1 comentario en “En Donostia tenemos 12.534 personas apuntadas «al paro»”

  1. Soy una desempleada en Palo Alto.
    Y aunque ni de lejos pretendo comparar mi situación con la de la familias que están sufriendo tanto por este sistema obsoleto y corrupto, puedo decir que yo también lo estoy pasando mal. Dejé mi trabajo para venir aquí, siguiendo a mi pareja pero también con la ilusión de vivir una nueva experiencia. Y la aventura ha tenido su lado bueno, pero también su parte trágica. Porque es muy duro estar desempleada. No solo por la falta de dinero (que también), sino sobre todo porque tu vida da un cambio espectacular y de repente puedes despertarte un día sin saber quién eres, de dónde vienes y a dónde vas.

    Conozco gente por aquí que me anima mucho. Me dicen que será duro pero que lo principal es que me sepa vender (cosa que siempre me ha costado). Aquí las cosas no son ‘problemas’ sino ‘retos’. Bien. Me lo apunto. Pero ser una periodista en los Estados Unidos no es lo ideal, puesto que mi trabajo se basa en tener cierto control sobre mi(s) idioma(s), y entre ellos no está el inglés. Quiero decir, que puedo hablar en inglés, trabajar en inglés, contar en inglés… ¿pero ejercer como periodista en ese idioma? Eso son palabras mayores.

    Mi objetivo es trabajar como ‘freelance’, o lo que es lo mismo, escribir para quien quiera pagarme. Algo muy positivo de mi profesión es nuestra capacidad para escribir sobre cualquier tema, incluso promocionándolo (que no me guste no significa que no sepa hacerlo bien). Por supuesto, no es mi sueño. Pero hay que ganarse la vida. Y la vida por aquí es extremadamente cara. Mi confianza bajó un poco cuando, buscando trabajo, me di cuenta de que la mayoría de las empresas de por aquí, cuando buscan redactores de español, especifican que es ‘español de Mexico’ o ‘español de California’. No estoy muy segura de lo que significa el segundo concepto, pero casi seguro que no me buscan a mí.

    Me siento absolutamente identificada con todas las personas que, como yo, han dedicado su vida al periodismo y a la escritura (incluso con aquellas de la generación anterior a la mía, a las que tanto admiro y de las que tanto he aprendido). Ahora, después de tantos años, parece que no somos tan necesarios. En mi mundo ideal siempre tendrían cabida (incuso, quizá, un lugar privilegiado) las personas que trabajan para mostrar lo que ocurre de forma que el resto lo pueda comprender. Pero parece que ahora es mejor esconder.

    Sea como sea, yo sigo en mi búsqueda de un lugar de trabajo, desde el que pueda seguir contándoos -y contando también a otros- lo que veo a mí alrededor. Siendo fiel a mi misma, trabajando de la mejor manera que sé. Y haciendo honor a mi querida -y a veces denostada- profesión: el periodismo. Deseadme suerte.

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