Este Gobierno es enemigo de las letras e inepto para los números

montoroCuando Bruce Springsteen y un puñado de músicos se embarcaron en una gira que tenía más de anti-Bush que de pro-Kerry, ningún líder republicano tuvo la ocurrencia de arremeter contra la calidad de sus discografías, a lo máximo que llegó alguno fue a cuestionar su patriotismo. Hasta un gobierno tan sospechoso siempre de sectarismo como el venezolano ha obrado de idéntica forma con Mariana Rondón, directora de la galardonada ‘Pelo Malo’, una película cuya beligerancia anti-chavista ha provocado descalificaciones hacia la realizadora por parte del Ejecutivo y la prensa bolivariana, dejando las cuestiones cinematográficas para la crítica especializada.

Aquí, sin embargo, ésta la ejerce el ministro de Hacienda, que detecta problemas de calidad en la producción cinematográfica nacional, industria que soporta el IVA más elevado de Europa en virtud de un ajuste de cuentas. Aquí no hay dos Españas, sino muchas más. El problema es que a todas ellas les sobra su respectiva mitad. Montoro, por ejemplo, ejerce de ministro en un gobierno presidido por un fan confeso de ‘El árbol de la vida’ que sólo tras haber visto mucho fútbol pudo apreciar la película de Terrence Malick. De hecho, la última vez que se vio a Rajoy en una sala de cine fue en 1998 en Los Ángeles, con motivo de la nominación a los Oscar de la película de José Luis Garci ‘El abuelo’, una de sus favoritas junto con ‘Tesis’ y -qué sarcasmo- ‘Regreso al futuro’. Todo esto hace que resulte complicado otorgar credibilidad a un Mariano que sitúa ‘La catedral del mar’ entre sus lecturas preferidas, probablemente en un intento futil de evitar que alguien mencione el ‘Marca’.

La calidad -o su ausencia- nunca obstaculizó las fluidas relaciones entre el cine español y su público natural. De la descomunal cantidad de producciones que nos legó ‘landismo’ a la saga de ‘Torrentes’, pasando por ‘Los bingueros’ y demás títulos de la factoría Ozores, la recaudación siempre estuvo a la altura soñada por el ministro de Hacienda, quien -mal que le pese-, tampoco será nunca en Economía lo que fue un Semprún en la Cultura. Por otra parte, ‘El crimen de Cuenca’ o ‘Los santos inocentes’ no fueron películas de culto proyectadas en oscuros cine-forums, sino éxitos de cartelera y emblemas de la pujanza creativa española en el extranjero. Lo que pasa es que soportamos un país cuyo público se ha embrutecido hasta los actuales niveles que exhiben sus legítimos representantes.

Ya sabemos cómo efectúa los recuentos este Gobierno, enemistado con las letras y, sin embargo, inepto para los números: al igual que sucede con las manifestaciones, también es mucha más la gente que no va al cine que la que pasa por taquilla. Lo mismo podría decirse de los españoles dispuestos a acercarse a una urna con una papeleta del PP en la mano. Para Montoro, la cultura es un dispendio y el patriotismo, una oportunidad de ejecutar la venganza. Al ministro de Hacienda hay que verlo en pantalla grande y, a poder ser, con gafas de tres dimensiones, única forma de que parezca que consta al menos de dos.

2 comentarios en “Este Gobierno es enemigo de las letras e inepto para los números”

  1. Día Seis después de Femen.

    Los artículos, reportajes y columnas sobre la exhibición de pechos han soterrado cualquier hipotética reflexión en torno a la reforma de la ley del aborto. Son las servidumbres de la sociedad del espectáculo. Mostrar los senos en el Congreso debería servir para reivindicar el derecho a la lactancia en lugares públicos, mientras que el combate en favor de la libre interrupción del embarazo exigiría sacrificar en el altar de los móviles con dispositivo fotográfico otras partes del cuerpo, considerado éste como arma de combate, quién sabe si campo de batalla, que dicen las activistas. A su pesar, Femen necesita a los medios de comunicación de masas que tanto denostan como los pulmones el oxígeno. Sin ellos, son tan sólo unas bañistas descontextualizadas. Es lo que tiene la sociedad del espectáculo. Sus formas de vender protesta beben mucho más de los vídeos de Rihanna y la artista antes conocida como Miley Cyrus que de las performances de Marina Abramovic. También en este caso, las tetas no dejan escuchar la música que, al fin y al cabo, acaba siendo lo de menos. No hay como desnudarse para ocultar algo, ni mejor disfraz que la propia piel. En este punto, véase la expresión de comisario artístico del presidente de la Cámara Baja. Otra vez la sociedad del espectáculo. En cuanto al comentado lema “aborto es sagrado”, la supresión del artículo degrada lo que podría haber sido una demostración de ‘body art’ a la categoría de canción de los Indios Tabajara. En cualquier caso, no faltará quien agradezca la elipsis en un país cuyos adultos tienen dificultades para comprender los textos largos. Una de las ‘femen’ ya tiene nombre y apellidos. Anuncia que esto es sólo el principio y ya sabemos que todo lo que empieza termina en la televisión. Sólo pido que no se empareje con un futbolista -comparten la tendencia a quitarse la camiseta con cualquier excusa, pese a la sanciones-, para evitar que se cierre el círculo de los cuerpos postmodernos.

  2. La historia trapacera de los falsos paralímpicos de Sidney 2000, y la noticia de la detención, en una nueva operación vinculada con el caso ERE, de un alto cargo de la Diputación de Sevilla, del secretario provincial de UGT de Cádiz, de los exsecretarios de Desarrollo Industrial y de la Federación de Industrias Textil-Piel, Químicas y Afines de CCOO en Andalucía, de dos sindicalistas de CCOO en Córdoba y de varios empresarios, es alucinante. No me satisface en absoluto el planteamiento al respecto del secretario general de UGT, Cándido Méndez, «Si ha habido algún error, lo reconocerán y lo corregirán», ha dicho, mostrando su confianza en «que, en general, las cosas se han hecho de manera correcta». En cuanto a la posición de CCOO, espero que esta no se quede sólo en lo dicho en abril, ya que a día de hoy resultaría absolutamente insuficiente.

    Vale que la presunción de inocencia no debe valer sólo para Herrira y vale que, como en este caso, hay detenciones (demasiadas) que luego quedan en nada. Vale. Pero en estos momentos el país tiene toda la pinta de ser un pudridero. Sólo la corrupción urbanística suma casi 700 casos entre 2000 y 2010, dibujando un mapa de la vergüenza según el cual más de la mitad de la población española, el 56,1%, ha sufrido al menos un caso de corrupción en su municipio. Y ahí no entran ni ‘bárcenas’, ni ‘diazferrans’, ni eres, ni ‘noos’, ni tantos y tantos casos.

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