4 comentarios en “Somos muchas más que cuando empezamos”
Celia H
Mañana ocho de marzo. Uno más. Ya quizás estemos habituadas a levantarnos más temprano y con mirada coquetona en el espejo, revisemos si el cabello quedó bien arreglado, o si la sonrisa en esta mañana es más blanca… Otras quizás, nos ocupamos de esa arruga inoportuna en los ojos. Todas (aquellas a las que la suerte permite recordar que es ocho de marzo) buscamos la mejor blusa y apuramos la vista esperando que se levante él… y murmure aun dormido “felicidades”, o esperamos un alegre silbar del teléfono…Y respiramos al cielo azul de marzo, movemos la silueta por la calle y esperamos muy atentas a que los vecinos primero, y los compañeros de trabajo después, nos reciban más solícitos que ayer …
Pero la Luna tiene una cara oculta… al parecer como todas las cosas del Universo. Habrá ciudades donde las mujeres no sepan que tienen un día especial porque ninguno de sus días son diferentes al anterior a no ser para ser para peor, muchísimas mujeres no tocan rosas olorosas, en el mejor de los casos tocan sus espinas para ensartar un ramo a una señora elegante, a la cual tampoco le interesa que hoy sea ocho de marzo, para esa señora el ocho de marzo no significa nada : “Mujer a cuidar los niños y a esperar paciente al maridito, para eso estamos hechas” se supone que dice. El hecho evangélico es que María madre de Dios era más pobre que la florista. El hecho oscuro es que una de las dos mujeres que limpiaron las heridas del “Señor” era una prostituta. Pero todo esto ocurrió en “rincones oscuros del mundo” y es apenas una anécdota bíblica…
Pero desde cuando las mujeres luchamos por nuestros asuntos y no sólo para poder comer, vivir y tener derecho a las rosas y no a las espinas, recordaremos a Maria Magdalena con más frescura que a las miles de señoras que como la “señora elegante” no aspiraron a cambiar el mundo.
Así empezaron entonces, en aquellos ocho de marzo, donde quiera que fuera, las verdaderas otras mujeres olvidando las tijeras y el dedal y saliendo a las calles al lado de los hombres.
Donostiako Koordinadora Feministako kideek gaur egindako agerraldia.
Emakumeen egunean, manifestazio bateratuak egingo dituzte Euskal Herriko hiriburuetan; Donostian 19:30ean hasiko da, Bulebarrean
Ana
Ayer pareciera ser un día para felicitarse por el hecho de ser mujer. ¿En qué sentido? ¿Es que acaso debemos hacer un elogio a la desigualdad?
¿A quién hay que felicitar? ¿A las pobres? ¿A las explotadas? ¿A las prostituidas, víctimas de trata? ¿A las que viven sometidas bajo el dominio del imaginario sexual masculino, obligándolas a tener cubrir su cuerpo? ¿O a las que se les impone justo lo contrario; su exposición pública? ¿A las que tienen triple jornada laboral? ¿O a las que sufren discriminación salarial? ¿O directamente a las que son explotadas laboralmente? ¿A las que son analfabetas? ¿A las que no que no tienen ningún control – o lo que es peor, al propio acceso directamente- sobre los recursos básicos para la subsistencia? ¿A las que sufren abusos sexuales? ¿A las que no se pueden masturbar? ¿A quienes se les ha privado del disfrute de su sexualidad? ¿A las que han sufrido mutilación genital femenina? ¿A las que no se les permite decidir sobre su cuerpo? ¿A las que viven sometidas bajo la tiranía del odio hacia su propio cuerpo? ¿A las que viven a dieta permanentemente? ¿A las que han tenido que migrar lejos de sus seres queridos? ¿A las desplazadas? ¿A las que sufren el exilio? ¿A las asesinadas? ¿A las que no son nombradas? … ¿Hay alguna mujer a la que debamos felicitar? ¿Por qué?
Pero incluso deberíamos reflexionar… ¿Qué es ser una mujer? ¿Cómo se determina la frontera de la desigualdad? Mientras sigamos clasificando a los seres humanos en torno a fronteras invisibles e imposibles (en el sentido del impasse que supone determinar líneas divisorias nítidas y evidentes), seguiremos legitimando las injusticias que se sostienen en el mundo actual. Son tan arbitrarias las fronteras políticas (e incluso culturales) como la demarcación por sexo. Pero a través de la práctica y de su ejercicio se marcan las diferencias, y se fortalecen las desigualdades.
