza por ver de quién es la culpa. Es vergonzoso, una vez más, en vez de aportar soluciones, evitan tomar decisiones incómodas y luego no asumen las responsabilidades de las consecuencias de todo ello.