La literatura griega en Aiete de la mano de Lola ArrietaPor Lantxabe / 7 marzo 2013 Comparte esto:TwitterFacebookCorreo electrónicoImprimir Relacionado
Poema de Günter Grass 11 marzo 2013 a las 7:52 am La vergüenza de Europa Aunque próxima al caos, por no agradar al mercado, lejos estás de la tierra que tu cuna fue. Lo que con el alma buscaste y creíste encontrar hoy lo desechas, peor que chatarra valorado. Desnuda en la picota del deudor, sufre una nación a la que dar las gracias era antaño lo más natural. País condenado a ser pobre, cuya riqueza adorna cuidados museos: botín por ti vigilado. Los que invadieron con armas esa tierra bendita de islas llevaban, con su uniforme, a Hölderlin en la mochila. País tolerado ya apenas, a cuyos coroneles toleraste un día en calidad de aliados. País sin ley al que el poder, que siempre tiene razón, aprieta el cinturón más y más. Desafiándote viste de negro Antígona, y en el país entero hoy lleva luto el pueblo cuyo huésped eras. Pero, fuera de ese país, el cortejo de parientes de Creso ha acumulado en tus cámaras cuanto brillaba dorado. ¡Bebe de una vez, bebe! grita la clac de los comisarios, pero airado te devuelve Sócrates su copa a rebosar. Maldecirán los dioses a coro lo que te pertenece, pero sin tu permiso no se podrá expropiar el Olimpo. Sin ese país te marchitarás, Europa, privada del espíritu que un día te concibió. Günter Grass Responder
La vergüenza de Europa
Aunque próxima al caos, por no agradar al mercado, lejos estás de la tierra que tu cuna fue.
Lo que con el alma buscaste y creíste encontrar
hoy lo desechas, peor que chatarra valorado.
Desnuda en la picota del deudor, sufre una nación a la que dar las gracias era antaño lo más natural.
País condenado a ser pobre, cuya riqueza
adorna cuidados museos: botín por ti vigilado.
Los que invadieron con armas esa tierra bendita de islas llevaban, con su uniforme, a Hölderlin en la mochila.
País tolerado ya apenas, a cuyos coroneles
toleraste un día en calidad de aliados.
País sin ley al que el poder, que siempre tiene razón, aprieta el cinturón más y más.
Desafiándote viste de negro Antígona, y en el país entero hoy lleva luto el pueblo cuyo huésped eras.
Pero, fuera de ese país, el cortejo de parientes de Creso ha acumulado en tus cámaras cuanto brillaba dorado.
¡Bebe de una vez, bebe! grita la clac de los comisarios, pero airado te devuelve Sócrates su copa a rebosar.
Maldecirán los dioses a coro lo que te pertenece, pero sin tu permiso no se podrá expropiar el Olimpo.
Sin ese país te marchitarás, Europa, privada del espíritu que un día te concibió.
Günter Grass