Cinco claves para entender a Mariano Rajoy

RajoyQuienes le retratan como un hombre sin criterio o fácilmente influenciable no saben de quién hablan. A Mariano Rajoy cuando no le guían sus principios, le guía su comodidad. Hay cosas que nunca hará, no le compensa.

En un año, el presidente Rajoy ha concedido una única rueda de prensa que merezca tal nombre. Lejos de provocar indignación, el evento había disparado las expectativas. Unos aguardaban grandes anuncios, otros ceses y nombramientos, algunos esperaban incluso explicaciones sobre las numerosas ocurrencias gubernativas. Una vez más, Mariano Rajoy no decepcionó. Ni esto, ni eso, ni aquello. Admitámoslo. No es él, sois vosotros. No le entendéis. Os faltan claves. Aquí se sugieren algunas.

Si el dilema es elegir entre «adaptarse o morir», Mariano Rajoy siempre elige adaptarse. A lo que sea y como sea. Morir es un lío y además sin remedio. Para Rajoy la política es como preparar unas oposiciones. Hay un temario y quien mejor se lo sabe, saca la plaza. Todo lo demás es figuración. Como las elecciones, los debates o las ruedas de prensa. Hay que saber adaptarse y saberse el temario. 2014 va a ser mucho mejor y de todo lo demás o no sabe, o ya ha dicho todo cuanto tenía que decir, o es complicado. Y si el 2014 sale malo, ya entrará en otro temario. Igual que cuando prometió que no tocaría la sanidad o la educación. Son cosas que se dicen para ganar las elecciones. Luego ya se gobierna. Así rige el orden natural de las cosas.

Pase lo que pase, «maloserá». Aunque suene tópico, los gallegos tenemos una manera propia de conducirnos frente a la adversidad. Se resume en una expresión intraducible: maloserá. La filosofía es sencilla: sabemos que al final el lío se arregla solo de una manera u otra. Menos la muerte, que no tiene arreglo. De ahí la importancia de adaptarse. Mariano Rajoy sabe que todo fluye. Nunca hay que descomponerse, ni tomar decisiones como si viniera el fin del mundo. Mañana siempre es otro día y todo vuelve a empezar. Así ganó la carrera sucesoria, tumbó a Esperanza Aguirre, sobrevivió a Aznar o ganó las elecciones a la tercera. Se limitó a esperar a que se fueran derrotando. Al Gobierno le va mal y a la mayoría de los gobernados les va aún peor, pero «maloserá». Así que Rajoy es optimista.

Mariano Rajoy lee el Marca, como la gran mayoría de los españoles. La prensa que realmente cambia mayorías es la deportiva. La otra cuenta poco. Mariano Rajoy vio confirmada esa impresión tras sobrevivir al fuego cruzado continuo e implacable de la misma prensa que ahora acude arrobada a Moncloa a testimoniar sus apariciones. Hace tiempo que sabe que las portadas de los periódicos no matan a nadie, aunque los directores sigan pensando que sí.

Tú tienes un par de ojos, pero el partido tiene mil. Rajoy es un hombre de partido. En gran medida, el moderno Partido Popular es obra suya. Cuando Aznar lo puso a la tarea, Rajoy viajó un día a Canarias a poner orden en una organización devorada por la vieja guardia. Disolvió y volvió a empezar desde cero. Seguramente le habría gustado haber ejecutado algo parecido en el Congreso de Valencia, pero no se atrevió. Seguramente lo lamenta a diario. Mariano Rajoy sabe que la única amenaza actual reside en un desmembramiento del partido por el caso Bárcenas. Su mensaje es claro. Quien aguante la vela, llegará a puerto. Por eso no puede cortar cabezas cada vez que le conviene. Por eso ni pronunció el término «aborto». Porque su instinto de partido le dice que Gallardón se ha pasado.

Para librarse de él, sus rivales en la sucesión de Aznar sugerían que sería un gran candidato en Galicia.  «Antes Santa Pola» era su respuesta, en referencia al lugar donde guarda plaza como registrador. Hay determinados límites que Mariano Rajoy nunca traspasa. En las compañías eléctricas se están enterando ahora. Quienes le retratan como un hombre sin criterio o fácilmente influenciable no saben de quién hablan. A Mariano Rajoy cuando no le guían sus principios, le guía su comodidad. Hay cosas que nunca hará, no le compensa.

Antón Losada  29/12/2013

3 comentarios en “Cinco claves para entender a Mariano Rajoy”

  1. Si en algún terreno se siente cómodo Rajoy, un hombre acosado ahora mismo por varios frentes, es en la práctica del Don Tancredo -una suerte que ejecuta a la perfección-, más aún, cuando le está reportando magníficos resultados. Ningún presidente de Gobierno tuvo la suerte de cumplir dos años en el cargo sin asistir a un solo funeral; ninguno dio menos pasos -ninguno en este caso- para disfrutar de semejante ‘prebenda’. ¿Haría usted algo para alcanzar unos objetivos que se le ofrecen a cambio tan sólo de permanecer quieto? Antes de responder, considere el hecho de que cualquier gesto supondría meterse en un nuevo jardín del que ni siquiera tiene garantía alguna de salir con algo que no vaya a lograr mediante una actitud estrictamente contemplativa. Quienes apremian al Gobierno a hacer gestos deberían recordar que hace apenas un par de meses admitían el ‘marrón’ que para el Ejecutivo suponía la derogación de la doctrina Parot. Ahí tienen la respuesta a cualquier duda que puedan tener sobre hipotéticos movimientos futuros. Los presos hicieron el sábado lo que tenían que hacer. El valor del gesto se redoblaría si asumieran que probablemente haya sido a cambio de nada. No digamos en tanto no desaparezca ETA. Es lo malo de meter goles, por magníficos que sean, con el partido ya finalizado.

  2. Por un lado, el Gobierno de Rajoy ha obtenido del conjunto de la llamada izquierda abertzale y a base de no hacer absolutamente nada más concesiones de las que jamás lograron cuantos gobiernos establecieron negociaciones, diálogos o contactos con ETA a lo largo de las décadas. Por otro, la izquierda abertzale ha logrado mediante el recurso a los tribunales de la llamada ‘Europa de los mercaderes’lo que en materia penitenciaria no ha conseguido a través de atentados, manifestaciones, kale borroka, huelgas de hambre, ayunos navideños y cualquier otra actividad englobada bajo el genérico “la lucha es el único camino”, aunque por lo visto, no lo era. Así las cosas, es lógico que el uno y la otra profundicen en sus respectivas estrategias actuales. En un caso, la inacción -un arte marcial en la persona del maestro Rajoy-; En otro, la aceptación de la legalidad y sus procedimientos.

  3. Que conste que no me gusta nada el término «boda gay»o «boda homosexual», los apellidos acaban imponiéndose a los nombres…pero si un presidente del Gobierno acude como invitado a una boda de estas, el apellido tiene su importancia.
    Quien le iba a decir a Rajoy cuando asumió personalmente la interposición del recurso contra la ley del matrimonio homosexual que acabaría acudiendo y bendiciendo con su presencia una. Ese mismo Rajoy que anunció «que colocaría la ley por encima de la oportunidad política» coloca ahora la oportunidad política por encima de la ley.
    Es una buena noticia. De esas bodas sale uno más tolerante.
    Recomiendo una frase del cómico Ricky Gervais (Yevéis): «el matrimonio igualitario no es un privilegio para los gays. Es igualdad de derechos. Privilegio sería si los gays no pagaran impuestos. Como la Iglesia».

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