Friburgo, ubicada en el sur de Alemania, hay el doble de bicicletas que de automóviles y está orgullosa de considerarse la capital de la ecología del país.
Para los conductores el mensaje no tiene nada de ambiguo: hay que quedarse fuera. Las plazas para aparcar no abundan en el centro. Por el contrario existen cantidad de aparejos para colocar bicicletas, sobre todo alrededor de la Universidad. Ubicar aquí entre miles la propia requiere buena memoria. La ciudad integra un circuito para ciclistas de unos 400 km. de longitud. En algunos tramos se producen auténticas aglomeraciones.
Caer en un canal
El pintoresco casco antiguo, en el corazón de Friburgo, está hecho por angulosas callejuelas apropiadas para pasear a pie pero albergan un riesgo insospechado: los riachuelos. Estos pequeños canales atraviesan todo el casco viejo. Un paso en falso y al agua. Y con consecuencias. Un proverbio de la ciudad dice así: Quien meta el pie en un canal se casa con un Friburgues o Friburguesa.
Centro ecológico
En ninguna otra ciudad de la República Federal de Alemania existen tantas instalaciones medioambientales. El Instituto para la ecología tiene aquí su sede, El Consejo Internacional para iniciativas medioambientales tiene aquí su secretariado europeo y además Friburgo cuenta con el Instituto Frauenhof para sistemas de energía solar y la Asociación Mundial de energía solar.
De hecho, el sol es uno de factores determinantes de Friburgo. La ciudad se encuentra en uno de los territorios más soleados de Alemania. Además de jactarse de ser la capital ecológica del país, Friburgo se atribuye la denominación de capital solar. Y así es: sobre los tejados de la ciudad se extienden 2000 metros cuadrados de células solares. Incluso el estadio del club de fútbol se ilumina con esta energía. En consecuencia, no sería de extrañar que un día los ciclistas impulsados por el sol amenazaran la seguridad de las vías para bicicletas.
Por la tarde daremos un paseo en autobús por la Selva Negra (en alemán Schwarwald). Sobre el origen del topónimo que identifica la región existen dos teorías: la primera alude a que el nombre de Selva Negra puede provenir de los densos bosques de abetos de la zona que dan al paisaje una apariencia oscura. La segunda, más aceptada en la zona, es que fueron los romanos quienes le dieron dicho nombre al denominarla “Populus nigra”, inspirados tal vez en la oscuridad que caracteriza el tránsito y los caminos por los densos bosques que la pueblan. De las dos teorías esta última es la más aceptada. Dependiendo de las condiciones metereológicas del día, se podrá visitar el Lago Titisee, distante 31 kms de Friburgo. Es un buen punto de partida para hacer senderismo por la Selva Negra. En el trayecto se atraviesa el “Höllental (valle del infierno). Otra alternativa sería acercarnos a la localidad de Todtnau y visitar sus cascadas, después de un paseo de 15 minutos a pie por un valle boscoso. Se decidirá sobre la marcha.