Messi es un detalle más en el gran paraíso fiscal de la Liga
El ránking de morosos con Hacienda está liderado por el Atlético de Madrid, a quien se atribuía el pasado año una deuda de 120 millones. El segundo era el Deportivo, con 90 millones, ahora ya en situación crítica tras el descenso a Segunda. Si se recuerdan algunas cosas, se entiende todo mejor. Hace una década el Deportivo pagó 17 millones de euros al Espanyol por un centrocampista del montón, Sergio. Y en 2011, el Atlético se gastó 40 millones en un capricho, Falcao, que solo le ha durado dos temporadas.
Los clubes han dejado engordar esta bola. La dinámica de incremento del gasto se justifica aludiendo a la necesidad de mantener el nivel competitivo: el ejemplo más claro es el Zaragoza, que cambió casi media plantilla en enero de 2012 ante el riesgo de descenso y pese a encontrarse en Ley Concursal. Pero parece evidente también que los clubes confiaban en que, una vez llegados al precipicio, el Estado acometería un tercer rescate al fútbol, tras los sucesivos de 1986 y 1992. Aun sin menospreciar la capacidad de los gobiernos de tropezar varias veces en la misma piedra, resulta impensable que en la actual situación social eso vaya a producirse. De hecho, ha sido también Wert quien ha sentenciado que «esta vez las deudas del fútbol se las va a pagar el fútbol».
¿Y la hacienda navarra?
Pues también tienen su culpa. Destaca el caso de Osasuna, que en la década de Patxi Izco duplicó la deuda hasta llegar a los 28 millones (que se van hasta 40 con los intereses de demora). El entonces presidente alegó que no había riesgo porque Osasuna cuenta con un patrimonio propio considerable (El Sadar, Tajonar…) Ciertamente, la Hacienda tampoco le ha reclamado nada: UPN debió pensar que sería demasiado impopular. Toda esta deriva acabó en diciembre pasado, con una nueva directiva que alcanzó un acuerdo con la Hacienda navarra para enguajar la deuda en un plazo de diez años, en cuotas anuales. El primer paso ha sido un recorte general y cuantioso en los sueldos de plantilla y entrenador.
¿Y las haciendas vascas?
La Hacienda vizcaína privilegia al Athletic (en paralelo está el espinoso asunto de la alta implicación institucional en la construcción de San Mamés Barria, que daría para otro capítulo). Hace unos años, el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (TVCP) ya reconvino a la Diputación del PNV por entregar seis millones de euros al Athletic, que fueron considerados finalmente como ayuda directa y no como convenio, dado que el club no asumía ninguna obligación a cambio. Y en la actualidad se mantiene una normativa de IRPF que permite a los deportistas profesionales que cobran más de 300.000 euros (un eufemismo para no concretar que son los del Athletic) que paguen aproximadamente la mitad de cualquier otra persona con la misma renta. A la vuelta del verano se analizará el tema en Juntas Generales; desde Bildu hasta el PP consideran inaceptable este privilegio.
En el caso de Gipuzkoa, también fue el TVCP quien criticó a la Hacienda en la legislatura anterior por perdonar a la Real Sociedad una sanción fiscal de seis millones y otorgarle otros seis de subvención. En cualquier caso, la situación del club txuriudin es más pacífica que la de Osasuna y Athletic. Bastante mayor escándalo provocó saber que Rafa Nadal había inscrito sociedades en Gipuzkoa para beneficiarse de su laxitud fiscal en las pasadas legislaturas.
¿Y Europa?
Hace ya meses Bruselas pidió al Gobierno español toda la documentación sobre las deudas de los clubes y las ayudas públicas paralelas que reciben. Y en 2015 entrará en vigor el llamado Fair Play Financiero, un catálogo de normas destinadas a garantizar la viabilidad de los clubes, entre otras cosas poniendo un tope de masa salarial en relación al total del presupuesto. Pero habrá que ver su eficacia real. Las dudas aumentan al ver que nuevas burbujas futbolísticas están creciendo hoy día, y cerca de la sede de la UEFA en Nyon; Mónaco y PSG son los nuevos ricos que hacen saltar la banca.
“Me llevé un rebote con el partido… ¡qué penalti no nos pitó el árbitro, por favor! No me acuerdo de su nombre ni me quiero acordar… con el pito en la boca y vestido de amarillo, ¡vete a Brasil!. A los diez segundos, mete gol el Barça. Va Martínez y se dirige al árbitro, amarilla primero, luego roja y para casa. De un penalti que no te pitan a un expulsado. El fútbol es deporte… tengo dudas de que la mafia no esté por ahí también”, dijo durante su programa ‘Karlos Arguiñano en la cocina’ de Antena3.
Las palabras del cocinero beasaindarra se referían al partido de ida en el Camp Nou, ya que el programa se grabó antes de la vuelta en Anoeta.
El servicio on line de venta de entradas para el partido de Liga del próximo sábado contra el Barcelona en Anoeta ya está en marcha.
Los precios de las localidades oscilan entre 50 y 90 euros.
¡Qué no haría con la mitad de 90 euros!
una competición sin sorpresas, sin pronósticos que se rompen y sin emoción es como un pan sin sal. Sosete. Sin sustancia. Las Ligas de fútbol y baloncesto se han convertido en los últimos años en torneos de cartón-piedra por obra y gracia del Madrid y el Barça. O gana uno, o gana el otro. Bipartidismo en estado puro. Un tostonazo para mayor gloria de sus jugadores y sus seguidores, que se amplifica desde los medios de ambas capitales hasta límites nauseabundos. «La final que todo el mundo quería ver», dicen. La final que ellos querían ver. El 19 de abril se celebrará el enésimo partido del siglo, otro Barça-Madrid. Y si no es la final de Copa, es la elección del Balón de Oro, otra tabarra insufrible que te la encuentras hasta en la sopa. Que un equipo como el Liverpool le meta cuatro txitxarros en 20 minutos al Arsenal no tiene traslación posible en la Liga española. Los dos grandes se reparten el maná del dinero de las televisiones y hacen de la Liga y la Copa su cortijo. Desde 2001 Barça y Madrid se han repartido todas las Ligas salvo dos (2002 y 2004 del Valencia), y en los tres últimos años uno u otro ha ganado la Copa. En el baloncesto, ídem de ídem. Barça y Madrid han ganado cinco de las siete últimas Ligas (aquí la excepción fue el TAU en 208 y 2010). Como decían los clásicos, emoción a raudales.