¿Y si resulta que se “es” mujer y migrante? Pues las múltiples fronteras que te determinan multiplican exponencialmente las vulnerabilidades, y el riesgo para sufrir la injusticia social por partida doble; es más, incluso se pueden ir aumentando en función de la orientación sexual, la religión, la procedencia, la clase social, etc.
¿Y a las mujeres que están recluidas en el CIE de Zapadores? ¿Hay que felicitarlas? ¿Por qué? ¿Por ser víctimas de las políticas y leyes migratorias racistas y criminales? ¿Por estar presas por una falta administrativa? ¿Por vivir en una sociedad que las considera “ilegales”? ¿Por tener vulnerados casi todos sus derechos fundamentales? ¿Por sumar a sus múltiples vulnerabilidades otras añadidas por estar en un campo de represión, tortura, deportación y muerte, que es lo que vienen a ser los CIE? ¿Por tener que limpiarse sus propios espacios por el hecho de “ser mujeres”? ¿Por no tener un patio al aire libre propio? ¿Por tener que dar explicaciones de sus necesidades de higiene íntima? ¿Por el hecho se estar oprimidas? ¿Por estar invisibilizadas?
Ciertamente hoy, para muchas mujeres, no será un día especialmente feliz; ni ayer, ni mañana.
Pero hoy 8 de marzo es un día para reflexionar sobre qué les pasa a tantos seres humanos que al ser clasificados con la frontera del sexo, son condenadas a la exclusión. Somos casi la mitad de la población mundial (se ha reducido nuestro porcentaje a causa de los feminicidios de niñas y de los abortos selectivos), y en cambio la desigualdad de género sigue siendo la que más rechazo y resistencia provoca de reconocer, incluso –o sobre todo- en donde se han conseguido mayores avances en torno a la igualdad formal. Pero hoy exigimos no solo la igualdad de derecho, si no la de hecho.
Hoy día 8 de marzo, también es un buen día para homenajear a todas la mujeres feministas que han luchado para hacer visible la desigualdad, por los derechos de las mujeres, y en contra de la violencia sistémica y estructural que sufrimos, y, en tanto que nosotras, también todos los seres humanos.
Lucharemos para acabar con todas las fronteras: las políticas, la culturales, la que marcamos con el sexo y con la orientación sexual: porque ningún ser humano es ilegal, ni ningún ser humano ha de sufrir la desigualdad, sea esta por ningún motivo.
Así que es un buen día para exteriorizar nuestra solidaridad y sororidad con la lucha feminista, que es la lucha por un mundo sin fronteras. Porque no hay justicia social si no es para todos los seres humanos. O todas, o ninguno.
La igualdad fue flor de un día y ahora vamos claramente hacia atrás
Juan Torres López 7 MAR 2013
Las salidas de tono machistas de los políticos no son hechos aislados. Creo que reflejan el estado de opinión de una sociedad como la española que todavía no es plenamente consciente de la tremenda discriminación que padecen las mujeres y de su efecto tan negativo sobre la economía.
Los intentos de quitar importancia a la violencia que sufren muchas de ellas, diciendo que es más o menos parecida a la que recae sobre los hombres, manifiesta, además, una gran ignorancia de los hechos.
Según el Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial las 62 personas que murieron a manos de sus parejas en 2011 fueron todas mujeres. Y las denuncias falsas que presentaron algunas mujeres contra sus parejas ese mismo año fueron el 0,01% del total, según la Fiscalía General del Estado. Los datos internacionales van en la misma dirección. Documentos de Naciones Unidas indican que más del 70% de las mujeres ha sufrido violencia de género en algún momento de su vida y que la mitad de las que mueren por homicidio lo hacen a manos de sus parejas. El Banco Mundial asegura que las mujeres de entre 15 y 44 años tienen más probabilidad de sufrir violación o violencia doméstica que de morir de cáncer o en accidente de coche.
La inmensa mayoría de los estudios que se han realizado sobre este drama indican que el origen de la violencia específica que sufren las mujeres se debe en gran parte a la discriminación a la que están sometidas. Y precisamente en los últimos días se acaban de publicar nuevos datos que indican que la crisis la está aumentando.
