Pocas veces en este cine-forum organizado en Aiete, un film ha terminado con el reconocido aplauso como ocurrió en la película del pasado viernes. La anterior, que recordemos, fue la de los Santos Inocentes.
“The visit”, está basada en la obra teatral “La visita de la vieja dama” del escritor suizo Friedrich Dürrenmatt y su huella es patente. Dürrenmatt quiere dejar clara su denuncia de la prepotencia del capital, del servilismo de la política, de la miseria de la condición humana y no le importa señalar en que país concreto se desarrolla su historia. Bernhard Wicki nos dice que es Guellen (¿ Francia?) y habla de Trieste (situada al norte de Italia), aunque el sacerdote que sale en esta película se parece más a un pope ruso o griego y la tienda de Serge Miller está identificada con dos nombres: uno en inglés y otro en caracteres cirílicos. La historia de Friedrich Dürrenmatt y Bernhard Wicki puede desarrollarse en cualquier parte y en cualquier época. Hoy en día está de plena actualidad. Pero sobre todo es un cine de muchos, muchísimos quilates, un tiempo concentrado, un resumen vivo, un historia contada, sintetizada, magistralmente.
El resumen o sinopsis no nos representa, más que anecdóticamente, lo que se refleja la pantalla en nuestros sentimientos, pero más o menos, dice así.
El pueblo entero de Guellen se prepara para el regreso de Karla, viuda de un magnate del petróleo y ahora una de las mujeres más ricas del mundo. Guellen es un pueblo venido muy a menos, casi en la miseria por el cierre de las minas de las que vivía. Confiados en que Karla ayudará a su pueblo, los ciudadanos preparan el recibimiento al más puro estilo “Bienvenido Mr. Marshall” (pancartas incluidas), alcalde, maestro, cura, policía, ciudadanos y Serge Miller (Anthony Quinn) principal comerciante del pueblo y primer amor de Karla (por lo que tiene papel importante en este recibimiento) preparan el “peloteo” para que Karla se sienta muy bien acogida en su “vuelta al hogar”.
Pero Karla viene resentida por las humillaciones, el desprecio, la violencia, el engaño y la miseria de sus conciudadanos, que la obligaron a la huída cuando recién cumplía sus 18 años. Transformada ahora en toda una rica dama, Karla da muestras de su prepotencia nada más llegar al pueblo, genial la escena en la que baja del tren haciendo gala de poderío y altivez (el tren no tiene parada en el pueblo pero ella lo detiene tirando de la alarma) vestida como una reina –el vestuario llamó la atención de alguna de las asistentes al cineforum, la película nominada a mejor vestuario Oscar del 64 – y comprando el silencio del maquinista a base de billetes…
En su primer paseo, lanza puyas y reproches con ironía y mordacidaz contra los que ahora tienen puestas todas sus esperanzas en ella manteniéndose amable con Serge. Pero poco dura lo que parecía una ayuda altruista: Karla organiza una gran cena con todo el pueblo en la que anuncia que dará un millón para el pueblo y otro millón entre sus ciudadanos con una condición: que se condene a muerte a Serge (que en su día había negado la paternidad del hijo que ella esperaba abandonándola por su actual esposa dueña de la tienda más rica del pueblo y comprando el falso testimonio de dos testigos, cosa que hace que Karla sea expulsada del pueblo y se tenga que dedicar a la prostitución en Trieste…pero Karla termine casándose con un multimillonario). El pueblo entero se niega en rotundo a tal chantaje, pero Karla no se amilana y dice que “sabe esperar”. Karla es el “capital”
Así pues empieza lo que sería la trama de la película, ¿conseguirá Karla comprar al pueblo?, ¿se dejaran los ciudadanos sobornar por tal suma de dinero?…
A partir de aquí, se muestra una Karla despiadada, vengativa, cruel, ávida de justicia que Ingrid Bergman borda, junto Quinn, que interpreta a un Serge hundido y al borde de la desesperación al darse cuenta de que sus amigos y conciudadanos no le serán tan fieles como muestran al principio. Ambos actores geniales.
“The visit” nos muestra, también, la cara más mezquina, cobarde y avariciosa del ser humano (hay una escena al final que saca a relucir de manera notoria toda la vergüenza de un pueblo).
La película es crítica certera, un relámpago aplastante sobre la sociedad y sus valores, sobre esa avaricia insaciable que está en los cimientos de la humanidad. Sería interesante ver qué haría hoy Haneke con este libreto.