Ayer por la tarde, el propio Cortázar, en Aiete, respondió a la pregunta que los lectores de Rayuela se hacen al terminar de leer la novela o al no poder terminarla: él escribió su narración para lectores activos. Insistió en activos, en personas que al coger el libro quieren ser autores de él, como lo ha sido Cortázar al disponerlo para el público. Lejos de su modesta y tímida personalidad, 193 cm de humanidad, el pensar en élites o entendidos al escribir Rayuela, quería hacer unos relatos, unos capítulos con su propia personalidad y recorrido, de tal suerte que el lector eligiera el que más le gustara, le divirtiera o le podía parecer más propio.
(Y de alguna manera Lantxabe se identifica con ese estilo, el de ser ciudadanos activos. En la construccción del “relato” de la ciudad queremos participar con nuestros propios criterios y propuestas, con compromiso pero con libertad).
Fue una idea muy acertada la que tuvo la organización de proyectar, como final de la tertulia, las propias declaraciones que Julio Cortázar en 1977, en el programa de entrevistas A fondo, le hizo a Jaquin Soler Serrano sobre su trayectoria vital en general y Rayuela en particular, esto fue lo visionado.
Y a esa propuesta de lector activo, de ciudadano activo, asistiendo al coloquio que se celebra en la casa de cultura de Aiete, más personas que nunca, (más de cinco docenas de tertulianas y tertulianos como se ve en la foto) tuvieron oportunidad de oir por boca de Lola Arrieta, artífice de estos ciclos de literatura y cine, la vida y milagros (literarios) de Julio Cotázar, cuyo abuelo era de Ea. El mismo descendiente también de franceses y alemanes. Activo en la creación literaria, enemigo de los oropeles, como nos hizo saber en la citada entrevista y comprometido socialmente, como demuestra el hecho de pertenecer al Tribunal Russell, también conocido con el nombre de Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra. (Este Tribunal contó con la participación de personalidades como Julio Cortázar, Ken Coates, Jean-Paul Sartre y Ralph Schoenman, y se encargó de investigar y evaluar la política exterior estadounidense y la intervención militar que este país llevó a cabo en Vietnam o los crímenes de las dictaduras latinoamericanas en las década del 60 y 70).
En una segunda parte, Lola Arrieta desgranó la obra de Cortázar. Se leyeron varios cuentos breves del autor, (él decía de si mismo que era un cuentista) eligiendo aquellos que mejor reflejan la aportación de Julio a la creación literaria: la ausencia de límites entre la realidad y la ficción. La escritura de los cuentos precedieron (el perseguidor) o prosiguiron a Rayuela (las babas del diablo que inspirala película de Antonioni que veremos esta tarde) pero esta novela es el punto más alto del trabajo de Julio.
Fue una magnífica velada, las personas que acudieron, más de la mitad por primera vez a este tipo de tertulias, salieron encantados, en sentido literal, el coloquio tuvo algo de epifanía.