Según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos allí se han creado 5,3 millones de empleos desde 2009 pero solo el 30% han sido ocupados por mujeres. En España, el VII Informe del Perfil de la Mujer Trabajadora realizado por Adecco acaba de mostrar que el 72,32% de los nuevos contratos de trabajo a tiempo parcial corresponden a mujeres, y que por cada 26,3 mujeres que compatibilizan su jornada a tiempo parcial con la atención a los miembros de su familia, tan sólo un hombre lo hace. Y eso no es así por libre decisión de las mujeres, pues el 89% de las que trabajan a tiempo parcial lo hace porque no encuentra empleo a tiempo completo.
Todo eso confirma la predicción que al empezar la crisis hicimos Lina Gálvez y yo en diversos trabajos: si no se actuaba rápido en otra dirección, lo que no se ha hecho, la recesión acabaría con gran parte de los avances en materia de igualdad que se habían conseguido en años anteriores. Más concretamente, avanzamos que las mujeres terminarían “especializándose” en empleos a tiempo parcial para asumir con más intensidad el trabajo doméstico, es decir, aumentando su número total de horas de trabajo. De hecho, se está comprobando también que ni siquiera los hombres parados y que tienen más tiempo libre dedican más atención a las tareas domésticas.
La experiencia nos dice que cuesta mucho tiempo conseguir avances en igualdad entre mujeres y hombres pero que se pueden perder muy rápidamente si no se actúa en positivo para consolidarlos. El mismo Gobierno de Zapatero que puso en marcha las políticas más avanzadas de Europa en este campo comenzó a incumplirlas en cuanto se inició la crisis, y el Gobierno de Rajoy está tomando las medidas más perjudiciales de los últimos decenios. La igualdad fue flor de un día y ahora vamos claramente hacia atrás. Algo que es muy peligroso para todos pues, como acaba de concluir un seminario celebrado en la Universidad de Oxford, la desigualdad entre mujeres y hombres es el principal freno para crear actividad económica sostenible, cohesión social y estabilidad política, que es precisamente lo que nos falta. Sin igualdad entre mujeres y hombres, se dijo allí textualmente, hay mala economía, malos negocios y una situación moralmente indefendible.
Mientras sigamos ajenos a la realidad, creyendo que la discriminación o la violencia contra las mujeres son una simple anécdota sin mayor importancia o que se curan solo con el paso del tiempo, ni saldremos de esta crisis ni evitaremos otras peores. La igualdad no es un lujo para disfrutar en épocas de bonanza sino su prerrequisito.
Mañana ocho de marzo. Uno más. Ya quizás estemos habituadas a levantarnos más temprano y con mirada coquetona en el espejo, revisemos si el cabello quedó bien arreglado, o si la sonrisa en esta mañana es más blanca… Otras quizás, nos ocupamos de esa arruga inoportuna en los ojos. Todas (aquellas a las que la suerte permite recordar que es ocho de marzo) buscamos la mejor blusa y apuramos la vista esperando que se levante él… y murmure aun dormido “felicidades”, o esperamos un alegre silbar del teléfono…Y respiramos al cielo azul de marzo, movemos la silueta por la calle y esperamos muy atentas a que los vecinos primero, y los compañeros de trabajo después, nos reciban más solícitos que ayer …
Pero la Luna tiene una cara oculta… al parecer como todas las cosas del Universo. Habrá ciudades donde las mujeres no sepan que tienen un día especial porque ninguno de sus días son diferentes al anterior a no ser para ser para peor, muchísimas mujeres no tocan rosas olorosas, en el mejor de los casos tocan sus espinas para ensartar un ramo a una señora elegante, a la cual tampoco le interesa que hoy sea ocho de marzo, para esa señora el ocho de marzo no significa nada : “Mujer a cuidar los niños y a esperar paciente al maridito, para eso estamos hechas” se supone que dice. El hecho evangélico es que María madre de Dios era más pobre que la florista. El hecho oscuro es que una de las dos mujeres que limpiaron las heridas del “Señor” era una prostituta. Pero todo esto ocurrió en “rincones oscuros del mundo” y es apenas una anécdota bíblica…
Pero desde cuando las mujeres luchamos por nuestros asuntos y no sólo para poder comer, vivir y tener derecho a las rosas y no a las espinas, recordaremos a Maria Magdalena con más frescura que a las miles de señoras que como la “señora elegante” no aspiraron a cambiar el mundo.
Así empezaron entonces, en aquellos ocho de marzo, donde quiera que fuera, las verdaderas otras mujeres olvidando las tijeras y el dedal y saliendo a las calles al lado de los hombres.
Donostiako Koordinadora Feministako kideek gaur egindako agerraldia.
Emakumeen egunean, manifestazio bateratuak egingo dituzte Euskal Herriko hiriburuetan; Donostian 19:30ean hasiko da, Bulebarrean
Ana
Ayer pareciera ser un día para felicitarse por el hecho de ser mujer. ¿En qué sentido? ¿Es que acaso debemos hacer un elogio a la desigualdad?
¿A quién hay que felicitar? ¿A las pobres? ¿A las explotadas? ¿A las prostituidas, víctimas de trata? ¿A las que viven sometidas bajo el dominio del imaginario sexual masculino, obligándolas a tener cubrir su cuerpo? ¿O a las que se les impone justo lo contrario; su exposición pública? ¿A las que tienen triple jornada laboral? ¿O a las que sufren discriminación salarial? ¿O directamente a las que son explotadas laboralmente? ¿A las que son analfabetas? ¿A las que no que no tienen ningún control – o lo que es peor, al propio acceso directamente- sobre los recursos básicos para la subsistencia? ¿A las que sufren abusos sexuales? ¿A las que no se pueden masturbar? ¿A quienes se les ha privado del disfrute de su sexualidad? ¿A las que han sufrido mutilación genital femenina? ¿A las que no se les permite decidir sobre su cuerpo? ¿A las que viven sometidas bajo la tiranía del odio hacia su propio cuerpo? ¿A las que viven a dieta permanentemente? ¿A las que han tenido que migrar lejos de sus seres queridos? ¿A las desplazadas? ¿A las que sufren el exilio? ¿A las asesinadas? ¿A las que no son nombradas? … ¿Hay alguna mujer a la que debamos felicitar? ¿Por qué?
Pero incluso deberíamos reflexionar… ¿Qué es ser una mujer? ¿Cómo se determina la frontera de la desigualdad? Mientras sigamos clasificando a los seres humanos en torno a fronteras invisibles e imposibles (en el sentido del impasse que supone determinar líneas divisorias nítidas y evidentes), seguiremos legitimando las injusticias que se sostienen en el mundo actual. Son tan arbitrarias las fronteras políticas (e incluso culturales) como la demarcación por sexo. Pero a través de la práctica y de su ejercicio se marcan las diferencias, y se fortalecen las desigualdades.
¿Y si resulta que se “es” mujer y migrante? Pues las múltiples fronteras que te determinan multiplican exponencialmente las vulnerabilidades, y el riesgo para sufrir la injusticia social por partida doble; es más, incluso se pueden ir aumentando en función de la orientación sexual, la religión, la procedencia, la clase social, etc.
¿Y a las mujeres que están recluidas en el CIE de Zapadores? ¿Hay que felicitarlas? ¿Por qué? ¿Por ser víctimas de las políticas y leyes migratorias racistas y criminales? ¿Por estar presas por una falta administrativa? ¿Por vivir en una sociedad que las considera “ilegales”? ¿Por tener vulnerados casi todos sus derechos fundamentales? ¿Por sumar a sus múltiples vulnerabilidades otras añadidas por estar en un campo de represión, tortura, deportación y muerte, que es lo que vienen a ser los CIE? ¿Por tener que limpiarse sus propios espacios por el hecho de “ser mujeres”? ¿Por no tener un patio al aire libre propio? ¿Por tener que dar explicaciones de sus necesidades de higiene íntima? ¿Por el hecho se estar oprimidas? ¿Por estar invisibilizadas?
Ciertamente hoy, para muchas mujeres, no será un día especialmente feliz; ni ayer, ni mañana.
Pero hoy 8 de marzo es un día para reflexionar sobre qué les pasa a tantos seres humanos que al ser clasificados con la frontera del sexo, son condenadas a la exclusión. Somos casi la mitad de la población mundial (se ha reducido nuestro porcentaje a causa de los feminicidios de niñas y de los abortos selectivos), y en cambio la desigualdad de género sigue siendo la que más rechazo y resistencia provoca de reconocer, incluso –o sobre todo- en donde se han conseguido mayores avances en torno a la igualdad formal. Pero hoy exigimos no solo la igualdad de derecho, si no la de hecho.
Hoy día 8 de marzo, también es un buen día para homenajear a todas la mujeres feministas que han luchado para hacer visible la desigualdad, por los derechos de las mujeres, y en contra de la violencia sistémica y estructural que sufrimos, y, en tanto que nosotras, también todos los seres humanos.
Lucharemos para acabar con todas las fronteras: las políticas, la culturales, la que marcamos con el sexo y con la orientación sexual: porque ningún ser humano es ilegal, ni ningún ser humano ha de sufrir la desigualdad, sea esta por ningún motivo.
Así que es un buen día para exteriorizar nuestra solidaridad y sororidad con la lucha feminista, que es la lucha por un mundo sin fronteras. Porque no hay justicia social si no es para todos los seres humanos. O todas, o ninguno.
Ana I. Fornés Constán
La igualdad fue flor de un día y ahora vamos claramente hacia atrás
Juan Torres López 7 MAR 2013
Las salidas de tono machistas de los políticos no son hechos aislados. Creo que reflejan el estado de opinión de una sociedad como la española que todavía no es plenamente consciente de la tremenda discriminación que padecen las mujeres y de su efecto tan negativo sobre la economía.
Los intentos de quitar importancia a la violencia que sufren muchas de ellas, diciendo que es más o menos parecida a la que recae sobre los hombres, manifiesta, además, una gran ignorancia de los hechos.
Según el Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial las 62 personas que murieron a manos de sus parejas en 2011 fueron todas mujeres. Y las denuncias falsas que presentaron algunas mujeres contra sus parejas ese mismo año fueron el 0,01% del total, según la Fiscalía General del Estado. Los datos internacionales van en la misma dirección. Documentos de Naciones Unidas indican que más del 70% de las mujeres ha sufrido violencia de género en algún momento de su vida y que la mitad de las que mueren por homicidio lo hacen a manos de sus parejas. El Banco Mundial asegura que las mujeres de entre 15 y 44 años tienen más probabilidad de sufrir violación o violencia doméstica que de morir de cáncer o en accidente de coche.
La inmensa mayoría de los estudios que se han realizado sobre este drama indican que el origen de la violencia específica que sufren las mujeres se debe en gran parte a la discriminación a la que están sometidas. Y precisamente en los últimos días se acaban de publicar nuevos datos que indican que la crisis la está aumentando.
Según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos allí se han creado 5,3 millones de empleos desde 2009 pero solo el 30% han sido ocupados por mujeres. En España, el VII Informe del Perfil de la Mujer Trabajadora realizado por Adecco acaba de mostrar que el 72,32% de los nuevos contratos de trabajo a tiempo parcial corresponden a mujeres, y que por cada 26,3 mujeres que compatibilizan su jornada a tiempo parcial con la atención a los miembros de su familia, tan sólo un hombre lo hace. Y eso no es así por libre decisión de las mujeres, pues el 89% de las que trabajan a tiempo parcial lo hace porque no encuentra empleo a tiempo completo.
Todo eso confirma la predicción que al empezar la crisis hicimos Lina Gálvez y yo en diversos trabajos: si no se actuaba rápido en otra dirección, lo que no se ha hecho, la recesión acabaría con gran parte de los avances en materia de igualdad que se habían conseguido en años anteriores. Más concretamente, avanzamos que las mujeres terminarían “especializándose” en empleos a tiempo parcial para asumir con más intensidad el trabajo doméstico, es decir, aumentando su número total de horas de trabajo. De hecho, se está comprobando también que ni siquiera los hombres parados y que tienen más tiempo libre dedican más atención a las tareas domésticas.
La experiencia nos dice que cuesta mucho tiempo conseguir avances en igualdad entre mujeres y hombres pero que se pueden perder muy rápidamente si no se actúa en positivo para consolidarlos. El mismo Gobierno de Zapatero que puso en marcha las políticas más avanzadas de Europa en este campo comenzó a incumplirlas en cuanto se inició la crisis, y el Gobierno de Rajoy está tomando las medidas más perjudiciales de los últimos decenios. La igualdad fue flor de un día y ahora vamos claramente hacia atrás. Algo que es muy peligroso para todos pues, como acaba de concluir un seminario celebrado en la Universidad de Oxford, la desigualdad entre mujeres y hombres es el principal freno para crear actividad económica sostenible, cohesión social y estabilidad política, que es precisamente lo que nos falta. Sin igualdad entre mujeres y hombres, se dijo allí textualmente, hay mala economía, malos negocios y una situación moralmente indefendible.
Mientras sigamos ajenos a la realidad, creyendo que la discriminación o la violencia contra las mujeres son una simple anécdota sin mayor importancia o que se curan solo con el paso del tiempo, ni saldremos de esta crisis ni evitaremos otras peores. La igualdad no es un lujo para disfrutar en épocas de bonanza sino su prerrequisito.